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Cómo funciona un psicópata

Un psicópata se caracteriza principalmente por una inquietante y pasmosa incapacidad de sentir emociones y de situarse emocionalmente en el lugar de otro.

Ni presentan remordimientos o sentimientos de culpa por las barbaridades, atrocidades, o fraudes que cometen contra otros, ni sienten ansiedad o malestar psicológico alguno por ello.

Si les atrapas in fraganti, alegan que son las verdaderas víctimas de sus víctimas, intentando invertir el proceso de victimización manipulando tanto a sus víctimas como a los testigos del proceso.

Cuando se disculpan o dicen que lo sienten, o simulan llorar de arrepentimiento, simplemente están clonando una emoción que no sienten con vistas a poder obtener más tiempo para seguir aprovechándose de sus víctimas.

Esto les proporciona una enorme ventaja en todos los ámbitos, muy especialmente en el de su pareja. Le generan una formidable disonancia cognitiva que conduce a la víctima a pensar que no es posible que le esté haciendo lo que le hace, a propósito, dándose cuenta del daño que le hace.

En 1941, el psiquiatra norteamericano Hervey Cleckley, en su libro The mask of sanity mencionó por vez primera la existencia de este tipo de personas y estableció las siguientes características típicas en los psicópatas:

1. Inexistencia de alucinaciones o de otras manifestaciones de pensamiento irracional. No están locos sino que son plenamente cuerdos.

2. Ausencia de nerviosismo o de manifestaciones neuróticas. No sienten ansiedad ni miedo de anticipación.

3. Encanto externo y notable inteligencia. El encanto supone capacidad de seducir y la inteligencia se manifiesta en forma de astucia.

4. Egocentrismo patológico e incapacidad de amar. Son inasequibles a la reciprocidad positiva, que es una característica universal de los seres humanos. Solo se “aman” a sí mismos.

5. Gran pobreza de reacciones afectivas básicas. Viven una especie de idiocia emocional o incapacidad de sentir o expresar genuinas emociones.

6. Vida sexual impersonal, trivial y poco integrada. El sexo es un modo de explotación y dominio del otro.

7. Falta de sentimientos de culpa y de vergüenza. A tal extremo que nunca sienten que hayan hecho algo que está mal o que les lleve al sentimiento de vergüenza.

8. Indigno de confianza. Ni son confiables, ni ellos se permiten confiar en nadie. Su desconfianza es proyectada hacia los demás que son percibidos como hostiles y con malas intenciones.

9. Mentiras e insinceridad. Son expertos en el arte de mentir y de inventar nuevas mentiras para tapar las primeras.

10. Pérdida específica de la intuición.

11. Incapacidad para seguir cualquier plan de vida. Son impulsivos y se aburren pronto de todo, también de su pareja.

12. Conducta antisocial sin aparente remordimiento.

13. Amenazas de suicidio raramente cumplidas.

14. Razonamiento insuficiente o falta de capacidad para aprender la experiencia vivida. No aprenden de sus errores ni sienten miedo de las consecuencias de sus actos en el futuro si les descubren.

15. Irresponsabilidad en las relaciones interpersonales. No se responsabilizan de nada de lo que hacen y tienden a culpar siempre a otros de los desaguisados que perpetran.

16. Comportamiento fantástico y poco regulable en el consumo de alcohol y drogas. No se privan de lo que les apetece. Lo quieren todo y lo quieren ya, incapaces de diferir la gratificación o de tolerar la frustración.

Estudiando a los psicópatas, McCord descubrió algo realmente inquietante ya en 1964, las dos características principales que los definen:

1. La incapacidad de amar a otros.

2. La incapacidad de sentir culpabilidad.

Craft añadió un tercer rasgo principal del psicópata:

3. La ausencia de sentimientos empáticos hacia los demás.

Su egocentrismo y su falta de empatía son los factores responsables de las anormalidades que presentan en sus relaciones interpersonales.

Al ser incapaces de situarse en el lugar de los demás, los psicópatas los manipulan tranquilamente, como si se tratase de meros objetos o instrumentos, satisfaciendo de este modo sus deseos, sin preocuparse en absoluto por los efectos de sus actos sobre ellos.

Al parecer, usan a los demás como si fueran meros apéndices o extensiones corporales, entrando en rabia o en furia cuando no les obedecen, experimentando la misma rabia que uno sentiría al descubrir que su mano o su pie no obedece las órdenes motoras de tu cerebro.

El profesor canadiense Robert Hare, el mayor experto a nivel mundial en materia de psicópatas, y que los lleva estudiando más de 30 años, coincide en señalar que la característica central del psicópata es su incapacidad de mostrar empatía o genuino interés en los demás (Hare, 2005).

Hare insiste en que el rasgo más diferencial del psicópata respecto a otras personas es su indiferencia emocional hacia todos.

Esta indiferencia hacia los sentimientos de los otros hace que después sea capaz de manipularlos y utilizarlos para satisfacer sus propios caprichos o deseos sin hacerse ningún problema ni moral ni emocional.

Al parecer, el psicópata no desarrolla respuestas condicionadas por las emociones más básicas.

Los psicópatas se dejan influir menos por los demás y ejecutan con la mayor maestría tareas sin dejarse influir por la presión psicológica. No se trata de un déficit intelectivo o de capacidad.

No son idiotas o personas con dificultades por un bajo cociente intelectual. Su problema no estriba en que el razonamiento lógico esté dañado.

La lógica existe, aunque suele estar pervertida.

Conocen perfectamente a un nivel intelectual la diferencia entre el bien y el mal. Conocen la existencia de las normas y de las leyes.

El problema es que, sencillamente, no les importan lo más mínimo. Les resbala el cumplimiento de todo tipo de normas, sean legales o sociales.

Al no temer por otro lado el dolor o el sufrimiento, sus acciones para depredar, abusar y explotar a los demás suelen ser altamente eficaces.

No les tiembla el pulso cuando se tienen que enfrentar al peligro o al riesgo. Lo único que determina su conducta social es un cálculo frío y racional de lo que van a sacar u obtener de sus acciones.

No se suelen arrepentir, ni expresan sentimientos de culpa, ni de miedo o ansiedad. Si lo hacen, se trata de meras estratagemas para camuflarse o para seducir al que tienen delante.

El psicópata es todo menos un loco. No tiene alucinaciones ni delirios, ni se cree otra persona. No presenta crisis de ansiedad ni los conflictos psicológicos internos típicos de los neuróticos.

Sin embargo, su mundo emocional es limitado. Se trata de una especie de autista social respecto a los demás.

Después de 30 años de tratarlos y estudiarlos, Robert Hare concluyó categóricamente que la psicopatía no tiene remedio o cura.

Se ha intentado todo con los psicópatas pero no hay nada que funcione con ellos. Hasta este momento no se ha descubierto ninguna terapia eficaz.

Robert Hare advierte que no se practique la psicoterapia con ellos, pues lo único que hacen es aprender cosas peores.

Por lo que se ve, los programas de rehabilitación y las terapias funcionan al revés para ellos. No solo no mejoran sino que empeoran el pronóstico.

De ahí que esperar la remisión del comportamiento de un psicópata es propio de la ingenuidad formidable que habitualmente presentan sus víctimas.

Amor zero
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