CARTA 32

Espejismos

 

Adanes y Evas, somos un poco de luz y sombra, tratamos de echar un vistazo al mundo, cargados de costumbres, corriendo, dándonos prisa, a propósito de esto último ¿te has dado cuenta como los jóvenes y mujeres de hoy tienen demasiada prisa por crecer? Como si quisieran que el tiempo pasara de prisa, desarrollarse y hacer cosas de grandes, rebosantes de entusiasmo, sonríen, inventándose un futuro apenas inverosímil.

 

Hombres y mujeres se olvidan con prontitud de sus muñecos, de los juegos de niños, lo dejan todo atrás con tal de poder inmiscuirse en la vida y probar un montón de nuevas cosas, la inocencia marcada con tiza se desvanece, arriesgan su libertad cansada, la carne con ávido apetito despistadamente se escabulle en los recovecos de los bolsillos, la lengua susurrante parece echarnos miedo con la culpa que saldrá por debajo de la cama, todo ocurre tan de prisa que cuando uno se da cuenta, ya es demasiado tarde.

 

Tengo la mala suerte de expresar lo que yo pienso, pero no a todo el mundo, sólo contigo puedo ser capaz de erguirme, de pensar cosas ridículas y darles un poco de sentido, ya lo ves me refugio en ti con sospechosa sensibilidad enclaustrada, meditabunda, con este temperamento resguardado en el anonimato, una pizca de miedo y tres puños de ilusión, con cuidado, con cuidado, un poco coqueta, un poco aburrida, vestida con las dudas, pero pensando en esta vorágine yendo despacio, en las penumbras con el café hirviente a cuestas, centímetro a centímetro.

 

Alucinamos con espejismos adheridos a la conciencia con bisagras rotas; sabes… tal vez la adolescencia y la juventud, sean sólo un trampolín para que nos podamos lanzar mortalmente al precipicio, pero cada cabeza es un mundo, un mundo de posibilidades, un mundo de explicaciones inexplicables, muchas veces simplemente nos dejamos llevar por los impulsos, por el deseo de salir de sus jaulas, al menos lo digo por nosotras las Evas.

 

Me decía Doña Delia una de mis vecinas de hace 7 años, que cuando ella era adolescente, estaba cansada de fregar los platos, de tener que lavar enormes bultos de ropa, desmancharla haciendo mil trucos, planchar la ropa, tener que doblarla, limpiar la casa y otras tantas cosas más que toda mujer debiera hacer; es interesante ver cómo estas labores evaporaban sus fuerzas y en un fallido intento, creyó que al volar con un hombre conseguiría librarse de sus tareas, y en divino castigo purificador cae nuevamente en el juego de su propia trampa, trampa que ella tejió para sí misma.

 

Sin embargo la triste realidad para Doña Delia fue bifurcarse entre el quehacer de cada día y el estruendo del deber ser; tuvo que tender sus sueños a secarse al sol, acostumbrarse a matar el tiempo con pequeñas naderías, a desalojar la razón, a sacudir el tiempo, desollar la conciencia para permitir las familiares ausencias, arrodillarse cada día hasta tener esas horribles durezas punzantes, tanto fue el número de veces que hasta pensó que era un estigma de Dios nuestro señor para sufrir con él en el silencio indefinido.

 

Inútil penitencia por voluntad propia para contrición de su alma y la de sus seres queridos, en fin otras tantas devociones para cada hora del día, la envidio cicateramente, pero yo…no soy capaz de cumplir una ingrata penitencia, no tengo el carácter necesario, se me agota la paciencia, la incierta fe me agobia, me…

 

Ella, yo, y otras Evas agachamos la mirada, hilvanamos las pocas monedas del salario, como intentando estirarlo al límite; repetimos hasta el cansancio los rezos memorizados para desterrar al demonio tratando de no incurrir en pecadillos deleznables, todo ello para encontrar finalmente nuestro sitio como Dios manda, como amas de casa, honesto título para una mujer que contiene su respiración, que toma de la mano a su marido o del brazo según los usos y costumbres, que tiembla y un escozor la recorre de pies a cabeza y la ruboriza candorosamente.

