Capítulo 96
De las profundidades de las cajas de la mudanza he conseguido desenterrar ropa apropiada para ir al trabajo, He elegido un cárdigan gris plata y unos pantalones negros. Los tacones vuelven a estar de servicio y llevo toda la pintura de guerra en la cara por primera vez en meses.
Creo que parezco una contendiente, pero no puedo creer lo aterrorizada que estoy. Cualquiera pensaría que llevo años fuera del ambiente de trabajo y no meses, aunque sean bastantes meses. Las oficinas de la British Televisión Company de repente parecen estar llenas de jóvenes brillantes y chispeantes que me hacen sentir tan vieja como el mundo.
Gavin está de pie cuando me escoltan hacia su oficina. Alarga la mano y se la estrecho.
- Me alegro de volver.
- Me alegro de tenerte de nuevo. Aunque vas a ver que ha habido un montón de cambios desde que te marchaste.
- Estoy segura de que me meteré de lleno en las cosas desde el principio -me siento mientras él camina por la habitación-. Lo único que me preocupa es que todavía no tengo el contrato de trabajo, por más que haya perseguido a los de Recursos Humanos.
- Lo sé -dice Gavin-. Solucionaremos eso después. Mi ayudante te acompañará ahí abajo.
No le recuerdo que sé perfectamente dónde está el departamento de Recursos Humanos.
- Quería comentarte unas cosas antes -mira por la ventana en dirección al patio que hay en medio del edificio. Cuando tenía la ocasión, me gustaba sentarme ahí diez minutos en el descanso de la comida para escaparme de la asfixiante calefacción central o del helador aire acondicionado-. El perfil del programa ha cambiado ligeramente desde que te ofrecí el trabajo.
No me gusta cómo suena eso.
- Hemos decidido que el programa de arte debe ser más comercial.
Ah, la pavorosa bajada de nivel intelectual de la que con tanta frecuencia acusan a la BTC.
- Hemos traído a un tipo nuevo, Lawrence Holmes, para que lidere la implementación de la nueva iniciativa.
Sonrío para mí misma. Me había olvidado de cuánto le gusta a Gavin la jerga profesional.
- Responderás directamente ante él.
Oh, pensaba que Gavin sería mi jefe como antes; supongo que éste es uno de los primeros cambios con los que tendré que vivir.
- Está justo en la puerta de al lado. Le llamaré para que venga -Gavin va hasta el teléfono de su mesa-. Lawrence, está aquí Amy Ashurst. ¿Tienes un minuto?
- ¿De dónde viene? -no creo que Lawrence Colmes sea un hombre de la BTC.
- Es todo un personaje. Estuvo fuera haciendo y vendiendo programas comerciales en Estados Unidos durante los últimos años. Lawrence es el cerebro que está detrás de Bodas de famosos, Famosos: cambia mi imagen y Famosos: tres palabritas.
Es evidente que Gavin está impresionado. Pero yo no, porque creo que son tres de los programas más banales de la televisión y, afrontémoslo, hay mucha banalidad entre la que elegir.
Mientras aún estoy digiriendo la información, Lawrence Holmes entra en el despacho de Gavin. Viste impecablemente y con elegancia. Un guapo cabronazo. Me quedo de pie y al estrecharme la mano me la sacude con tal fuerza que casi me arranca el brazo. Después se sienta en el borde de la mesa de Gavin y fija los ojos sobre mí. Lawrence es joven, nervioso y ambicioso y no quisiera ponerme a malas con él, por mucho que ahora sea todo sonrisas.
- Bienvenida a bordo.
- Gracias. Le acababa de decir a Gavin que es bueno estar de vuelta.
- Es un nuevo tipo de BTC ahora, Amy -dice secamente-. Dejémoslo claro desde el principio. Aquí ya no hay sitio para la dejadez.
Hmm, encantador. Ya sé qué dirección va a tomar el programa sobre arte: antes de que te des cuenta estaremos haciendo Famosos: Mira cómo se seca la pintura.
- Durante los años que he sido productora ejecutiva de Concurso de deportes se me conocía por dirigir con pulso firme a mi equipo -le digo-; estoy segura de que trabajaremos bien juntos.
- Eso espero -Lawrence mira su reloj, un Rolex-. Tengo reuniones todo el día, pero me pondré al día contigo en el restaurante esta noche.
Me suena una alarma.
- ¿Restaurante?
- Ayer te mandé un email contándotelo.
- ¿A casa? -ni siquiera he sacado el ordenador de su caja, no hablemos ya de revisar el correo. Cosas como ésta eran asunto de Jeremy. Yo no tengo ni idea, de por dónde empezar-. No lo he recibido.
Lawrence frunce el ceño y después chasquea la lengua como señal de desaprobación.
- Tenemos con nosotros a un grupo de clientes de Estados Unidos durante un par de días. Los vamos a llevar a La Strada esta noche.
Guau, me encantaría ir a La Strada. Es lo más opuesto posible al salón de té Poppy's. De repente siento una punzada de nostalgia por las delicias sencillas de Scarsby.
- Tienes que venir -continúa Lawrence mientras ordeno mis pensamientos desperdigados-. Espero que el libre fluir de champán ayude a cimentar las relaciones angloamericanas y conduzca a acuerdos magníficos.
- Lo siento mucho -digo-, pero para mí ahora quizá sea un poco precipitado.
La arruga del ceño de Lawrence Holmes se hace más profunda.
- Tengo dos hijos -le recuerdo-. Necesito avisar a la niñera. Acabamos de llegar de Yorkshire. Puedo ver si mi au-pair se puede quedar esta noche, pero es su primer día y no puedo prometer nada. No conozco a nadie más a quien pueda llamar para que me ayude con tan poca antelación -podría intentarlo también con Serena, pero no tengo demasiadas esperanzas. Normalmente mi hermana necesita que la avise con mucho tiempo para organizar su agenda.
Mi nuevo jefe frunce los labios, claramente descontento con este giro inesperado.
- Esto es algo habitual en nuestro trabajo -señala de forma cortante-; pensaba que lo sabías. La semana que viene tenemos dos de estas cosas, quizá tres. ¿Va a ser un problema?
Puedo ver cómo me anotan mi primer punto negativo en una lista mental.
- No -sacudo la cabeza mientras pienso «sí, demonios, claro que es un problema».
Solía hacer este tipo de cosas todo el tiempo cuando Jem y yo trabajábamos aquí y organizábamos los detalles entre nosotros incluso, aunque coordinar nuestras agendas fuera como una operación militar. Pero éste es mi primer día, por Dios. ¿No me pueden dar un respiro?
- Lo dejo en tus manos, Amy -dice Lawrence y luego empieza a andar-, espero que estés ahí.
- Guau -le digo a Gavin cuando se va-. Es una fuerza a tener en cuenta.
- ¿Crees que puedes trabajar con él, Amy?
Parece que no tengo mucha elección a ese respecto y por el comportamiento de Lawrence imagino que él también se ha encontrado en la misma situación.
- Muy pronto le tendré comiendo en mi mano.
- Eso espero. Lawrence es el futuro de la BTC.
Entonces que Dios nos pille confesados, pienso.
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