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El timbre del interfono me despertó de golpe. Cada célula de mi cuerpo se llevó tal susto que pensé que iba a darme un infarto. Me había tumbado con la fotografía del pequeño sobre el pecho y me había quedado dormida.

Con las piernas temblorosas, me levanté y el timbre del interfono volvió a sonar. ¡Dios santo! ¿Qué hora era? Poco más de las ocho de la mañana. A estas horas solo podía ser una persona: Rachel.

Angelo la llamó el día anterior, cuando se dio cuenta de que tenía a una completa lunática en su casa. Rachel llegó con Luke y yo les ofrecí un relato confuso de cómo habían llegado hasta mí la foto y la carta, que insistieron en ver. Luego intentaron llevarme a casa, pero yo me resistí y al final se largaron. Pero supuse que Angelo había mantenido a Rachel al corriente de mis movimientos y la había informado de que me había ido a casa.

Era Rachel.

- Hola -dijo.

- Hola.

- ¿Cómo estás?

- Todo lo bien que puede esperarse teniendo en cuenta que mi difunto marido me fue infiel.

- No te fue infiel.

- Le odio.

- No te fue infiel. Lee la carta. ¿Dónde está? ¿En tu bolso? Sácala.

Bajo su mirada vigilante, abrí la carta a regañadientes e intenté leerla, pero las palabras saltaban de un lado a otro. Se la arrojé a Rachel con un crujido seco.

- Léela tú.

- De acuerdo. Y tú escucha con atención.

Querida Anna:

No sé cómo empezar esta carta. Por el principio, supongo. Soy Janie, Janie Wicks (de soltera Sorensen), la ex novia de Aidan. Nos vimos un momento en el funeral de Aidan pero había tanta gente que dudo que me recuerdes.

Ignoro qué sabes acerca de lo que ha estado sucediendo, de modo que te lo contaré todo desde el principio. Es difícil hacerlo sin dar una mala imagen de mí, pero ahí voy. Cuando Aidan se marchó a trabajar a Nueva York, venía a Boston muchos fines de semana, pero la situación no era fácil y después de unos quince o dieciséis meses conocí a otra persona (Howie, el hombre con quien estoy casada). Nunca hablé a Aidan de Howie (ni a Howie de Aidan), pero le dije a Aidan que debíamos darnos un descanso, salir sin exclusividad y ver qué pasaba.

De modo que durante un tiempo estuve saliendo (y acostándome) con los dos, con Howie y con Aidan, cuando venía a Boston.

Entonces descubrí que estaba embarazada. (Utilizaba anticonceptivos, no soy una candidata para el programa de Jerry Springer, pero supongo que fui esa persona entre diez mil o cualquiera que sea la estadística.) El problema era que no sabía si el padre era Aidan o Howie. (Créeme, soy consciente de lo horrible que suena esto.)

Quise contárselo a Aidan, pero la siguiente vez que vino a Boston fue para romper conmigo. Había conocido a otra mujer (tú), estaba loco por ti y quería casarse contigo, lamentaba romper conmigo de ese modo, siempre seríamos amigos, ya sabes, lo de siempre. Así, me encontré con que tenía que tomar una decisión: ¿Le decía a Aidan que estaba embarazada y os j***a la vida a él y a ti o me arriesgaba a no decir nada y confiar en que el hijo fuera de Howie? Al final decidí arriesgarme. Howie y yo nos casamos, tuve al pequeño Jack y estamos locos con él. Al nacer no se parecía a Howie, pero tampoco se parecía a Aidan, así que decidí actuar como si no pasara nada.

No obstante, cuando Jack creció un poco más empezó a parecerse mucho a Aidan. Lo juro por Dios, era como si cada día los rasgos de Jack se fueran transformando un poco más en los de Aidan. Yo no podía pensar en otra cosa y estaba enferma de preocupación. Mi madre lo notó y me lo preguntó. Le confesé la verdad y me hizo comprender que tenía la obligación moral de contarle a Aidan que tenía un hijo y a los Maddox que tenían un nieto. (Si te soy franca, la idea me horrorizaba. Egoístamente, me preocupaba lo que pudiera pasar con Howie y mi matrimonio.)

