Capítulo 113
Dicen que toda cruz tiene su cara y por lo que se ve ha llegado el momento de que saboreemos nuestra ración de cosas positivas. En medio del dolor y la convulsión he empezado a apreciar una forma de vivir diferente, más amable y tranquila. Cuando perseguía el sueño de mi marido no tenía ni idea de que finalmente se convertiría también en el mío.
Estoy apagando el calentador en el lavadero por la noche cuando veo un atisbo de encaje negro asomando por el trasero de Hamish.
- Me preguntaba adonde habían ido a parar. Ven aquí, perro loco -Hamish gimotea, con las piernas temblorosas, mientras saco mis braguitas, pulgada a pulgada, de su parte posterior. Sujetando el menor trozo posible, echo las bragas directamente a la lavadora y selecciono la temperatura máxima. Hace mucho que he renunciado a comprar ropa interior nueva y me limito a volver a lavar lo que Hamish se traga. He observado que las braguitas de Marks and Spencers son las que menos sufren con los procesos digestivos de Hamish y con los lavados a alta temperatura, así que ahora compro toda mi ropa interior por Internet.
Una vez que me lavo las manos, el perro me sigue escaleras arriba. Además de tolerar el fetichismo de Hamish con las bragas de encaje, hace mucho que también he dejado de intentar dejarle atado en el lavadero por la noche, porque resultaba una pérdida de tiempo. La única forma de conseguir un poco de paz es dejarle que duerma en el suelo de la habitación. El fijador de nuestro sabueso hace mucho que ya no está, y nadie diría que ha tenido rota esa pata. Si sus cuartos traseros son un poco más débiles de lo que solían, eso desde luego no le impide hacer nada, desgraciadamente.
Al meter la cabeza en el cuarto de Jessica oigo su respiración pausada que indica que duerme profundamente. Se alegra de haber regresado a la escuela Saint Mary y la señora Barnsley está complacida de tener de vuelta a sus dos alumnos estrella. Ahora los niños pueden ir andando solos a la escuela sin que a mí me dé un patatús, pero aun así busco tiempo para llevarles la mayor parte de las mañanas, disfrutando de las conversaciones que mantenemos mientras dejamos atrás los tranquilos senderos verdes.
Cierro la ventana de su cuarto, para que no entre el aire frío que se ha levantado. Aquí en Helmshill Grange hemos tenido un verano largo y cálido y todos hemos disfrutado del jardín. Sus bordes han sido una profusión de coloridos acianos, geranios, abejas y mariposas. Ahora que vamos hacia el otoño, el tiempo está empezando a cambiar.
Fluffy el erizo, ahora afincado permanentemente aquí, asoma la cabeza al exterior desde debajo de la cama de mi hija para después unirse a Hamish y a mí mientras vamos a ver cómo está Tom.
Mi hijo también está durmiendo profundamente en su cama. Le extiendo el edredón donde se lo había apartado. Mi hijo, sensible y nervioso, está mucho más relajado ahora que nos hemos instalado cómodamente en Helmshill de nuevo. Ha hecho amigos nuevos en el pueblo, dos chicos encantadores llamados Alfie y Zack y va con ellos todos los fines de semana a volar su cometa por los páramos. También está prosperando en la escuela y ver a los niños tan contentos me hace darme cuenta de que finalmente he tomado la decisión correcta. Sólo siento que me llevara tanto tiempo y causara tanto dolor.
La venta de la casa se realizó con rapidez y sin ningún problema. ¡Guy Burton fue el comprador modelo! Los planes para la casa rural están progresando bien. He pedido el permiso al ayuntamiento y sólo estamos esperando a que eso vaya para adelante y nos morimos de ganas de empezar. Al principio voy a montar tres habitaciones para ver cómo va la cosa. Tengo presupuestos de instaladores para arreglar las tuberías viejas e instalar baños en los nuevos dormitorios. Alan ayudará con el trabajo manual, por supuesto. ¿Qué sería de nosotros sin San Steadman? Ahora Alan raramente va a casa hasta la hora de acostarse. Cena con nosotros todas las noches, después normalmente los niños le lían para que les ayude con los deberes y luego vuelve a primera hora de la mañana a tiempo para el desayuno. Como sustituto de abuelo, también está haciendo una labor magnífica.
Hoy estábamos fuera en el jardín, juntos, comentando el primer proyecto de la lista, y me di cuenta de cuánto me apoyo en él. Alan va a transformar el trozo cenagoso de la esquina en un pequeño estanque. Será un lugar precioso para un par de patos, y quizá algunos gansos también. Lo voy a hacer como una especie de homenaje a Jem, porque creo que le habría gustado.
