Esta olvidadiza memoria, me hace hilvanar retazos, del ayer, de mi ayer, de otros ayeres, tal vez de “los otros”, no tengo una plena seguridad, es más bien una mera suposición, ya lo sabes mi inquieta vocecilla algo tiene que ver con este supuesto. La confusión me acompaña cuando hablo contigo ¿Qué le vamos a hacer? Hablo, tal y como las palabras vienen a mi mente, aunque a veces les cuesta pasar por el embudo, parece que se taponea, y hay que darles un pequeño empujón para que caigan, para esparcirlas lentamente como la canela en un licuado de plátano ¿Te apetece?
O cómo aquellas canastitas que horneaba Fernando a un lado de la casa de la abuela ¿Los recuerdas? Tenían ese peculiar sabor a canela, desde que se estaban horneando podías sentir su textura, su dulce tesitura en el paladar, unas pasas eran la decoración perfecta de esas delicias para los infantes, para los grandes, para… Cómo quisiera tener una entre mis manos, y acompañarla con este insípido café, hoy particularmente su sabor parece ausente.
Trastabillan mis palabras, tal vez por esa manía de hablar tan rápido, ¿te había dicho ya que las mujeres tenemos ese fervoroso deseo de platicar con alguien, de ser escuchadas? Algo tiene que ver esta afectación que me acompaña, a veces…a veces ni siquiera yo misma me entiendo, acomodo la línea de las palabras de una forma extraña, un tipo de curva, tal vez un torbellino, atropello las palabras si me permites el término para hacer referencia a ese aplastamiento que hago de las palabras, quedan tan comprimidas que apenas pueden moverse un poco.
Otras veces creo que estoy tan apurada haciendo siete mil cosas, que cuando hablo me confundo, vuelvo sobre las ideas que me recorren, dicen que nosotras las Evas somos criaturas de costumbres, que tenemos una terquedad bullendo en nuestro interior, tenemos tanto que decir, y tan pocos oídos dispuestos a escucharnos, ustedes…ustedes sólo se limitan a asentir, parecen ponernos atención pero es una trampa para engancharnos, a veces torpemente nos dejamos engañar.
No soy una extraordinaria conversadora, como te habrás dado cuenta, apenas puedo balbucear unas cuantas palabras, por eso…por eso mis cartas tardan mucho en prepararse, dedico más de tres noches en hilvanar las ideas que me atosigan, después…después tengo que zurcirlas y preparar el discurso de la carta, confundo las palabras, no soy una enciclopedia ambulante, así que de cuando en cuando busco en el diccionario el sentido preciso de las palabras, ¿te acuerdas de la palabra marmóreo? Yo había puesto originalmente marmoleo, pero ambas tienen significados diferentes, así que dije lo que debía decir, como debe decirse, no como lo había dicho. ¿Confuso verdad?
Tu incorregible Eva.