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Arc-Royal

Mancomunidad Federada

15 de abril de 3055

Víctor Davion sonrió cortésmente cuando la baronesa viuda de Gambier le presentó a su sobrina Charity.

—No, el placer es mío, señora de Gambier —dijo mientras besaba las manos enguantadas de la joven sin apenas rozarle los dedos—. Su tía está en lo cierto. El servicio de su padre con el Segundo de Guardias Reales ha sido muy importante para la Mancomunidad Federada.

—Gracias, A… A… Alteza —balbuceó la joven.

—Lo digo con toda sinceridad —añadió Víctor de corrido mientras le soltaba la mano. No le cabía la menor duda de que la alta y desgarbada mujer habría estado mucho menos nerviosa si su vieja y gorda tía no hubiese estado presente para enterarse de todo lo que decía. Víctor, que había aprendido hacía tiempo a mostrarse educado ante las mujeres casamenteras empujadas a hablar con él por algún ambicioso familiar, sintió mucha lástima por Charity.

—Señora de Gambier, se está usted preparando para entrar en la universidad, ¿ja? Creo que su tía lo ha mencionado.

Charity asintió mientras intentaba dar coherencia a sus palabras.

—Espero ir al Instituto de Ciencias de Nueva Avalon después de haber estudiado los dos primeros años en el Instituto Técnico de Gambier. Si puedo entrar en el ICNA, estudiaré los proyectos de regeneración neurocibernética del Doctor Riva Allard. Así podría ayudar a mi padre y a otros heridos de guerra.

—Tiene visión de futuro, como el doctor Allard —dijo Víctor a la vez que agarraba del brazo a Mark Allard justo cuando el joven pasaba por su lado. Víctor atrajo a su primo hacia él e inclinó la cabeza ante Charity—. Éste es el sobrino del doctor Allard, Mark. Mark, ésta es Charity de Gambier. Su padre es el mariscal Richard de Gambier.

Mark, empujado por Víctor, se sonrojó al saludar a la guapa joven, cuyo rostro mostraba un destello de rubor.

—Mark quiere ir al Nagelring dentro de unos años, pero yo esperaba convencerlo de que debería haber otro Allard en la Academia Militar de Nueva Avalon. Si así fuera, coincidiríais en Nueva Avalon. Siempre es una ayuda tener amigos en un lugar que no se conoce.

Víctor observó con deleite cómo cambiaba la expresión de la baronesa y los dejó conversar a solas al advertir la presencia de un oficial rubio y esbelto. Como Víctor, el hombre llevaba el uniforme gris con adornos azules del Décimo de Guardias Liranos. Dado que los dos eran miembros de los Espectros, el enorme batallón reforzado de los Guardias, las charreteras del traje eran negras y con bordados blancos en la parte superior.

—Galen, parece que te diviertes.

El asesor de Víctor, Galen Cox, asintió con una amplia sonrisa.

—Algunos Demonios han estado contando historias de Luthien, y el Khan se acaba de unir a ellos. He pensado que podría interesaros.

A pesar del tono neutro de sus palabras, Víctor advirtió su preocupación. Todo el mundo sabía que Phelan no podía controlar su genio. No sería difícil mantener la calma en estos momentos, sobre todo después del extraordinario acuerdo entre Víctor y ComStar, pero tampoco le importaba dejar que su primo se divirtiese. Víctor seguía molesto por la superioridad que había mostrado Phelan durante la negociación de la mañana, pero decidió no darle más vueltas e ir tras Galen, que se dirigía hacia un grupo de guerreros cada vez más grande.

Una mujer, al mando de una compañía de los Demonios de Kell, gesticulaba con las manos para indicar las posiciones relativas de los Mechs a medida que relataba una batalla.

—… Y allí estaba el coronel, sólo en la cumbre. Los Gatos Nova seguían acercándose a él. Yo iba en mi Blackjack, sin moverme del emplazamiento que nos había asignado el coronel. Les disparé con los cañones automáticos a medida que avanzaban y les prendí fuego con los láseres medios. Cuando un imbécil del Clan al que habían bombardeado y abierto todo el torso de su ’Mech pasó junto a mí a gran velocidad arremetí contra él con todo mi armamento.

Mientras ella contaba la historia, los guerreros de la Esfera Interior que había a su alrededor reían y cabeceaban afirmativamente. La mayoría pertenecía a los Demonios de Kell, pero Víctor vio miembros de otras unidades, entre ellas el Cuarto de Guardias de Donegal y unas seis unidades militares procedentes de los mundos donde los Demonios habían erigido fortalezas. El Décimo de Guardias Liranos, representado por Víctor, habían presenciado casi todas las acciones contra los Clanes, pero la mayor parte de los presentes también había lidiado con ellos en un momento u otro.

