CAPÍTULO DIECINUEVE

DEAN
DÍA 33
Traducido por plluberes
Nuestras mochilas se habían ido―estaban en el camión. 
Jake no tenía traje, pero ya que era tipo B, apenas importaba. 
El resto teníamos nuestros trajes. 
Respirar a través de la boquilla era incómodo, pero funcionaba, incluso corriendo. Y el hecho de que básicamente estuviera sosteniendo la máscara en la cara al tener la boquilla en la boca significaba que la máscara/visor no desentonaba demasiado. Era sorprendentemente estable. Incluso corriendo a toda velocidad. Diseño japonés. 

* * *
Jake llevaba la ventaja. Nos llevó a través de un campo de hierba bajo y marrón en un barrio residencial. 
Corrí detrás de Astrid y lo hice a propósito. Pensé que podría bloquear una bala si el tipo le disparaba. Probablemente tonto, lo sé, pero eso es lo que hice. 
Las casas pequeñas de aspecto agradable estaban en ambos lados de la calle. 
Jake se posicionó detrás de una camioneta y esperó por resto de nosotros.
―¿Todo el mundo está bien? ―preguntó. 
Asentimos, tomando aliento. 
La cuestión era que con estas boquillas se hacía difícil hablar. 
―¿Estás bien, Astrid? ―le preguntó. Ella asintió con la cabeza, agarrando su vientre. 
Se agachó y al principio pensé que estaba enferma, entonces vi que sus zapatillas estaban desatadas. Las había puesto en los pies de su traje de seguridad sin atar los cordones. 
Gracias a Dios que no había tropezado. 
―Síganme ―dijo Jake―. Tendremos… vamos a buscar un coche.
Comenzó a bordear calle abajo. 
Estaban gritando, en una de las casas. Un sonido horrible, nervioso y discordante. 
Miré a Niko. ¿Debemos ayudar
Él negó con la cabeza y siguió a Jake. 
Luego vimos a una joven en la calle.
Estaba frente a una casa pequeña y blanca que se encontraba en medio de dos casas grandes de ladrillo. 
Estaba murmurando para sí misma y llevaba los brazos cargados de cosas, varias cosas hacia un sedán Mazda, con la marcha puesta, estacionado junto a la acera. Llevaba ropa de ejercicio y su cabello castaño estaba saliendo de una cola de caballo y pegándose en su boca. 
Había cosas en el suelo detrás de ella, un portarretrato, un frasco de mayonesa, un sombrero de paja, un cojín de sofá.
Tiró todo en la parte trasera del coche y se apresuró a recuperar los elementos caídos y meterlos adentro, también. Entonces nos vio. 
―¡No se acerquen! ―gritó. Y vi un gran cuchillo en su mano. Un cuchillo de un chef. 
Lo había estado llevando mientras sostenía las cosas, y por eso se le estaban cayendo por todas partes. 
Además, era claramente AB, total y salvajemente paranoica. 
Nos encontrábamos a ciento cincuenta metros de distancia. 
―¡No! ¡No! ¡No! ―exclamó. Se alejó de nosotros, de nosotros, y luego vio a un hombre detrás de ella, moviéndose rápido.
Escupí la boquilla y grité: 
―¡CUIDADO! 
Y me precipité hacia adelante, tratando de, no sé, salvarla. 
Pero el hombre llegó a ella antes que nosotros. 
Era ancho de hombros, calvo, con una barriga, y era O. 
Caminó hacia ella por la espalda, los brazos y la camisa blanca abotonada, salpicados de sangre. Cabeza baja, los ojos brillantes, con el llamado de asesinar.
O, O, O―reconocí. 
―¡Dispárale! ―le gritó Astrid a Jake. 
Pero el hombre O tenía sus manos alrededor de la garganta de la mujer, aplastando la vida fuera de ella. Triturando su garganta. 
Sus ojos saltaron y fue horrible, horrible, horrible. 
Entonces grité con rabia y quería pelear con él, pero Niko me estaba tirando para atrás. 
El hombre consiguió el cuchillo de la señora y la apuñaló en el pecho.
La apuñaló una y otra vez, como un niño perdido en un juego. 
Niko me arrastró lejos, Jake lo estaba ayudando ahora, y me llevaron al Mazda de la mujer. 
El hombre me miró. Estaba sonriendo locamente, lamiéndose la barbilla, donde le había caído un poco de sangre. 
Astrid aceleró el motor del coche y luego Jake me empujó dentro cuando Niko saltó en el asiento delantero del pasajero.
Astrid puso el coche en marcha y se alejó. 
Jake luchó para cerrar la puerta. 
Estábamos sentados en los artículos de la mujer. Encima de montones de objetos extraños. 
Miré por la ventana trasera del coche y vi al hombre volver a apuñalar a la mujer con el cuchillo de chef. 
Grité con desesperación.