En este Edén, en este libro, sólo importa el encuentro de todos nosotros, los amantes esenciales Adán-y-Eva. Y se trata de lo que paladeamos más entre todos los placeres: Un fruto prohibido que ya conocemos: La roja manzana. Pero, cómo es posible paladear, ¿con la misma manzana? A poco, díganme si es cierto que nuevas prohibiciones irresistibles nos han vuelto a expulsar del Paraíso original. Y, ¡parece que sí!, sin remedio, así es. El autor, Demetrio Navarro del Ángel, nos deleita explicándonos quién realmente será el culpable de la nueva expulsión y de la renovada redención de todos los que somos los Adanes/Evas del mundo terrenal actual.
La sucesión de los Adanes y Evas contemporáneos -quizá en un ya singular pluralizado como Adanes/Evas-, presentados a lo largo de encuentros sensibles, extraordinariamente narrados, por Navarro del Ángel, nos hace suponer:
Primero, como antes siempre, que la culpable de la expulsión del Paraíso de los amantes en el Cielo, fue Eva al comerse la manzana del “árbol de la ciencia del bien y el mal”, y luego al dársela a su esposo, Adán;
Después, las historias del pecado original recontadas por los propios Adanes/Evas contemporáneos de Navarro del Ángel –que somos todos nosotros-, nos convencen con historias de vidas extraordinarias, de que no es así, puesto que casi siempre la verdadera culpable de la expulsión de la vida inmortal, sigue siendo <fémina o varón>, la o el: atractiva/o, irresistible, engañosa/o de siempre, la (el) amante dominante. O sea, la serpiente, pero, al final de cuentas, como entre Adanes/Evas, da enteramente igual que seamos cualquiera de las personas, casi siempre el/la Otro(a), incluso Dios, parece ser el mejor de todos los culpables de dichas y desventuras paradisiacas y terrenales.
Al igual que las escenas de la vida de la pareja original resultaron ser muchísimo más contadas después de abandonado el Paraíso, aquí en el libro también pasa lo mismo. Las virtudes en muchas ocasiones se exaltan desde la sensible ataraxia social. En las 53 cartas que se va a encontrar el lector enseguida, los hechos del Paraíso de los amantes -verdaderamente extraordinarios, pero fugaces-, son realmente insignificantes frente a los hechos, circunstancias, dolores y riquezas y desencuentros interminables de los sentimientos que tensionan la carencia del Paraíso eterno y de un amor completamente seguro.
Así como las imágenes que guardamos todas nuestras vidas son los de nuestra más tierna edad, en este libro es claro que el amor que experimentamos de niños deja su huella en nosotros, indeleble e inevitable. Sobre esta imagen que cada uno de los lectores guardamos en nosotros con cariño especial, Adanes/Evas de Navarro del Ángel, entretejerán sus descubrimientos del mundo, mezclarán sus imágenes de placer o desventura; fundirán sus historias del pasado personal y de todas las sociedades surgidas y desaparecidas, tantas veces antes nuestros ojos, desde que Dios hizo crecer a los primeros amores originales.
Con esta novela epistolar sí vemos exaltarse con gran sorpresa y fuera de todo nuestro control, cómo los protagonistas incorporan de inmediato todo lo que opinamos y sentimos, lo que hemos vivido y pensamos del buen o mal amor, lo que atestiguamos sin remedio acerca de cómo Adán/Eva incluyen nuestras ideas más firmes y las opiniones que guardamos como nuestros tesoros, están en ellos casi todas nuestras terquedades, como ellos se entretejen en todos nuestros más caros recuerdos y afanes.
Confirmamos con esta lectura, sin lugar a dudas, cómo con el primer amor permanecen imborrables las huellas testigos de lo que han sido nuestras curiosidades originales y primeras emociones. De allí que no sea de sorprender, tanto, que Navarro del Ángel nos haya capturado sin darnos cuenta al apenas traspasadas las primeras líneas de sus argumentos tan evocadores de nuestros propios Paraísos originales, de los ideales que son soporte de nuestras vidas y amores. Ideales de sentimientos y prácticas que son expuestos, refrescados, criticados duramente o compartidos con las imágenes de los propios protagonistas Adanes/Evas que a través de sus emociones continuas, brotan sin parar y a borbotones de esta lectura.
