Mi muy estimado Adán, tengo un cierto sentimiento que me ha visitado los últimos días, sueño pedazos en un formato quebradizo parecido a un rompecabezas; en lo más recóndito de mi interior se mezclan matices de realidad, del inconsciente, de los miedos no superados, de anhelos latentes que obtienen su vía de escape en el país de los sueños, como una forma de mantenerme serena, tranquila, con los pies en el suelo.
Por las mañanas, recuerdo sólo fragmentos de toda la vorágine que se avecina en el sueño; me complica recordar a ciencia cierta todo el hito del sueño, me enoja no tener un balance equilibrado de todo lo que tengo dentro de esta caja cerebral, no tengo conciencia plena de la secuencia lógica de ese acertijo; créeme que hago todo el esfuerzo posible y me doy a la tarea de atar esos fragmentos y en cierto modo darles cierto sentido pero no siempre lo consigo, la neblina cubre muchos de los recuerdos del sueño, luego abuso un poco del café para despertar a mi conciencia adormilada y aspirar el nuevo día.
Recuerdos ausentes, fachadas que se cuelan, pero debo engancharme a mi día, sabes quiero decirte que yo siempre he pensado que no sueño, pues casi nunca recordaba nada de esos sueños, ¿o será que duermo tan profundamente? que el poco tiempo que lo hago que apenas queda tiempo para perder el tiempo soñando, pero últimamente afloran cuando abro los ojos esas piezas desgranadas que parecen formar parte de un cuadro surrealista concebido casi en los márgenes de la locura.
Con curiosa familiaridad me dejo llevar en la farsa del día a día, sin embargo sucedió algo que me dejó atónita encontré a alguien una de las noches que salí, un hombre de carne y hueso al que le abrí las puertas de mi corazón neciamente, sabiendo que la argolla haragana entre sus dedos me lo prohibía, finalmente me dejó, se diluyó en la alborada, pequeño demonio, que ha abierto esta ansiedad por describirlo aunque sea solo una sombra, un vago sopor con sustantivos y adjetivos movedizos.
Me siento confundida, y no sé ni por dónde empezar no sé si lo viví antes y ésta es sólo una repetición de ese momento o lo anterior fue sólo una deliciosa pesadilla; dejaré que las palabras caigan en cascada; fui estambre fallido en un lienzo, libélula ajena a su horizonte, creí en el fatuo compromiso que dibujé incluso cuentos de hadas en la espuma, di albergue a un insensato sentimiento, te lo confieso; creció en las oquedades que me habitan y el bramido de la noche ahora me insulta por mi estúpida creencia impenitente.
En tres punto catorce dieciséis aquelarres me inmolo con él, erosiona mi alma en un susurro, se aparta despreciable de mi senda; a la orilla de sus uñas me sereno, y en el boldo de sus labios hinco un beso, que se disipa en las sombras del olvido, apenas puedo recordar algunas cosas, casi nada…esta amnesia temporal me abraza con la duda ¿Acaso sólo fue un sueño taciturno de Morfeo?
Tres punto catorce dieciséis, ¿Qué demonios es esa cifra? Nunca lo he entendido, y tampoco me ha hecho falta, recuerdos inconscientes en mi anatomía, sucesos en mis anhelos sin rostro, ya sé que te había dicho que no me sentiría una fracasada, pero este sentimiento me impregna como una telaraña, no me deja en paz, entre más trato de separarme de ella, más me enredo en estos delgados hilos de luz.
Con soluble mirada me repruebo pero hago caso omiso a los mis demonios anclados en mi alma, testarudamente me dibujo insolente, oculta entre las sombras con ese vagabundo de la noche; me desconcentro de lo importante y deambulo en los días como idiotizada; con ayuno voluntario sólo la cafeína parece mantenerme en pie, repitiéndome que es una estupidez, una traición a la realidad.
Soy una desvergonzada tratando de reinventar la decencia y pincho con anzuelos su osamenta, sedentaria mastico con descuido su tez colapsada que me punza el cerebro, freno las cuchillas de los sueños; e intento salir de esta alucinación esquizofrénica que me habita, sentirme ajena, imprimir la luz del día en mis neuronas para rehusarme a creer que en verdad puedo hacer esto y volver en mí misma.
Semejante demonio que me increpa, y me anima a exclamar en agonía. Demonio natural que conmigo yace en la penumbra, enumera deleitable los efectos que padezco, en mi estado moribundo, se yergue en las tinieblas de mi vida, me priva en sus hábitos sustancia…agresiva me lanzo al precipicio intentando tomar el fruto prohibido que no encuentro.
Se desvía tranquilamente incorruptible, determina la flaqueza de mis pasos, y piadoso homicida sempiterno, permanece en la hechura del trapecio, y me lanza una sonora carcajada, sabiendo que se aleja de mi vida; su nombre se asemeja a un pentagrama, e indecible confundo a la herejía, que lo busca en adjetivos contundentes, lunática consumo sus texturas, y en la obsidiana de sus ojos me adivino, me enfundo en su pecho; y sepulto a mi voz que a veces calla; en letargos graduales que se cuajan.
A tabaco me sabe su aliento de quimera, y fanática en él sigo creyendo, esquivo la calcárea costumbre de los días, mi pasarela, resucito el estático silencio; y me calzo de nuevo en mi fermento, recrimino con ánimo furtivo, la tatuada libertad que convenimos, y después suplico con mesura, la esclavizante acidez de un nuevo encuentro. Y me sigo preguntando ¿De verdad estoy soñando? Creo Que mis únicas opciones, es dejarlo ir, dejarlo ir, o repetir este episodio una y otra vez, una y otra vez…
Tu inquieta Eva.