Epílogo

 

La infame masacre de prisioneros americanos de guerra que tuvo lugar en Dartmoor casi cuatro meses después de la firma del acuerdo de paz que puso fin a la guerra de 1812 sigue envuelta en misterio.

Algunos historiadores creen que se inició cuando una pelota saltó por encima de uno de los muros interiores de la cárcel. Los guardias no quisieron devolvérsela y los prisioneros hicieron un agujero para recuperarla. Otros opinan que los americanos estaban enfadados por el largo cautiverio y la reducción de su ración de pan e intentaron escapar.

Fuera cual fuese la razón, a los guardias del recinto se les ordenó disparar sobre los prisioneros amotinados. Quizá la orden partiera del director de la cárcel, capitán Thomas Shortland. Siete u ocho hombres resultaron muertos, seis prisioneros perdieron brazos o piernas por las heridas y otros cincuenta y tres sufrieron heridas más leves.

Los muertos fueron enterrados en lo que se ha llegado a conocer como el Cementerio Americano, en cuyo camposanto hay enterrados doscientos setenta y un americanos que murieron en prisión entre 1812 y 1815.

A lo largo de los años, varias sociedades americanas erigieron monumentos y marcaron las tumbas. Relegado al olvido durante años, el cementerio ha sido objeto de unas reparaciones muy necesarias realizadas por el personal de la Armada Norteamericana destinado en el Reino Unido, así como también se ha llevado a cabo un notable esfuerzo por identificar a los allí enterrados. Sus nombres han sido honrados en sendas placas conmemorativas que cuelgan de las paredes de la cárcel de Dartmoor. Es posible que haya más de los que no se tiene noticia. Como Nahum Smathers dijo, el final de una guerra es el momento más confuso de todos.

Aun así, son muchos los que aún se acuerdan. En las placas se pueden leer las siguientes palabras:

 

Dedicado a la memoria de aquellos que murieron en la prisión de Dartmoor durante la guerra de 1812. No habéis caído en el olvido.