 

la supuesta astucia argüida por Doña Delia en su época de nada le sirvió, y creo tampoco es válida en la actualidad, si acaso por allí una que otra Eva oportunista, haga todo lo que esté a su alcance, tres noches y un poco más, la dádiva otorgada tiene su recompensa para mujeres que saben cómo obtener lo que quieren, majestuosamente han sabido utilizar sus neuronas y las divinas gracias de su cuerpo voluptuoso, dormir en el lecho, le da a una ciertos derechos, sí son reclamados para borrar la mancha del pecado original, no cabe duda a que a estas Evas sí se les abrieron los ojos para despertar de su somnolencia.

 

¿Y Adán?, Adán no dice nada, ha disfrutado con pelos y señales de la primera vez, ha caído rendido a sus pies como si viera al mismísimo verbo encarnado frente a sus ojos, está completamente emborrachado de placer, mañana…mañana, habrá que trabajar modestamente para obtener los favores de su amada, y desposarla antes de que las murmuraciones hagan mella en el honor de su Eva.

 

Adán tampoco dice nada, es bastante conveniente, ha obtenido la mejor ganancia en el combate de su vida, sería insultante que después de tal muestra de amor, él la abandonara, esto no le ocurre a las Evas previsoras, a aquellas que utilizan todos los artilugios a su alcance para obtener un matrimonio bien avenido; para las otras, para las Evas insensatas ven la otra cara de la moneda, pues con frecuencia recurrente la excusa que nos dan ustedes: ¡Si conmigo lo has hecho! ¿Con cuántos más te habrás acostado?

 

La frase nos denigra, pues no valen las palabras, o los llantos predestinados de las mujeres, nada importa…nos desdeñan como platos de segunda mesa, la cerradura ha sido abierta, nos volvemos material de segunda mano, espigas dobladas por el viento, aluminio que ha perdido su brillantez por el uso. ¿Qué estupidez no te parece? ¿Perder la valía por el simple hecho de haberse entregado en una noche? Las pérdidas son demasiadas, creo que es bastante viable declararse en banca rota, ellos se han entretenido y nosotras, nosotras nos quedamos varadas en el fango.

 

Antes de retirarse sigilosamente las Evas, lanzan unas cuantas maldiciones al viento, sin sabores alados como las semillas del diente de león echan a correr en la penumbra; profundamente alucinadas enjabonan sus cuerpos restregándose ásperamente como con ese deseo obligado de lavar sus imperfecciones, por eso tal vez se dice que en el pecado llevarán la penitencia, creo que jamás van a librarse de esa pesadilla, al menos no en este maldito lugar.

 

Muchas veces después de este incidente, nosotras permanecemos escondidas, maniatadas, detenidas en nuestras habitaciones, palideciendo con intensidad, pensar en otra oportunidad, creo que por el momento resulta una broma de mal gusto, el chirrido silencioso de “los otros” parece que se cuela por las rendijas de la habitación, contemplándonos de arriba abajo, parecen buscar un pequeñísimo indicio para sojuzgarnos.

 

Por eso te digo mi hermoso Adán, hombres y mujeres somos luz y sombra capturados en un lienzo, sostenido en este caballete que llamamos vida, los pinceles son tierra de nadie, falta de entendimiento, profundas preocupaciones, fascinantes defectos, invasivas discusiones, intromisiones auténticas, evoluciones infructuosas, conscientes ideas, convivencia exasperante, sensaciones encontradas, desencuentros inconscientes, secuelas del pecado original absurdamente cuestionable; en fin un millar de cosas que te pueden sacar de tus casillas en algún momento, pero nadie es perfecto, en medio de la nada dibujemos juntos bocetos difuminados con la luz del medio día, un poco de rocío marino, y otro tanto de locura razonable.

 

Tu irrazonable Eva.

 
Cartas a Adán
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