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Para: Ayudantedemago1@yahoo.com

De: Estrelladelasuerte_DP@yahoo.ie

Asunto: Bigote

Decoloré al muy cabrón. Aunque rubio, ahí sigue. Parezco estrella del porno (masculina) alemana. Mamá me llama Gunther Jadeante. Está entusiasmada. ¿Consejo?

Tu velluda hermana, Helen

PD: ¿De qué conoce mamá a estrellas porno?

Para: Estrelladelasuerte_DP@yahoo.ie

De: Ayudantedemago1@yahoo.com

Asunto: Bigote

Prueba Immac.

Para: Aidan_maddox@yahoo.com

De: Ayudantedemago1@yahoo.com

Asunto: Mejorando

Hoy me han quitado la escayola del brazo. No parece mi brazo. Es una cosita raquítica y peluda, casi tan peluda como los brazos de Lauryn. La rodilla la tengo bastante bien (y sin pelo). Hasta las uñas me están creciendo. Ahora es solo la cara.

Te quiero.

Tu chica, Anna

Para: Aidan_maddox@yahoo.com

De: Ayudantedemago1@yahoo.com

Asunto: Me llamo Anna

Alguien dejó un programa de las reuniones de alcohólicos anónimos en mi mesa. Anónimamente, claro.

Te quiero.

Tu chica, Anna

Rara: Aidan_maddox@yahoo.com

De: Ayudantedemago1@yahoo.com

Asunto: ¡Pelo nuevo!

Supliqué a Sailor un corte de bajo mantenimiento pero me dijo que teníamos que sufrir para estar guapas y me hizo un enmarañado cepillado «direccional» hacia delante. La parte positiva es que me tapa gran parte de la cicatriz. Pero cuando intente secármelo yo será tal el desastre que tendré que empezar a llevar sombrero otra vez. Es evidente que todo ha sido una gran conspiración.

Te quiero.

Tu chica, Anna

Durante toda la semana trabajé entre doce y trece horas diarias y transcurrió el tiempo suficiente para que llegara la noche del viernes. No obstante, en cuanto entré en casa y solté las llaves vi, como un dedo acusador, la luz intermitente del contestador. Porras. ¿Cuántos mensajes habrá? Mantuve los pies firmes en el suelo y me incliné para comprobarlo: tres mensajes. Observé el rostro comprensivo de Dogly y dije:

- Apuesto a que los tres son de Leon.

Me acosaba con sus mensajes. Un par de veces, en el trabajo, había estado a punto de morder el anzuelo porque Leon había ocultado su número, pero hasta la fecha había conseguido evitar hablar con él. En algún momento tendría que telefonearle. Tarde o temprano se personaría en mi casa o, mucho peor, me enviaría a Dana. Sin embargo, no podía enfrentarme a ellos, todavía no.

Encendí el ordenador y mi corazón dio un brinco cuando vi que había dos mensajes nuevos. Contuve la respiración y esperé, paralizada por la expectación. Pero el primero era de Helen.

Para: Ayudantedemago1@yahoo.com

De: Estrelladelasuerte_DP@yahoo.ie

Asunto: Immac

¡Qué peste! ¡A carne chamuscada! Vuelve a crecer, pero del que pincha y… y… como barba de tres días. Transformándome en hombre.

Le aconsejé que probara la cera. El segundo correo era de mamá. Ya iban dos. ¿Por qué me escribía?

Para: Ayudantedemago1@yahoo.com

De: Loswalsh@eircom.net

Asunto: Bigote de Helen

¿Por qué le dijiste a Helen que utilizara ese puñetero producto contra el pelo? ¡Santo Dios, qué olor! La gente que llamaba a la puerta lo comentaba. El chico que recoge el dinero de la leche (un crío) dijo -y es absolutamente literal-: «Ostras, señora, ¿se ha tirado un pedo?». ¡Puedes creerlo! Yo, que en mi vida me he tirado un pedo. En cuanto a la mujer y su perro, te mantengo informada. Ha habido mucho movimiento. Esta mañana estuve al acecho. Normalmente pasa a las nueve y diez, de modo que me preparé. En cuanto apareció empecé a sacar los cubos de basura, lo cual me pareció una buena estrategia, a pesar de que el día de sacar la basura es el lunes y le corresponde a tu padre.

