NOTA FINAL

La septuagésima quinta convención anual de la Asociación de Libreros Americanos tuvo lugar en los días señalados en este libro, en una ciudad americana y en ciertos hoteles de esa ciudad.

Algunos sucesos ocurrieron como aquí se cuentan. Yo, Isaac Asimov… asistí enviado por la editora Doubleday para escribir un libro de misterio titulado Asesinato en la Convención. Fui presentado a Cathleen Nesbit, a Anita Loos (complétese con retruécano), y también a Douglas Fairbanks, jr. Fairbanks habló durante la comida del lunes. Muhamed Alí, Leo Durocher y mistress Namath estuvieron en la convención en una u otra ocasión y hubo también una mesa redonda titulada «Explicación de lo Inexplicable», que contaba con Walter Sullivan, Carl Sagan, Charles Berlitz, Uri Geller y yo, aunque no fue tan tranquila como aparece en este libro. En tal ocasión, hasta di la pequeña charla que cito (más o menos).

También firmé libros el martes (no el lunes), aunque es innecesario decir que no hubo incidentes en aquella ocasión. La otra persona firmante era Dan Rather, para quien la ocasión fue un triunfo (y con quien me sentí satisfecho de encontrarme y divertirme al final de la tarea).

Es más, al menos uno de los accidentes descritos como ocurridos a Darius Just me ocurrieron a mí. Llegué a la convención el sábado, procedente de otro estado a fin de llegar puntual a una cita, sólo para encontrarme con que la cita había sido adelantada por la razón que se apunta en el libro.

Habiendo dicho todo esto, y habiendo escrito el libro de la forma más realista posible, estoy seriamente preocupado por si alguien piensa que la convención se frustró por sucesos como los expuestos en el libro, o que el hotel u hoteles en que tuvo lugar la convención están implicados en líos como los aquí descritos, o que cualquiera de los empleados del hotel o de la ALA, o cualquiera de los asistentes a la convención tienen algo que ver con los incidentes que aparecen en el libro.

Debo declarar que este libro es pura ficción; que la ciudad innominada y el hotel innominado en los que la convención tuvo lugar, son, para sus propósitos, creaciones de la imaginación; que el asesinato y todos los sucesos relacionados con él son completamente imaginarios; que nadie de cuantos hablan en el libro —excepto Isaac Asimov— tiene existencia real.

Todos mis personajes están inventados y si hay algún parecido, real o imaginado, entre cualquier personaje de este libro y cualquiera de la vida real, es algo libre de intención y meramente coincidencia. En particular, Giles Devore (que no me gustaba), Darius Just (que me gustaba) y Sarah Voskovek (que me gustaba mucho) son criaturas de mi imaginación.

Por último, debo disculparme por haberme introducido en la obra. Su fin no es otro que el de prestar verosimilitud al relato. Espero que usted estará de acuerdo con eso y no desaprovecho la oportunidad de sublimarme un poco. De hecho, creo tener buenos recursos cómicos y, en vista de eso, espero que me perdone.