43

- Eh, Nicholas -dije mientras avanzaba por el pasillo-, gracias por el consejo budista del ganso. Me dio muy buen resultado.

Cuando lo tuve lo bastante cerca reparé en que se sonrojaba de orgullo.

- ¿Realmente no hiciste nada?

- Bueno, no exactamente, pero me concentré en hacer muy poco.

- Vaya, es genial. Cuéntamelo todo.

- Vale. -Pero su camiseta me distrajo. La de hoy decía: «Los torpes heredarán la tierra»-. Nicholas, nunca te he visto dos veces con la misma camiseta. ¿Cómo lo haces? ¿Llevas una camiseta diferente con un mensaje distinto cada día o solo los domingos?

Nicholas sonrió.

- Tendrás que quedar conmigo durante la semana para averiguarlo.

Se hizo un silencio tenso. La sonrisa de Nicholas desapareció y un rubor trepó lentamente por su cara.

- Perdóname, Anna. -Nicholas agachó su sonrojado rostro-. Flirtear así contigo no ha estado bien.

- ¿Estabas flirteando? No pasa nada…

- Lo digo porque como Mitch y tú…

- ¡Qué! ¿Mitch y yo? Oh, no, Nicholas, entre Mitch y yo no hay nada. ¡Nada en absoluto!

«¿Te molesta que pase tanto tiempo con Mitch? Sabes que solo somos amigos, ¿verdad? Sabes que solo nos estamos ayudando.»

El comentario de Nicholas me había dejado tan perpleja que después de la sesión de espiritismo le dije a Mitch que ese día no podía salir con él. Me sentía terriblemente culpable y estaba deseando largarme de allí. Caminé en dirección a casa. Aunque me costaba reconocerlo, sabía lo fácil que resultaría crearse una idea equivocada con respeto a nosotros. De lo contrario, no me habría dado tanta vergüenza que Ornesto nos hubiera visto juntos en el concurso. ¿Y por qué no había hablado de él a Rachel y a Jacqui? Yo sabía la verdad y Mitch sabía la verdad, pero ¿la sabía Aidan?

«Aidan, si te molesta que salga con Mitch, dímelo y no volveré a verlo. Envíame una señal. Lo que sea. Mira, te lo pondré fácil. Yo seguiré caminando por esta calle y si estás enfadado por lo de Mitch, puedes hacer que… que… que caiga una maceta en mi camino. Preferiría que no me cayera encima, pero si lo crees necesario…»

Seguí andando y nada ocurrió. Entonces pensé que quizá había sido demasiado explícita. A lo mejor no debí decir maceta. A lo mejor debí decir simplemente «algo». Haz que «algo» caiga en mi camino.

«Bueno, lo que sea. No tiene por qué ser una maceta.»

Pero no cayó nada ni encima ni cerca, y como tenía calor y estaba cansada, al final paré un taxi. El taxista, un joven indio, estaba hablando por su móvil. Le di la dirección, me hundí en el asiento y de repente oí:

- Eres un cerdo y un indecente y voy a castigarte.

Era el taxista, que hablaba por su móvil. Me enderecé y agucé el oído.

- Bájate los pantalones, chico malo, voy a darte tu merecido.

- Perdone, señor, ¿con quién habla?

Se volvió rápidamente hacía mí, se llevó un dedo a los labios, soltó por completo el volante, y retomó su conversación.

- Voy a azotarte porque has sido muy malo. Así es, voy a azotarte por haber sido malo, malísimo. Te pegaré en el trasero con una vara. En el trasero con una vara, porque eres un chico malo y un guarro.

«Oh, Aidan, me has enviado una señal. ¡Un taxista nueve sobre diez! ¡Eso significa que no te molesta mi amistad con Mitch!»

- Fuerte, fuerte, te daré muy fuerte. Te inclinaré y contaré los azotes. ¡Slash, uno! ¡Slash, dos! ¡Slash, tres! ¡Slash, cuatro! ¡Slash, cinco! ¡Slash, seis!

Al sexto azote la situación alcanzó, al parecer, su punto culminante: del teléfono escapó un grito, luego hubo un largo silencio y finalmente el taxista dijo:

- Gracias, señor. El placer es mío, señor. Por favor, llame cuando quiera.

Colgó y yo, llena de curiosidad, le pregunté:

- ¿De qué iba todo eso?

- Soy un trabajador del sexo. -Lo dijo con bastante orgullo.

- ¿En serio?

- Ajá. Los hombres me pagan para que abuse de ellos, pero también debo conducir el taxi. Tengo una familia muy numerosa en Punjab. Les envío… -El sonido de su móvil lo interrumpió. Comprobó el número y, con voz algo cansina, dijo-: Buenos días, señorito Thomas. ¿Qué ha estado haciendo últimamente? ¿Ha sido malo? ¿Cómo de malo?

Para: Ayudantedemago1@yahoo.com

De: Loswalsh@eircom.net

Asunto: La mujer y el perro.

Querida Anna, la mujer sigue haciendo de las suyas. Más mojones. Helen pisó uno al entrar en casa, atontolinada después de haber pasado la noche con ese Colin, y se puso como una fiera. Empezó a soltar tacos junto a la verja. «Ahora mismo tú y yo nos vamos a hacerle una visita a la vieja», me dijo.

Y allí nos fuimos con el coche. Toqué el timbre y Zoe empezó a ladrar, pero luego se calló. Probablemente la anciana nos había visto por la mirilla e hizo ver que no estaba. Yo lo lamenté por Zoe, encerrado en esa casa con un bozal, un calcetín o puede que hasta una bufanda. Podría ahogarse. Helen gritó a través del buzón de la puerta: «Volveremos, vieja chiflada. Sepa que soy una de las detectives privadas más importantes de Irlanda».

¡De Irlanda, nada menos! Yo no dije nada, pero era evidente que la noche con Colin se le había subido a la cabeza.

Tu madre que te quiere.

Mamá

¿Hay alguien ahí fuera?
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml
sec_0109.xhtml
sec_0110.xhtml
sec_0111.xhtml
sec_0112.xhtml