Primero se lo conté a Howie. Fue espantoso, sobre todo para él. Se marchó de casa durante un tiempo pero luego volvió y estamos intentando arreglar las cosas. Después telefoneé a Aidan, y como le habría ocurrido a cualquier persona ante semejante noticia, se vino abajo. Su única preocupación eras tú. Le horrorizaba que pudieras pensar que te había engañado. Pero que quede bien clara una cosa: esto ocurrió antes de que Aidan y tú empezarais a salir con exclusividad. (Unas ocho semanas antes.)

Le envié por correo electrónico algunas fotos de Jack para que pudiera ver el parecido. Pero un par de días después, Aidan sufrió el accidente y nunca supe si te había contado o no lo de Jack. Si todo esto es nuevo para ti, créeme que lo siento profundamente.

Estaba dispuesta a contarle a los Maddox lo de Jack, pero entonces me enteré de lo del accidente y ya no supe qué hacer. Mi madre me dijo que Dianne y Fielding [«¿Fielding? ¿Ese es el nombre de pila del señor Maddox? -preguntó Rachel-. Qué curioso, nunca me lo imaginé con un nombre de pila»] no estaban bien, que la noticia podría ser un golpe demasiado fuerte y que debía esperar a que se encontraran mejor.

Pero Dianne y Fielding siguen mal y el momento adecuado para darles la noticia sigue sin llegar.

Fueron muchas las veces que deseé llamarte para averiguar si sabías lo de Jack y para decirte que yo también echo de menos a Aidan. Era un gran tipo, el mejor. Pero pensaba que no podía hablarte de Jack mientras no se lo hubiera contado a Fielding y a Dianne, y tampoco estaba bien que te hablara de Aidan y no te contara lo de Jack. ¿Tiene sentido lo que digo?

En cualquier caso, estaba esperando el momento oportuno para daros la noticia a todos pero, como probablemente ya sabrás, Kevin lo ha descubierto. El martes me lo encontré en el Salón de Cerámica (¿te imaginas a Kevin Maddox en un Salón de Cerámica?). Hacía siglos que no nos veíamos y me alegré mucho de encontrármelo. Entonces se volvió hacia el cochecito y se quedó mirando a Jack como si estuviera viendo a un fantasma.

Y allí mismo, en medio del Salón de Cerámica, empezó a gritar: «¡Este niño es hijo de Aidan! ¡Aidan tiene un hijo! ¡Mamá tiene un nieto! ¿Quién lo sabe? ¿Lo sabe Anna? ¿Por qué no me lo ha dicho nadie?» Entonces rompió a llorar y yo intenté explicárselo, pero los guardias de seguridad nos pidieron que nos fuéramos.

Dije: «Kevin, vamos a tomar un café y te lo contaré todo», pero ya conoces a Kevin. Puede ser muy impulsivo. Se fue corriendo mientras gritaba que pediría la custodia y que iba a llamarte enseguida para contártelo todo. Así que supongo que ya habrás recibido, como mínimo, una llamada histérica de Kevin.

Yo también quería llamarte, pero pensé que sería mejor que te lo explicara todo por escrito. Al menos así no hay lugar para malentendidos.

Tal vez sea demasiado pronto pero, ¿te gustaría conocer a Jack? En cuanto te parezca bien, podría llevarlo a Nueva York si tú no quieres ir a Boston.

Una vez más, perdona por el sufrimiento que pueda haberte causado al contarte todo esto. Creía que tenías derecho a saberlo y que ver una parte de Aidan viva podría hacer tu pérdida un poco más llevadera.

Atentamente,

Janie

- ¿Lo ves? -dijo Rachel-. Aidan no te engañó, no te fue infiel.

- Me da igual -repliqué-. Le odio de todos modos.

¿Hay alguien ahí fuera?
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