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Me dispuse a esperar. Parecía casi una repetición de la noche anterior, pero entonces estaba llena de esperanza y ahora tenía un terrible presentimiento.
Kevin telefoneó y tampoco esta vez contesté. No podía afrontarlo. Dijo que llegaría a las diez de la mañana en el puente aéreo de Boston. Nos veríamos entonces. Mañana lo sabría todo.
Entonces apareció Jacqui; había comunicado la noticia a Joey Morritos. Su presencia no era una buena señal.
Meneó la cabeza.
- Adiós a la dopamina.
- ¡Oh, no!
- Oh, sí. No quiere saber nada del asunto.
- ¡Por Dios, como si él no hubiera tenido nada que ver con él! ¿Estuvo desagradable?
- No, simplemente el Joey Morritos de siempre sin dopamina.
- Desagradable entonces.
- Sí, supongo que sí. Yo sabía que no iba a gustarle la noticia, pero esperaba que… ya sabes.
Asentí con la cabeza. Sabía. Se dejó caer en el sofá y lloró mientras yo farfullaba qué pedazo de cabrón era. Al cabo de un rato empezó a reír sin dejar de llorar.
- Por Dios, Joey Morritos -dijo, secándose las mejillas con el canto de la mano-. ¿En qué estaba pensando cuando me enamoré de él? A eso lo llamo yo complicarse la vida. Y sabes una cosa, Anna, tendrás que ser mi pareja durante el embarazo. Tendremos que ir a clases de preparación para el parto y las demás parejas heterosexuales pensarán que somos Chicas Alegres. -Hasta se tomó la molestia de decirlo con acento indio.
- Eres una jabata.
- Soy una imbécil y ni siquiera puedo ahogar mis penas en alcohol. Pon Dirty Dancing, ¿quieres? Será mi único consuelo durante los próximos ocho meses. No puedo beber, no puedo fumar, no puedo pasarme con el azúcar, no puedo comprar ropa bonita ni tener sexo. Los únicos hombres que querrán acostarse conmigo serán bichos raros a los que les ponen las mujeres embarazadas. Solo me quedan las películas melosas. ¿De quién es el mensaje?
Yo estaba en el suelo, buscando el DVD.
- ¿Qué?
- La luz de mensajes parpadea.
- Oh, de Kevin. Mañana viene a la ciudad.
Me sorprendió la naturalidad con que lo dije. No podía contarle a Jacqui lo que estaba pasando. Ya tenía bastante con lo suyo.
Cuando se marchó, me metí en la cama, me dormí -más o menos- y me levanté muy temprano con la sensación de que iban a ejecutarme.