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Tu pasado traumático como factor de vulnerabilidad a los procesos de seducción
Las víctimas de familias disfuncionales
Resulta conocido por todos los terapeutas que trabajan con víctimas de relaciones psicopáticas el hecho, casi sistemático, de la vulnerabilidad anterior de muchas de ellas.
Esta vulnerabilidad se remonta muy atrás, hasta la infancia. El desarrollo de patrones de apego inseguros o ansiosos es el resultado de procesos de victimización muy tempranos. Tanto, que los adultos no suelen ser conscientes ni recordar los hechos de su infancia por los cuales fueron transformados en presa fácil de las peores actuaciones ulteriores de un psicópata.
Las personas que fueron traumatizadas en su infancia presentan características que permiten a los depredadores aprovecharse y abusar de ellas mediante la Seducción con una enorme facilidad.
Todo el proceso de seducción, engaño, manipulación y abuso suele estar apuntalado en patrones que pudieron generarse años atrás y que suele llevar a este tipo de víctimas a un rosario de experiencias traumáticas, entre ellas, las de una pareja psicopática.
No se trata de masoquistas. En absoluto.
Sin embargo, los procesos tempranos de victimización que sufrieron en un etapa en la que aún no tenían plenamente desarrollada su personalidad les condujo a una mayor vulnerabilidad a la seducción. Esa vulnerabilidad es la responsable de que hoy en día como adultos vean incrementada la probabilidad de resultar víctimas de la manipulación y el maltrato a manos de parejas abusivas.
En su etapa infantil estas víctimas,
1. No aprendieron a discriminar las buenas de las malas intenciones de quienes se relacionaban con ellos.
2. No aprendieron a diferenciar el amor del maltrato, del abuso y la manipulación.
3. No aprendieron a establecer y defender los límites necesarios en sus relaciones.
4. Aprendieron a disociarse ante los traumas, de tal manera que la huida y el escape de la realidad se volvieron un posible recurso.
5. Aprendieron que “quien bien te quiere te hará llorar”, identificando el abuso físico y psicológico como algo normal y esperable en las relaciones.
6. No pudieron completar el desarrollo de una completa autoestima, ni su correlativa asertividad para defenderse proactivamente de los intentos perversos de aprovecharse de ellos de terceras personas.
7. Se convirtieron en especialmente sensibles a las promesas de liberación de su sufrimiento, dejándose encandilar o seducir mucho más rápidamente que los demás.
8. No pudieron tener buenos modelos de relaciones de pareja sanas o funcionales, viviendo en entornos caóticos, desregulados y violentos en los que la manipulación, los abusos y la falta de respeto eran la tónica.
9. No pudieron ver atendidas sus necesidades básicas de cuidado, consuelo y base segura, de tal manera que quedaron anclados en ese tipo de necesidades básicas.
10. Se acostumbraron a vivir en la incertidumbre, la inseguridad, el caos y el vaivén emocional constante.
11. Se aclimataron al castigo físico, al chantaje emocional, a la manipulación mediante la culpa y la vergüenza.
12. Se vieron forzados a parentizar a sus propios padres, convirtiéndose en los cuidadores o salvadores de sus progenitores, que no pudieron hacerse cargo de las necesidades de un niño o niña vulnerable.
Cualquiera que en una relación de pareja pueda aparecer como portador de una promesa de redención o rescate respecto a estas dolorosas sensaciones lo tiene muy fácil con estos “niños perdidos”.
La pérdida de la propia infancia en procesos de trauma intrafamiliar crónico convierte la adultez de aquellos niños maltratados y abandonados en una segunda parte aún mas duradera de sus padecimientos.
La falsa promesa de redención de estos padecimientos por parte del psicópata viola el alma de estos seres humanos, que arrastran así una vida de penurias y un calvario personal y emocional repetitivo.
Al no comprender el origen de todo ello, su culpabilidad aumenta el daño y la vergüenza llevándoles a ser cada vez más susceptibles a aceptar y acomodarse al abuso y maltrato emocional.