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Están aquí, entre nosotros
Tradicionalmente, los psicópatas solían encontrarse predominantemente en las esferas privadas y familiares desde las que su enorme capacidad de infligir sufrimiento a otros seres humanos quedaba más restringida.
El pater familias o el cacique del pueblo eran las versiones psicopáticas más frecuentes.
Sin embargo, la movilidad y la apertura de nuestra sociedad han convertido el problema social de la psicopatía en una verdadera epidemia.
Las estimaciones hablan de que casi con toda seguridad cada uno de nosotros seremos en mayor o medida destruidos por el paso de al menos un psicópata por nuestras vidas.
Las estimaciones de la incidencia poblacional de los psicópatas que los distintos autores proyectan deberían preocuparnos.
Robert Hare estima que tan solo en su país de origen, el Canadá, existen no menos de 300.000 psicópatas, la mayoría de ellos sin identificar ni haber sido jamás evaluados como tales (Hare y Babiak, 2007).
En España, hasta la fecha, no se han realizado estudios poblacionales serios que permitan estimar la incidencia de este trastorno en la población general.
Sin embargo, la proyección de porcentajes sobre el Estado Español con la población de 2014 nos haría estimar en al menos un millón el número de psicópatas que nos rodean en la pareja, la familia, el entorno social y en el mundo del trabajo.
La mayoría de estos psicópatas no están diagnosticados y no están identificados como criminales.
Hacen una vida normal sin despertar demasiado las sospechas.
Como comentábamos al inicio del libro, ciertas estimaciones nos informan que aproximadamente unos 60 individuos del total de las personas que se cruzan por nuestra vida habitualmente presentan esta condición.
En muchos casos están muy cerca.
Son nuestros compañeros de pupitre, nuestros colegas en el trabajo, nuestros jefes, nuestras parejas o nuestros hijos.