Introducción

El Especismo

El racismo se apoya en dos pilares fundamentales. El primero no es un argumento, sino una afirmación: “los blancos primero”, al igual que los xenófobos dirían “los españoles primero”. El segundo sí es un argumento que afirma que la raza blanca dispone de mayor capacidad intelectual que las restantes, lo que justifica que los blancos dispongan de ella.

Es imposible contrargumentar el primero de los pilares puesto que, como se ha dicho, no es un argumento, sino una afirmación sin ningún tipo de base. Lo único que se puede hacer es dejar claro que para hacer una afirmación de tal envergadura se deben mostrar las razones.

La contraargumentación que suelen hacer los antirracistas al segundo pilar suele ser equivocada: “no está demostrado que la raza blanca sea superior intelectualmente a la negra”. Esta respuesta es racista en potencia, porque si se demostrase que hay una relación entre la raza y la capacidad intelectual, nos veríamos obligados a apoyar esa jerarquía basada en la raza, sea cual sea la raza que se encontrase en la parte superior de la pirámide. El argumento correcto es que, aunque existiese una relación entre raza e inteligencia, ésta no justificaría una explotación debido a que lo que importa es la capacidad de sentir de los individuos.

Los pilares en los que se apoya el especismo son los mismos que los del racismo. El primero es una afirmación no argumentada “los humanos estamos por encima del resto de animales”. El segundo justifica la explotación en una supuesta mayor capacidad intelectual.

Del mismo modo que el ejemplo del racismo, la primera afirmación no se puede contraargumentar, puesto que no está basada en un razonamiento. La respuesta al segundo pilar es que los animales no humanos también tienen capacidad para disfrutar de la vida y sufrir; y, por tanto, sus intereses deben ser tenidos en cuenta independientemente de su capacidad intelectual o de la especie a la que pertenecen.

A nadie se le ocurriría utilizar a un deficiente mental para experimentar con él, como alimento, como vehículo, o como prenda de vestir. Todo el mundo reconoce que ese individuo, a pesar de tener una capacidad intelectual inferior a la media, tiene unos intereses en no sufrir y disfrutar de la vida. Por ello, reconocemos sus intereses igual que los de un superdotado, aunque no siempre sean los mismos.

Todas las formas de discriminación se basan en una supuesta superioridad de un grupo social para justificar la explotación de otro. Todos los argumentos que se enfrenten a este argumento deben estar basados en el principio ético de igualdad, según el cual lo único que importa para el trato a un individuo es su capacidad de sufrir y disfrutar de la vida. Es decir, no importa la raza, la religión, la nacionalidad, el sexo o la especie del individuo, sólo importa su capacidad de sentir.

Antiespecismo y Veganismo

Es difícil adoptar una ideología antiespecista porque vivimos absolutamente rodeados de actitudes especistas que han influido en nuestra mentalidad. Desde que nacemos, nuestros padres nos enseñan que los animales están a disposición de los humanos. La idea antiespecista supone un cambio absoluto en la forma de ver al resto de animales. Supone dejar de verles como un recurso y pasar a verles como individuos con intereses propios que deben ser respetados.

Este cambio de mentalidad también implica un cambio práctico en nuestra vida. El primer paso es adoptar una forma de vida vegana. Si creemos que los intereses de todos los animales deben ser tenidos en cuenta por igual, no podemos utilizar a los animales como recurso alimenticio, como instrumento de laboratorio, como piezas de museo, como entretenimiento —circos, tauromaquia, hipódromos, canódromos—, como vestimenta, etc. El veganismo supone no apoyar ninguna forma de explotación.

Estamos absolutamente rodeados de explotación basada en la especie. Si salimos de nuestras ciudades, en seguida veremos granjas en las que hay cientos o miles de animales que son tratados literalmente como esclavos. Su libertad no existe y su vida acaba cuando su propietario lo considera más rentable. Si realmente conseguimos rechazar el especismo y sentir la misma empatía hacia un animal sufriendo que hacia un humano sufriendo, no nos conformaremos con adoptar una forma de vida vegana. Ante una injusticia tan grande hay que actuar, no basta con no participar en ella.

Precisamente el hecho de que la explotación basada en la especie esté tan extendida hace que el activismo antiespecista sea especialmente efectivo, en comparación con otras formas de discriminación. Cada vez que conseguimos que una persona se dé cuenta de la injusticia del especismo y adopte una forma de vida vegana, estamos logrando que muchos individuos no padezcan una vida de esclavos para finalmente ser asesinados cuando su propietario lo considere oportuno.

