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El maltrato psicológico te deja paralizado por la culpabilidad
Si la primera estrategia de la madrastra es destruir emocionalmente a su víctima, la segunda es paralizarla. El cuento explica el proceso típico de camuflaje camaleónico del psicópata que se presenta frecuentemente bajo el disfraz psicológico de alguien inocuo: el lobo con piel de oveja.
Las mil caras de un psicópata le permiten enmascararse y presentarse como una persona aparentemente bondadosa, pacífica, moralmente intachable, incluso interesada en hacer el bien a su pareja. Alguien a quien se representa en el cuento de Blancanieves como una venerable e indefensa anciana.
La falsa apariencia de bien es la oferta de una apetitosa manzana, símbolo en nuestra cultura al mismo tiempo de la bueno, y de la salud, así como de la culpabilidad.
Pero esa manzana está envenenada. El veneno no se especifica, salvo por su efecto, que resulta ser paralizante para la víctima.
Una vez que las víctimas muerden el anzuelo (la manzana) del psicópata, tal y como narra el cuento, caen paralizadas.
El maltrato que sufre le lleva a internalizar o introyectar la culpabilidad.
Sentirse culpable es lo mismo que quedar paralizado, pues nadie se defiende si no siente que no merece al maltrato.
Esto le viene muy bien al psicópata puesto que una víctima paralizada por la culpabilidad (quedó “como muerta” dice el cuento de Blancanieves) es alguien fácil de depredar con menor riesgo de respuesta.
De ahí ese empeño casi obsesivo en todos los psicópatas de imputar a sus víctimas el ser causantes de los propios malos tratos que sufren.
La culpabilidad, al convencer a las víctimas de ser merecedoras de su castigo y del acoso, las vuelve inocuas para los psicópatas.
El proceso psíquico del maltrato ejecutado bajo apariencia de un bien para la víctima provoca en estas la aparición de cuadros de Estrés Postraumático complejo ya analizado. Este Síndrome no es más que el cúmulo de recuerdos y flashbacks de las experiencias traumáticas que la víctima no ha podido entender o encajar y que, atravesadas y no digeridas por la mente (como el trozo de manzana), producen todo tipo de interferencias, dejando a las víctimas como muertas (los enanitos creyeron que había muerto).