Transcripción de las declaraciones hechas por Antonio Ortiz a Paco Mancebo, reportero de la revista El Criminal
No pierda usted el tiempo. No quiero decir nada. No quiero hablar de aquello. No insista, oiga, le digo que no quiero ni acordarme. Tengo derecho, ¿no?… La policía, el juicio, los interrogatorios… Y los peores son ustedes, los periodistas. Tengo derecho a que me dejen en paz, por Dios, estoy enfermo… Y además yo no sé qué interés puede tener el asunto para la prensa después de todo el tiempo que ha pasado… Sí, ya sé que el caso no está solucionado del todo, me lo va a contar usted a mí… Míreme: estoy hecho polvo todavía. Destrozado. Esa bestia ha acabado conmigo. Y lo hizo con alevosía, con saña, con toda su bilis y su mala leche. Hace ya cuatro meses, cuatro, que esa bestia me atacó sin razón y sin que mediara provocación alguna por mi parte. Hace cuatro meses y ya lo ve, hasta ahora no me han dado el alta. El alta. Qué ironía. Con esta pierna así y el brazo en cabestrillo y sobre todo lo de la… No, no, la pierna ya no la recuperaré en la vida. Cojo. Esa hija de puta que… Mire, ¿se da cuenta? Se me saltan las lágrimas. ¿Se da cuenta? Déjeme en paz. No quiero hablar de esto. Me hace daño. Tengo los nervios hechos cisco. ¿Usted sabe lo que es pasarse cuatro meses al borde de la muerte? Se dice pronto, pero hay que vivirlos día a día. Cuatro meses mirando un techo blanco. Y los dolores. Las horas son eternas. Es como estar muerto, muerto en vida. Encerrado en mí mismo, ¿sabe usted? Mi cuerpo estaba muerto y yo estaba vivo y encerrado dentro y sin poder salir. Era espantoso… Un monstruo. Esa mujer es un monstruo. No está loca, no, eso es un cuento que se ha inventado su abogado… ¿Se ha entrevistado usted con ella?… No, claro, no quiere hablar. Se hace la loca, pero es mentira. Me tiró por la ventana porque no soportaba que me fuera a casar, ésa es la verdad, así de simple y de vulgar y de miserable. Por celos, lo hizo por celos. Por un ataque de celos injustificable. Porque esa individua y yo no hemos tenido nada que ver desde hace treinta años. En nuestra adolescencia fuimos un poco novios. O sea, tonteamos, esas cosas que se hacen a los quince años. Y después aquello se acabó. Yo me marché del pueblo y se acabó. Y no se vaya usted a creer que es que la dejé en una situación… embarazosa, ya me entiende. Qué va. Nada de eso. Durante el tiempo que salimos juntos no hicimos nada malo. Éramos muy niños, sabe… Después no volví a saber de ella hasta que me la encontré hace cinco o seis años en el Desiré… Estaba gordísima. Había cambiado mucho. Pero la verdad es que al principio me alegré de verla. Era como recuperar a un amigo de la infancia, ¿se da usted cuenta? Le tenía cariño y ella parecía tenérmelo a mí, así, sin más. Mentira, todo mentira. En realidad esa individua seguía enamorada de mí. Esa individua se hizo unas ilusiones injustificadas y cuando se enteró de que iba a casarme, la muy bestia decidió matarme. Las mujeres son así, muy posesivas, irracionales. Yo… Yo ya había sospechado alguna vez que ella me quería de otro modo. Yo nunca le di pie, pero ella… A veces yo me decía: pobre Bella… Pero nunca me imaginé que llegaría tan lejos. Entró en mi casa como una energúmena. ¿La conoce usted físicamente? Es grande, muy fuerte, sí. Entró como una energúmena, y rompió todas mis cosas, y me deshizo la casa, y actuó con el mayor sadismo, y después intentó rematar su obra tirándome a la calle. Me cogió en sus brazos y me tiró a la calle, era un cuarto piso y me tiró a la calle, dicen los médicos que uno se desmaya en esos casos pero yo no me desmayé, la acera subía y yo caía y oí el sonido de la rotura de mis huesos, ¡de mis huesos!… Yo… Ejem… Me… No puedo… Me… ¿me podría pedir un… un vaso de agua, por favor?… Es que… Sí… No, no se preocupe, ya se me pasa… Es que últimamente me dan unos ahogos que… Como si me quedara sin aire y… La realidad se rompe y no respiro y… Pavoroso… Gracias… Ya estoy mejor… No, los médicos dicen que es psíquico, del shock, pero los médicos no saben nunca nada… Ya… Ya se me está pasando… ¿Se da cuenta? No puedo hablar de esto, no debo, no quiero… Déjenme tranquilo, por favor… Mire, estoy sudando… Esa mujer me ha destrozado… Fiuuuu, ya, ya estoy casi bien… Me ha destrozado, y todos ustedes aquí, hurgando en la herida, como buitres. Ustedes qué saben. No me toque, por favor. Ustedes qué saben de mis sufrimientos. Usted viene aquí y quiere hacer un reportaje interesante y no se da cuenta… Usted ya sabe que, entre otras, he soportado tres operaciones de cirugía estética en la cara, y ahora, al mirarme, posiblemente esté pensando que me han dejado bastante bien, que las operaciones han sido un éxito. El que entre las secuelas de estas intervenciones esté la pérdida del olfato a ustedes les debe parecer una tontería, un mal menor. Ustedes qué saben, qué derecho tienen a… Es una mutilación, ¿entiende? Es una castración, es muchísimo peor que la cojera, es… Dios, cómo podría explicárselo, cómo podría hacérselo entender… Mi olfato era mi don, mi arte, mi razón de ser, mi vida. Es como dejar sordo a un músico, como cortarle las manos a un pintor. Ahora no soy capaz de oler ni el humo en medio de un incendio. Sin mi nariz no soy nada, no soy nadie. Hubiera sido más piadoso haberme muerto… Pa… Páseme el vaso de agua, por favor… Me parece que me siento mal de nuevo…