Casi ha pasado un año desde que murió mi marido, y me cuesta creerlo. Su presencia aquí parece más fuerte que nunca y a todos nos gusta, incluso a Guy, que nunca ha tenido un momento de resentimiento para el otro hombre que siempre estará en mi vida. Ha sido un gran apoyo para mí y para los niños. Fui tan afortunada de que me amara Jem, pero en los últimos meses he aprendido que el corazón se puede curar y también que puede volver a amar.
Abro la puerta del dormitorio, con Hamish caminando suavemente detrás de mí, seguido por ese pequeño tanque que es Fluffy que se mete debajo de la cama arrastrando los pies, para ovillarse durante la noche. Probablemente sea el único erizo que está despierto todo el día y duerme por la noche.
Mi querido Guy está ya debajo del edredón.
- Me preguntaba dónde habías ido -dice mi casero residente con un bostezo contenido.
- A Hamish le ha vuelto a dar por mis bragas.
Levanta las cejas.
- Un tío con suerte, Hamish.
- Estaré en cinco minutos -le digo-; apuesto a que estás agotado. Sólo me falta lavarme los dientes.
En la clínica están teniendo mucho trabajo. Stephen ha comprado parte del negocio e incluso están pensando en añadir un tercer socio para aligerar la carga. Guy quiere poder pasar más tiempo con Tom y Jessica y eso me hace muy feliz. Después de hablarlo mucho, ha alquilado su casa a un nuevo médico que ha venido para sumarse al centro de salud de Scarsby y se ha mudado aquí hace unas semanas. Pese a haber vivido solo durante años, es increíble la facilidad con la que se ha adaptado al ajetreo de la vida en familia. Guy me asegura que le encanta, incluso cuando le pido que haga el desayuno.
En el baño, me quito la ropa y me pongo enseguida mi pijama de lana. Aunque durante el día hace bueno, la temperatura por la noche no permite negligés finas, pero no parece que a Guy le importe. Entro rápido en la habitación, desafiando al frío suelo e ignorando los restos de ratón hechos trizas con los que me prometo lidiar por la mañana. Saltando dentro junto a él, quito de en medio a Milly Molly Mandy, que expresa su disgusto maullando por haber sido molestada tan bruscamente.
- He hablado con Monty. El pony llegará el lunes -dice Guy mientras me revuelvo a su lado, frotándole los pies helados contra las piernas. La próxima vez que vaya a Scarsby tengo que comprarme zapatillas nuevas, unas forradas-, ¿te parece bien?
- ¿Tengo elección?
- No -reconoce Guy-. Pero estoy seguro de que te gustará.
Y probablemente me guste, pero seguro que ni la mitad que a mi hija.
Nuestra siempre creciente camada se ha ampliado ahora para incluir dos conejos (uno negro brillante para Jessica, y otro tan blanco como la nieve para Tom) y unos cuantos pollos enfermos, lo que significa que otra vez me toca andar echándoles colirio. Estamos incluso pensando en traer dos alpacas y ponerlas en el campo de arriba. No está mal para alguien a quien no le gustan los animales, ¿verdad?
Problemas se ha acurrucado a los pies de la cama para disponerse a pasar la noche. Hamish camina pesadamente sobre la alfombra formando un círculo hasta que encuentra el punto de máximo confort y entonces se deja caer dando un resoplido.
- Pronto ya no habrá sitio para nosotros -digo.
- ¿Alguna vez pensaste que compartirías cama con dos perros, un gato, un erizo y un veterinario?
- No -me interno más en el edredón hasta que el cuerpo de Guy está cerca del mío. Desliza un brazo alrededor de mí-. Y tú ¿alguna vez pensaste que compartirías cama con una mujer cuya ropa interior ha atravesado el tubo digestivo de un perro?
- No -Guy se levanta y se apoya sobre el codo hasta que su cabeza se inclina sobre mí. Me besa apasionadamente-. ¿Alguna vez pensaste que harías el amor con un hombre que ha tenido el brazo metido en el trasero de una vaca?
- No -digo en tono sexy-. Nunca lo había pensado.
Abre los botones de mi pijama lanudo, despacio, uno por uno. Mi cuerpo ya está en éxtasis.
Noto sus manos calientes sobre mis pechos. Me besa el cuello, la cara y la oreja. Después noto su lengua, caliente, inquisitiva y… babosa.
- ¡Hamish! -gritamos los dos a la vez.
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