4

Cena «chez Walsh» traída del restaurante de comida india del barrio. Me porté bastante bien: medio bhaji de cebolla, 1 langostino, 1 trozo de pollo, 2 molondrones (que son bastante grandes) y unos 35 granos de arroz seguidos de 9 pastillas y 2 Rolos.

Las comidas se habían convertido en silenciosas batallas donde mamá y papá se obligaban a poner alegría en su voz cuando me proponían otra cucharada de arroz, otra chocolatina u otra pastilla de vitamina E (excelente para combatir las marcas, por lo visto). Yo hacía lo que podía -me sentía vacía pero nunca tenía apetito-, pero comiera lo que comiese nunca les parecía suficiente.

Agotada por la lucha, me retiré a mi cuarto. Algo estaba emergiendo a la superficie: la necesidad de hablar con Aidan.

Dentro de mi cabeza hablaba a menudo con él, pero ahora quería más: tenía que oír su voz. ¿Por qué no había sentido eso hasta este momento? ¿Por las heridas y la conmoción? ¿O porque los analgésicos me habían tenido demasiado atontada? Fui a ver a mamá, a papá y a Helen, que estaban enfrascados en una de esas series de detectives con las que esperan dar sentido a sus vidas. Agitaron una mano y procedieron a hacerme sitio en el sofá, pero dije:

- No, estoy bien, solo voy a…

- ¡Bien! ¡Buena chica!

Podría haber dicho cualquier cosa -«Voy a prender fuego a la casa», «Voy a casa de los Kilfeather para hacer un trío con Angela y su novia»- y habría obtenido la misma respuesta. Se hallaban en un estado de profunda abstracción, similar a un trance, y seguirían así durante una hora por lo menos. Cerré la puerta, agarré el inalámbrico del vestíbulo y me lo llevé a la habitación.

Miré fijamente el pequeño aparato: los teléfonos siempre me han parecido mágicos, la forma en que logran las conexiones más improbables, más distantes geográficamente. Sé que su funcionamiento tiene una explicación totalmente lógica, pero nunca ha dejado de maravillarme que dos personas separadas por un océano puedan conversar.

Mi corazón latía con fuerza y me sentía optimista. Emocionada, de hecho. ¿Dónde debería probar? En el trabajo no, porque alguien podría contestar por él. Su móvil era la mejor opción. Ignoraba qué ocurría, quizá lo habían desconectado, pero cuando marqué el número al que había llamado miles de veces, oí un chasquido y, a renglón seguido, su voz. No su voz real, sino un mensaje con su voz, que, no obstante, bastó para que se me cortara la respiración.

- Hola, soy Aidan. Ahora mismo no puedo atenderte, pero deja un mensaje y te llamaré en cuanto me sea posible.

- Aidan -oí que decía mi voz. Sonaba trémula-. Soy yo. ¿Estás bien? ¿De verdad me llamarás en cuanto te sea posible? Hazlo, por favor. -¿Qué más?-. Te quiero, cariño. Confío en que lo sepas.

Colgué, sintiéndome mareada, eufórica: había escuchado su voz. Pero al cabo de unos segundos me vine abajo. Dejar un mensaje en su móvil no era suficiente.

Podía enviarle un correo electrónico, pero eso tampoco era suficiente. Tenía que volver a Nueva York y tratar de dar con él. Aunque existía la posibilidad de que no estuviera allí, tenía que intentarlo, pues una cosa estaba clara: que no estaba aquí.

Con sumo sigilo devolví el teléfono al vestíbulo. Si mi familia se enteraba de lo que acababa de hacer, no habría forma de que dejaran que me fuera.

¿Hay alguien ahí fuera?
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml
sec_0109.xhtml
sec_0110.xhtml
sec_0111.xhtml
sec_0112.xhtml