Capítulo 110

Cuando damos la vuelta a la última curva antes de que se vea Helmshill se me pone un nudo en la garganta y me entran ganas de echarme a llorar. Por raro que parezca, me siento como si volviera a casa. Recuerdo la primera vez que vinimos aquí y cuando yo pensaba que Jem tenía que haber perdido la cabeza para traernos a un sitio así. Ahora, tras haber pasado sólo unas cuantas semanas de vuelta en Londres, pienso que en realidad quien perdió el juicio fui yo al querer irme de aquí.

- Estamos en casa por fin -grita mi hija y no puedo estar más de acuerdo. Hamish orina en el reposapiés por el nerviosismo, pero ni siquiera eso empaña mi buen humor.

Al girar en el sendero, mi ánimo sube más alto aún al ver aparcado el Range Rover de Guy. Eso amenaza con abrir del todo las compuertas de mis emociones y no creo que nunca haya aparcado y salido del coche con tanta rapidez.

No me importa lo que piense la gente, así que corro hasta sus brazos y hundo la cara en su cuello. Me alegro tanto de verle y sabía que le había echado de menos esta semana, pero no me había dado cuenta de hasta qué punto.

Hamish se pone frenético. Embiste contra Guy, ladra como un loco y después, cuando ve a Alan, sube al séptimo cielo y atraviesa corriendo el patio, con las orejas caídas y las patas golpeteando contra las piedras, para finalmente dar un salto hasta su héroe.

- Guau, chico -es todo lo que dice Alan mientras recibe a Hamish a toda velocidad y no sé cómo consigue no caerse.

Me separo de los brazos de Guy y él se va a abrazar a Tom y Jessica. Mi hija, me doy cuenta, se cuelga con fuerza de él.

- No sabía que fuerais a volver -dice por encima del hombro.

- Tampoco lo sabía yo -lo único que quiero ahora es una taza de té. Me siento tan exhausta tras las horas de conducción y todo lo que ha pasado-. El de la agencia me llamó esta mañana para decirme que la compra se había paralizado. Acabo de pasarme de camino hacia aquí y ahora me dice que hay otro comprador interesado -consulto el reloj-. Debería estar aquí, según Wayne.

- Humm -dice Guy.

- ¿Cuánto tiempo lleváis aquí?

- Media hora o así. He traído a una visita para ver a Alan. Ahora parece buen momento -Guy va hasta su coche y abre la puerta. Allí, ovillado sobre el asiento está el cachorro más mono que he visto en mi vida. Los niños tienen los ojos completamente abiertos y cara de adoración.

Guy lo alza y el cachorrito abre los ojos de forma somnolienta.

- Oh, Dios mío -me llevo la mano a la boca-, es un Hamish en miniatura.

- Sí -dice Guy.

- ¿Cómo ha ocurrido?

- De la forma habitual -me dice, pero no profundiza. Sin duda descubriré la historia completa después.

El perrito bosteza y se empieza a mover.

- Os presento a Problemas.

- ¿Es tuyo?

- Por desgracia para mí.

- ¿No has aprendido nada de todas las correrías de Hamish?

Guy sacude la cabeza.

- Está claro que no.

- Le quiero -dice Jessica y Guy le pasa a Problemas-, es una ricura.

Es rico, tengo que admitirlo. Pero sé exactamente cómo será de mayor.

- Así que -digo- este tipo que se supone que va a venir a ver la casa no ha aparecido aún.

- Emmm -dice Guy tratando de zafarse. Le miro intrigada-, ese tipo podría ser yo.

- ¿Tú? -no consigo entenderlo. No me extraña que el de la agencia guardara silencio sobre su identidad-. ¿Quieres comprar Helmshill?, ¿por qué?

- Míralo -dice señalando con el brazo el patio-, no podía soportar ver cómo iba a parar a otra persona, especialmente a un londinense afectado con gafas estrambóticas.

Suelto una sonora carcajada.

- No puedes comprarlo sólo por eso.

- ¿Qué habría pasado con los animales? -baja la voz-, ¿y con Alan? Ahora esto también forma parte de su vida.

Y tengo muy claro que Alan ha invertido mucho tiempo y energía en cuidar este sitio, más de lo que debía. ¿Lo habrían agradecido los nuevos propietarios?

Guy viene hasta mí y pone los brazos sobre los míos.

- Sé que tal vez no es esto lo que querías oír, pero creo que podríamos estar bien juntos; cuando llegue el momento -suspira-. Ya lo he dicho. Sé que aún quieres a Jem, y que siempre le querrás, pero creo que podrías encontrar sitio en tu corazón también para mí. Podríamos tener una relación magnífica, Amy; adoro a tus niños y me gustaría dar una oportunidad a esto también. Creo que podríamos tener nuestra oportunidad. ¿No sería mucho más difícil si yo estoy aquí y tú allí? ¿No crees que nos merecemos tener la oportunidad de ser felices juntos?

- Sí -admito finalmente, se lo reconozco a Guy y a mí misma-, eso es lo que quiero yo también.

- Quiero comprarla para que tú vivas en ella -dice-. Márchate de Londres; fue horrible verte allí, ver a los niños y a Hamish encerrados en aquel piso horrible.

- El piso no es tan horrible -digo, a la defensiva, pero luego me acuerdo de que en realidad lo es.

- Vuelve aquí -me implora-. Ven a vivir a Helmshill de nuevo.

- ¿Cómo podría? He perdido mi trabajo esta mañana, Guy. No tengo ingresos.

Estamos a punto de que nos echen de «aquel piso horrible» porque los vecinos se han quejado de los ladridos de Hamish y a los niños los están acosando en su nuevo colegio. ¿No crees que si pudiera vendría corriendo? No tengo más que mirar a mi alrededor para darme cuenta de que he cometido un terrible error regresando a la ciudad.

- Tendrás el dinero de la venta -me apremia-, y luego me la puedes alquilar a mí. Por amor de Dios, Amy, puedes tener la casa gratis.

- No puedo hacer eso.

- Por eso mismo te estoy sugiriendo que lo alquiles, a un precio simbólico. Sabes que no quiero nada de ti. Tengo más dinero del que puedo gastar. La clínica va bien y mis gastos son escasos; ¿qué otra cosa tengo en la que gastar mi dinero? Por favor -me ruega- deja que te ayude.

Noto cómo mi firmeza se viene abajo. ¿Existe alguna forma de que pueda volver aquí y hacer que la cosa funcione?

- Podemos organizar los detalles luego. Sólo di que regresarás.

- ¿Cómo me ganaré la vida? -éste ha sido el obstáculo desde el principio. No tengo ninguna habilidad que ofrecer a la comunidad local. Soy una productora de televisión y soy consciente de que eso cuando vives en el campo no es de utilidad ni para los hombres ni para los animales.

- Algo se nos ocurrirá. Te lo prometo.

La cabeza me da vueltas y no soy capaz de pensar. No me puedo creer que Guy haya estado planeando y maquinando todo esto para nosotros. Es evidente que nos quiere de veras. Nos quiere a todos: a mí, a los niños, a Hamish, Milly Molly Mandy, Doris, Daphne, Delila, Stuart Little, Stephanie, Blob, Fluffy el erizo, a todos los pollos, y a Pork Chop; y a Alan también. Creo que no me he dejado a nadie. Es completamente abrumador.

- Vaya -digo mientras me froto las sienes-. Me cuesta asimilarlo. Necesito tiempo para pensarlo.

- Tómate todo el tiempo que quieras -dice Guy-, pero di que sí.

Si fuera tan fácil, pienso. Ojalá fuera tan fácil.

El sueño de Jeremy
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