«Una mañana agradable», le dije, queriendo decir «Una mañana agradable para obligar a su perro a mear en la verja de un desconocido inocente». La mujer enseguida tiró de la correa y dijo: «Date prisa, Zoe». Ahora ya tenemos una pista. ¡Menudo nombre para un perro! Entonces ocurrió algo espantoso. La mujer me lanzó una mirada asesina. Nuestros ojos se encontraron y, como bien sabes, Anna, yo no soy una mujer imaginativa, pero supe que estaba en presencia del diablo.

Tu madre que te quiere.

Mamá

PD. Dentro de dos semanas tu padre y yo nos iremos quince días al Algarve. Será agradable. No tanto como el Cipriani de Venecia, naturalmente (aunque no he estado), pero agradable. Durante nuestra ausencia Helen se quedará en casa de «Maggie» y «Garv», como os empeñáis en llamarles. Eso significa que no podremos mantener vigilada a la mujer, pero dada la mirada asesina que me clavó esta mañana, casi lo prefiero.

Al otro lado de la habitación, la luz intermitente del contestador automático seguía acusándome. «Desaparece, desaparece. ¿Por qué sigues atormentándome?» Ojalá pudiera borrar los malditos mensajes sin tener que escucharlos, pero la máquina no me dejaba hacerlo, así que pulsé «Escuchar» y me dirigí rápidamente al cuarto de baño mientras oía: «Anna, soy Leon. Sé que esto es duro para ti, pero también lo es para mí. Necesito verte…»

Decidida a ahogar su voz, abrí los grifos con tal ímpetu que se empapó mi vestido. Retrocedí, conté hasta veintitrés y cerré lentamente el agua. Entonces oí que Leon decía: «… mi dolor también…». Con un raudo giro de muñeca, hice correr de nuevo el agua, conté hasta siete y medio, la cerré y oí: «… podemos ayudarnos…». Abrí el chorro hasta el máximo de su potencia. Era como sintonizar una radio e ir captando señales. Radio Leon.

Finalmente Leon terminó lo que tenía que decir. Salí de puntillas del cuarto de baño y pulsé «Borrar».

- Mensajes borrados -dijo el contestador.

- Gracias -contesté.

Para: Ayudantedemago1@yahoo.com

De: Estrelladelasuerte_DP@yahoo.ie

Asunto: Mi bigote

Me hice la cera. ¡Peor aún! ¡Terrorífico! Labio superior, particularmente suave, da a resto de cara aspecto supervelludo. Parezco uno de esos tipos con barba pero sin bigote. Granjeros afrikáners o imanes paquistaníes.

PD: No más consejos.

El sábado por la noche Rachel me «invitó» a su casa y no pude decirle que no. A menos que estuviera dispuesta a oír un sermón bienintencionado.

Estaba pasando una velada agradable cuando, transcurridas dos horas, me asaltó un pánico que estaba empezando a resultarme aterradoramente familiar: tenía que salir de allí.

Rachel no dejó que me fuera hasta que terminó de interrogarme exhaustivamente sobre mis planes del domingo, pero ya lo tenía todo atado: Jacqui me había organizado una visita a un balneario llamado Cocoon. Había dicho que me haría bien.

Y me hizo bien, dejando a un lado el comentario de la aromaterapeuta de que yo era la persona más tensa con la que había trabajado en su vida y la queja de la pedicura de que no podía pintarme las uñas si no dejaba de mover el pie.

Y llegó el domingo por la noche. Había sobrevivido a otro fin de semana. Pero en lugar de sentirme aliviada, me embargó una terrible desesperación. Tenía que pasar algo pronto.

¿Hay alguien ahí fuera?
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