27. Allí donde estaban plantadas las hortensias

«Harry, tengo una duda sobre lo que estoy escribiendo. No sé si es bueno. Si merece la pena…

—Póngase el pantalón corto, Marcus. Y vaya a correr.

—¿Ahora? Está lloviendo a cántaros.

—Ahórrese los lloriqueos, señorita. La lluvia no ha matado nunca a nadie. Si no tiene el valor de salir a correr bajo la lluvia, no tendrá el valor de escribir un libro.

—¿Es otro de sus famosos consejos?

—Sí. Y este es un consejo aplicable a todos los personajes que viven dentro de usted: el hombre, el boxeador y el escritor. Si un día tiene dudas sobre lo que está haciendo, vaya y corra. Corra hasta perder la cabeza: sentirá nacer dentro de usted la rabia de vencer. ¿Sabe, Marcus?, yo también odiaba la lluvia antes…

—¿Qué le hizo cambiar de opinión?

—Alguien.

—¿Quién?

—Vamos. Vaya ahora. No vuelva hasta que esté agotado.

—¿Cómo quiere que aprenda si no me cuenta nunca nada?

—Pregunta usted demasiado, Marcus. Feliz carrera».