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La triada oscura: trepadores, maquiavélicos y narcisistas
Desde antiguo muchos autores que han investigado el mundo de los psicópatas sospechan que existen buenas razones para pensar que la psicopatía no es tan solo un trastorno clínico binario, que las personas tienen o no tienen. Kowalski analizó las conductas aversivas que se producen de manera habitual en las relaciones interpersonales cotidianas y encontró una serie de patrones de personalidad recurrentes en muchos individuos socialmente tóxicos a los que, sin embargo, no se podía considerar en modo alguno como personalidades patológicas (Kowalski, 2001).
Muchos autores entienden que la psicopatía es una dimensión que se distribuye en la población del mismo modo que el resto de las dimensiones globales, con arreglo a una distribución normal.
Por eso desde hace algunos años se han desarrollado estudios que han arrojado luz y datos bastante definitivos en torno a la existencia de esta dimensión entre la población que podemos considerar normal.
Al parecer, niveles normales también denominados subclínicos de la dimensión “psicopatía” están más presentes en la sociedad de lo que se pudiera imaginar, llegando a constituir entre el 6 y el 12 % de la población normal (Gustafson y Ritzer, 1995; Pethman y Erlandsson, 2002).
Para un país como España, por ejemplo, la extrapolación proyecta la inquietante cifra de entre 3 y 5 millones de individuos.
Un psicópata, entendido de este modo extenso, no sería más que alguien que presenta la faceta o extremo más grave o límite de una configuración que suele darse en niveles menos graves entre la población normal o no clínica.
Explicado de otro modo, ser o no ser un psicópata sería más una cuestión de grado, y que admitiría posiciones intermedias, que se encuentran en la población normal en forma de personalidades perversas, aversivas u ofensivas, y que se manifiestan en las relaciones interpersonales como altamente problemáticas o incluso lesivas y victimizadoras de sus semejantes.
La inmensa mayoría de estos individuos no serían nunca evaluados o diagnosticados como psicópatas en un nivel clínico, y sin embargo estas formas subclínicas de psicopatía son igualmente una fuente de mal y sufrimiento humano en nuestra sociedad.
Entre ellos podemos contar sin duda alguna los cientos de miles de casos de maltratadores, acosadores domésticos, vecinales, inmobiliarios, defraudadores fiscales, parásitos sociales, familiares y profesionales, a acosadores escolares (bullying) y laborales (mobbing), y cómo no, también a muchos de nuestros políticos en pleno ejercicio de sus funciones.
Estas personalidades se denominan la “triada de las personalidades perversas o psicopáticas” o también la “tríada oscura” (The dark triad).
Estas personas que presentan niveles subclínicos de psicopatía se encuentran a diario en el trabajo y en nuestras relaciones sociales. Las tres facetas de la personalidad psicopática que se han encontrado son tres formas de desarrollo de la personalidad, que se presentan en la realidad correlacionadas entre sí, pero que no son exactamente lo mismo.
Entre ellas cabe observar diferencias significativas: el maquiavelismo, el narcisismo, y la psicopatía subclínica denominada autopromoción aberrante o aberrant self-promotion.
Las tres presentan un carácter socialmente tóxico y malevolente, con patrones de conducta tendentes a la descarada autopromoción, a la frialdad emocional, y al abuso y la manipulación en las relaciones.