Del más profundo simbolismo de la creación o sea del Génesis, este libro extrae profusos sentidos que renuevan el origen evolutivo de la especie o bien, que cortan tajantemente con el principio mitológico de irredimible autoalienación de la época. Y se exploran otras posibles oportunidades de que se puedan redimir insumisos, discapacitados, rebeldes, funcionales diferentes, expulsados, migrantes, insensibles, inhumanos, deshumanizados, los ricos y los pobres.
De ahí entonces que con este libro, ese pasado del Edén original, pueda ser mejor. Y si las imágenes que recordamos del pasado bíblico que tenemos, aquí con esta lectura pueden ser distintas, para cada quien, no importa. Eso mismo diverso y cambiante, nos explica cómo es posible que cada recuerdo cambie cada vez, a cada instante, en cada uno de nosotros, y que al recordar, volvamos a nombrar a nuestros amores iniciales, modificándolos creativamente.
Con esta cualidad del libro, entre muchas otras que son notables como su extraordinario fluir de la palabra, casi versada, culta, pero tan ampliamente humana, es notable constatar que los sentimientos auténticos y más profundos de los protagonistas Adanes/Evas del libro -o sea nosotros mismos-, resultarán -o sea, resultaremos-, irremisiblemente convergentes con cualquier otro humano, de cualquier clase social, tiempo y lugar.
Con esto, Navarro del Ángel, termina de cautivarnos con las proyecciones adánicas y evaícas en las que subyacemos los lectores y otros más, que hacen dialogar a partir de nosotros mismos, sus actores/lectores protagónicos en las aventuras del libro. Imposibilitado(s) el o los Adán(es)/ Eva(s), como nosotros mismos lo estuvimos idealmente, de dejar de converger al paso de las aventuras y sentimientos, con las imágenes de lo que cambian a sus múltiples vidas, resulta un cotejo que nos compara con nosotros vistos y sentidos desde el yo múltiple del libro.
Con lo que cotejamos sin remedio, cómo el hecho y medida en que cambiamos nosotros, es cambio en las sociedades y cambio en la propia función de las representaciones del pasado experiencial. Este diálogo entre Adán/Eva-y-Lector(a), comparte una búsqueda permanente de identidad, que sea historia y que sea memoria tan bellamente prolongada como la de Adán/Eva más allá del Paraíso.
La sensibilidad y profundo sentido del intercambio emocional igualitario, mutuamente enriquecedor y realmente profundo, que iguala a hombres/mujeres, aquí supera todos los desamores en el mundo de la época contemporánea de Navarro del Ángel. Y con ello, más que remitirnos nos subsume en un exigente y vital “sentido de Adán-y-Eva”.
De tal modo que al leer este libro, sea inevitable volver la mirada a las prácticas-del-querer, evocando el Génesis fundacional. Sobre todo, porque naturalmente, vamos quedando convencidos de que el amor filial, conyugal y cívico, se socializan a medida que se hacen visibles, en lugares/momentos precisos, dos unos -tú y Yo, que somos multitudes-, anticipando lo que todavía no son, pero ya están siendo.
Así, este hermoso libro hace dar un salto a la acción, provoca desear participar de estas socio odiseas del Adán-y-Eva, guardado en cada quien y común a todos que despierta inquietudes dormidas, deseosas de encontrar a fondo las claves de reconocimiento propio, de gozo y autorrealización, de encuentro de potenciales comunes, de amor propio compartido, pleno de virtudes y bondades que sean no ajenas y hostiles, sino sí mutuamente compartidas.
El encuentro del “sí mismo” (el Self) con el Otro, conjugados en la plenitud del ser común de Navarro del Ángel, no puede ser algo más que divino. Y aun así, para el autor, en la actualidad, ya sólo se estaría a la espera de que nos librásemos materialmente de todo sentimiento de abandono, de frustraciones y rupturas, del ego, para que sabiéndonos junto con otro(a), seamos con toda consciencia y con toda la fuerza de nuestros sentimientos, unos juntos con el mundo.
Lo que nos comparte Navarro del Ángel, es realmente tan excepcional como haber estado en el mismo Jardín del Edén, del Génesis original. Estas noticias de posibilidades alternativas que nos muestran otros sentires de nosotros con los otros como si fueran los de los propios Adanes/Evas originales, son una invitación a compartir sin límites una convivencia que sea auténtica felicidad henchida de amor y de belleza.
Margarita Camarena Luhrs
Ciudad de México, junio de 2015