Capítulo 54

Mi hermana y yo estamos sentadas en la cocina agarradas a nuestras tazas de chocolate caliente e inclinándonos hacia el horno de hierro en busca de un poco de calor. Todavía no me he atrevido a utilizar el maldito artilugio para cocinar, pero con el tiempo me ha terminado agradando la atmósfera que crea.

A los niños, sobreexcitados y rotos tras haber bailado toda la noche, los hemos dejado en la cama. Milly Molly Mandy está ovillada sobre mi regazo, ronroneando suavemente. Teniendo en cuenta que yo odio los gatos y que ella odia a los humanos, esto es un gran logro. Pruebo a hacerle una caricia y me deja hacerlo sin tratar de triturarme el brazo o chuparme la sangre de las piernas. Milly Molly Mandy se asienta aún más sobre mi regazo y sorprendentemente su cuerpo suave y cálido me resulta reconfortante. Pese a que hay millones de estudios que dicen que tener animales puede reducir tu nivel de estrés, hasta ahora he comprobado que poseerlos contribuye seriamente a aumentar el mío.

- ¿Qué opinas de él?

- ¿Del veterinario? -pregunta Serena somnolienta, con la cabeza apoyada sobre el respaldo de la silla.

Asiento.

- Por citar a Elvis, es un pedazo de tío bueno, un amor ardiente.

- ¿A que sí?

- Entonces, ¿quién es tu rival de la figura matadora y el gusto caro en la ropa?

- No lo sé -confieso-. Podría ser su hermana o algún pariente perdido desde hace tiempo. ¿No es eso lo que ocurre siempre en este tipo de historias? Al final se descubre que ha habido un terrible malentendido y ella no es soltera, tía buena disponible y muy deseosa como parecía al principio. Y de todas formas, sea quien sea, no es mi rival en el amor. No hay nada entre Guy y yo; sólo somos amigos, eso es todo, no hay más… -aunque confieso que pensaba que había una conexión especial entre nosotros. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que sé muy poco sobre él; ni siquiera me había mencionado a esta mujer. Pero, en el fondo, ¿por qué tenía que hacerlo?

- Dijiste que le habías dejado claro que no estabas interesada, así que no le puedes culpar por elegir a otra más accesible. Esa mujer parecía muy interesada en él.

- Sí, ¿verdad?

- Tampoco parecía que tuviera dos hijos a los que cuidar.

- No -coincido. No parecía estar lastrada por las toneladas de equipaje con las que yo cargo en este momento-. Guy es soltero y guapo, no sé por qué está solo. Quién le puede culpar por querer estar con una mujer atractiva.

- No era atractiva, era despampanante.

- ¿Se supone que eso va a hacer que me sienta mejor?

- Cuanto antes vendas este lugar y vuelvas a casa, mejor -sentencia Serena.

- ¿A casa? ¿Dónde está mi hogar exactamente ahora?

- Aquí estás atascada en el limbo -señala mi hermana.

- Bien, espero que la pareja que viene mañana por la mañana esté deseosa de comprar. El de la agencia dice que lo está.

- Los agentes inmobiliarios no son de fiar.

- No -parece que tampoco lo son los veterinarios-; pero esperemos que esta vez esté en lo cierto. Quiero que este lugar esté limpio y ordenado al máximo -esperemos también que no se den cuenta de que las puertas del armario están fuera de sus goznes y de que hay manchas de humedad en el techo-. Guy se quedará con Hamish todo el día para que no estropee la casa ni trate de realizar un acto sexual con ninguno de mis compradores potenciales.

- ¿Por qué no te deshaces de ese perro? -dice Serena-; es un estorbo maloliente baboso -una evaluación justa de los encantos de Hamish, creo-. Al fin y al cabo tendrá que irse cuando regreséis a Londres.

- Lo sé; créeme que lo he intentado. Esta mole es más indestructible que Los Increíbles. Además, por alguna razón, los niños lo adoran -tengo que decir que las diversas aventuras de Hamish parecen haber hecho una buena labor distrayéndoles de su pena. Quizá tengo algo que agradecerle al perro.

- Parece que Tom y Jessica se han asentado muy bien aquí.

- No me lo recuerdes. Me siento fatal por desarraigarlos de nuevo.

- De todas formas, volverás a Helmshill.

- Jem está aquí -digo-; vendremos a visitarle regularmente, tan a menudo como podamos. No vamos a olvidar este lugar a toda prisa ni a la gente que hemos conocido aquí.

El sueño de Jeremy
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