La difusión del veganismo es, sin duda, una prioridad lógica para cualquier persona que rechace el especismo. Esta difusión se puede hacer de diferentes formas. En primer lugar, es necesaria una preparación personal para tener las ideas claras, es decir, leer sobre el tema. Pero sin duda, una de las posturas que debemos tomar es la de no difundir un mensaje equivocado. Debemos dejar claro que rechazamos cualquier forma de explotación animal, no importa su grado de crueldad.

Son muchas las organizaciones que persiguen a largo plazo la liberación animal total, pero a corto plazo luchan por jaulas más grandes, formas de explotación menos dolorosas o muertes más rápidas. Esta estrategia hace pensar al público que lo que está mal no es la explotación animal en sí misma, sino la forma en la que ésta se lleva a cabo. El hecho de que organizaciones que quieren ayudar a los animales difundan este mensaje refuerza el concepto de que los demás animales son recursos al servicio de los humanos.

Aunque la estrategia reformista no fuese contraproducente, no tendría sentido que los antiespecistas nos dedicásemos a criticar el tamaño de las jaulas para lograr, a largo plazo, una ley que las amplíe. Sencillamente, tenemos recursos limitados y sabemos que logrando nuevos veganos estamos disminuyendo, sin duda alguna, la explotación animal.

El Frente de Liberación Animal

Hay muchas formas de difundir el mensaje antiespecista. Todas pueden ser útiles en un momento dado, y hay activistas más válidos para unas que para otras. No todo el mundo sirve para dar charlas en público, para saltar al ruedo de una plaza de toros, o para traducir un libro; hay gente que no sirve para gestionar un santuario y otros no saben diseñar una página web. Pero todos tenemos unas habilidades que nos hacen útiles para algo, sólo hay que querer usarlas.

Una de las formas de activismo menos utilizadas es la acción directa ilegal. El Frente de Liberación Animal la utiliza para rescatar a los animales que están siendo explotados, destruir los instrumentos que están siendo utilizados para la explotación y sacar a la luz lo que está ocurriendo a través de videos, fotos o incautando documentos.

Las liberaciones son la única posibilidad que tienen los animales que están siendo explotados de ser liberados de su esclavitud. Cada uno de los individuos que hay en estos momentos en una jaula tiene el derecho a disfrutar de su vida en libertad y, por tanto, a ser liberado. Pero además, las liberaciones transmiten a la perfección el mensaje antiespecista. Son en sí una muestra práctica de lo que queremos lograr. No se transmite un mensaje ambiguo. Las imágenes de liberaciones no hablan de jaulas grandes, hablan de jaulas vacías y animales libres.

Los sabotajes son una forma directa de disminuir los beneficios económicos que aporta la explotación animal y de lograr que quienes la llevan a cabo no estén tranquilos. Pero sobre todo es otra forma efectiva de difundir el mensaje. Hace años, una célula del FLA llevó a cabo en Seattle un sencillo sabotaje: entraron a un matadero, se llevaron las pistolas con las que asesinaban a las vacas e hicieron pintadas contra el consumo de animales. Durante todo el día siguiente el matadero estuvo parado, los daños económicos fueron muy altos y todos los periódicos y telediarios hablaron de la acción. Lo mismo ha ocurrido con equipos de laboratorios destruidos, camiones de circo incendiados o peleterías apedreadas.

Ambos métodos desobedecen unas leyes que apoyan el especismo y suponen en sí mismas una crítica a la explotación animal, no a la forma en que ésta se lleva a cabo. Aunque muchas organizaciones lo hagan, no debemos hablar de jaulas más grandes porque la sociedad vaya a apoyar estas ideas con mayor facilidad. No tenemos nada que esconder, queremos que los animales sean libres, que no sean tratados como un recurso. Este mensaje que debemos enviar lo transmiten estas acciones a la perfección.

Investigaciones

El Frente de Liberación Animal ha robado documentos y videos que mostraban algunas de las más crueles torturas que nadie pueda imaginar. Esta información ha sido retransmitida en periódicos y cadenas de televisión. Las fotos han aparecido en revistas y panfletos de muchas organizaciones públicas por la “liberación animal”, algunas de las cuales no han tenido problemas en condenar las acciones del FLA. Estas imágenes sólo podrían haber salido a la luz con métodos ilegales y han conseguido concienciar a la población y, en ocasiones, cerrar centros de explotación.

Sin embargo, los activistas del FLA no han sido los únicos en sacar a la luz los horrores de los centros de exterminio a través de la acción directa. En este libro también se recogen artículos sobre grupos como la Animal Liberation Investigation Unit o las Animal Liberation Leagues que han utilizado técnicas parecidas; o de activistas que consiguen trabajos en empresas explotadoras para grabar con cámara oculta lo que sucede en el interior. Esta forma de activismo ha demostrado ser una de las más efectivas utilizada por el movimiento.