36

Envueltas por la calima del viernes por la tarde, Teenie y yo nos encontrábamos en la autopista de Long Island, llena de tráfico. El coche iba repleto de cajas de productos: en el maletero, en el suelo, en nuestros regazos. Teníamos que llevarlas nosotras porque si las confiábamos a un mensajero, había muchas probabilidades de que no llegaran a tiempo. (Y si las enviábamos el día anterior, había muchas probabilidades de que las birlaran.) Pero no nos quejábamos: por lo menos no nos habían hecho ir en autobús, como el año anterior.

Aunque respirar los gases de un millón de coches tampoco era agradable. Una de las ventanillas tenía que estar abierta porque los tres telones de fondo de Candy Grrrl eran muy largos y no entraban del todo en el coche.

- Cuando lleguemos habremos contraído cáncer de pulmón -se lamentó Teenie-. ¿Has visto alguna vez los pulmones de un fumador?

- No.

- ¡Genial!

Con gran deleite se embarcó en una descripción morbosa, hasta que el conductor, un caballero corpulento con unos dedos amarillos habituales en quien le gusta el tabaco, espetó:

- ¿Le importaría cerrar la boca? No me encuentro muy bien.

Eran más de las nueve cuando llegamos al hotel The Harbor Inn. Primero teníamos que examinar la suite de Candace y George para asegurarnos de que era lo bastante lujosa y que el champán, la cesta de frutas, las flores exóticas y los bombones elaborados a mano aguardaban su llegada. Pellizcamos algunos cojines, alisamos la colcha de la cama -no debíamos dejar nada al azar- y luego Teenie y yo cenamos y nos retiramos a nuestros catres para dormir unas horas.

Al día siguiente estábamos en el centro de exposiciones a las siete. Las puertas se abrían al público a las nueve y para entonces debíamos tener montada una minitienda de Candy Grrrl.

Poco después de las siete y media llegó Brooke. Llevaba en la zona desde el miércoles, alojada en la mansión de sus padres.

- ¡Hola, chicas! -nos saludó-. ¿En qué puedo ayudar?

Curiosamente, lo decía en serio. Al rato estaba encaramada a una escalera de mano, colgando los telones de dos metros por tres. Luego dedujo cómo se encajaban las piezas del mostrador lacado negro. Dirán lo que quieran de la gente rica, pero Brooke era extraordinariamente práctica y servicial.

Entretanto, Teenie y yo nos dedicamos a abrir cajas. Estábamos promocionando Protection Racket, nuestra nueva gama de cremas solares. Venían en frascos de cristal (falsos) con tapones de cristal tallado (falsos), como botellitas de perfume antiguas, y las cremas recorrían toda una gama de rosas. El factor de protección más alto, el 30, tenía un tono burdeos intenso; de ahí se pasaba a rosas cada vez más claros, hasta el factor 4, que era rosa pastel. Eran preciosos.

También teníamos cientos de camisetas de Candy Grrrl y bolsas de playa para regalar, incontables bolsitas con muestras y todos los productos de belleza de la marca para que Candace pudiera hacer sus exhibiciones de maquillaje.

Justo cuando colocábamos el último brillo de labios en el mostrador llegó Lauryn.

- Hola -dijo, buscando con sus ojos saltones algo que criticar. Decepcionada, dirigió su atención a la multitud, como un cazador hambriento-. Me voy a…

- Sí -murmuró Teenie cuando se marchó-, te vas a buscar a algún famoso al que lamerle el culo.

Brooke soltó una carcajada.

- ¡Sois la monda, chicas!

A las diez el salón estaba abarrotado. Había mucho interés por Protection Racket, pero la pregunta principal era:

- ¿Me dejará la cara de color rosa?

- Oh, no -respondíamos una y otra vez-. El color desaparece sobre la piel.

- El color desaparece sobre la piel.

- El color desaparece sobre la piel.

- El color desaparece sobre la piel.

De vez en cuando oíamos una voz pija que exclamaba con asombro:

- ¡Hola, Brooke! Qué maravilla, estás trabajando. ¿Cómo está tu madre?

Las bolsas de playa volaban (las camisetas no tanto, pero no importaba) y las tres realizábamos docenas de miniconsultas -tipo de piel, colores preferidos y demás- antes de entregar a la mujer en cuestión un montón de muestras adecuadas para su cutis.

No dejábamos de sonreír, y yo empezaba a notar un terrible calambre en la boca, en las encías.

- Acumulación de ácido láctico -dijo Teenie-. Ocurre cuando un músculo trabaja demasiado.

No tenía la sensación de que el tiempo pasara hasta que Teenie exclamó:

- ¡Mierda, son casi las doce! ¿Dónde está la cola de mujeres ansiosas por conocer a Candace?

Estaba previsto que Candace llegara a las doce. Lo habíamos publicado en la prensa local y se había anunciado cada quince minutos por el sistema de megafonía, pero nadie se había acercado a preguntar.

- Tenemos que empezar a dar la lata a la gente -dijo Teenie. Le encantaba la expresión «dar la lata»-. Si no conseguimos una enorme cola, estamos perdidas.

- Pues adelante, demos la… -Las palabras murieron en mi boca cuando, por encima de las conversaciones de la gente, se oyó un chillido. Parecía el grito de un niño.

Las tres nos miramos. ¿Qué había sido eso?

- Creo que el doctor De Groot acaba de llegar -dijo Teenie.

¿Hay alguien ahí fuera?
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml
sec_0109.xhtml
sec_0110.xhtml
sec_0111.xhtml
sec_0112.xhtml