Phelan y Ragnar estaban solos a un lado del círculo. Phelan volvía a llevar su uniforme de piel gris y un largo abrigo del mismo color con los hombros cubiertos de una piel que sólo podía ser de lobo. Junto a él, se encontraba Ragnar, con un mono gris y la cuerda de sirviente en la muñeca derecha. Sostenía una elaborada máscara con la cara de un lobo que parecía estar hecha de esmalte.

La Demonio de Kell morena movió la cabeza enérgicamente.

—Sí, el día de Luthien les dimos una paliza a los Clanes —dijo mientras sonreía a sus camaradas. Luego levantó la vista y lanzó una mirada de desafío a Phelan.

—No me cabe duda de que lo hizo, capitana Moran —dijo Phelan escuetamente—. Recuerdo el día en que su padre le hizo entrega de su Blackjack y le dijo que esperaba que le fuera tan útil como le fue a él. Su acción es digna de elogio —remachó al tiempo que inclinaba la cabeza hacia ella sin que desapareciera la expresión de superioridad de su rostro.

Víctor frunció el ceño. En otra ocasión, el viejo Phelan se habría molestado. Los Clanes lo han hecho madurar, pero sigue siendo un presuntuoso.

Michelle Moran se quedó perpleja.

—No pensaba que un miembro de los Clanes, y menos uno de sus líderes, fuera capaz de admitir una derrota.

—¿Derrota? —dijo Phelan sacudiendo la cabeza e intentando disimular la tensión de su rostro—. ¿Esperaba que rebatiera sus palabras? Los Jaguares de Humo y los Gatos Nova se han mostrado reacios a compartir los ROMS de combate del debacle de Luthien, así que no los he visto. Pero lo que dice parece cierto. Esos Clanes fueron derrotados sin conquistar Luthien. Está demostrado.

—Como también está demostrada la paliza que les dio ComStar en Tukayyid —dijo Moran en un tono lo bastante alto para llamar la atención.

Víctor vio que la capitana estelar Ranna, que hasta el momento conversaba con los padres de Phelan, levantaba la vista para observarlo. Phelan se dio cuenta y le hizo un gesto para tranquilizarla. No vio a ningún otro compañero del Clan en la sala, pero sí a otros MechWarriors que poco a poco se sumaban al círculo.

Víctor se volvió y dijo al oído de Galen:

—¿Por qué me resulta tan familiar el nombre de Moran?

—El Duodécimo de Guardias de Donegal, señor. Damien Moran nos derrotó. Puede que sean parientes.

La cara sonriente de Damien se dibujó de nuevo en la mente de Víctor. No conocía al joven antes de que los Halcones de Jade atacasen Trellwan, pero había oído hablar mucho de él cuando se vieron obligados a evacuar el planeta. Por ello Víctor memorizó sus rasgos y su historial al igual que los de los otros guerreros que habían perdido sus vidas para que pudiera escapar.

—Sí, era de Arc-Royal. Debería haberme dado cuenta antes de su parecido. Gracias.

Phelan asintió.

—Está demostrado que ComStar ganó la batalla de Tukayyid. Negociaron bien, y cuando todo estaba decidido, se hicieron con la victoria. Me gustaría dejar claro, sin embargo, que los Lobos consiguieron sus objetivos. También hay que decir que la victoria de ComStar desembocó en una tregua, no en una guerra.

—Pero los miembros de los Clanes fueron derrotados.

—Parece que no entiende que es una insensatez hablar de los Clanes como de una unidad, capitana Moran.

Michelle miró a Phelan, pero no dijo nada.

—¿Qué quiere decir con eso, Khan Phelan?

Phelan miró a Ragnar y el sirviente esbozó una leve sonrisa. Luego hizo un gesto a Phelan y se volvió hacia Michelle Moran.

—Lo que el Khan Ward quiere decir, capitana, es que hablar de unidad en los Clanes es tan absurdo como sugerir que todas las partes de la Esfera Interior forman un todo indiviso. Usted y los Demonios de Kell son fieles a Steiner y cuentan con una larga historia de luchas contra el Condominio Draconis. El príncipe Davion es el heredero al trono de Steiner y Davion, sin embargo él y sus Espectros viajaron al Condominio para salvar al heredero de Theodore Kurita de los Gatos Nova.

Ragnar señaló a un hombre vestido con el uniforme de la Milicia de Morges.

—Usted procede del último mundo de Tamar de la Mancomunidad Federada, así que su lealtad es para con Ryan Steiner. Se sabe que los separatistas de Skye se oponen al príncipe Víctor y al dominio de Davion sobre la Mancomunidad Federada. La Esfera Interior, como grupo, incluye también al Condominio Draconis, la Liga de Mundos Libres, la Confederación de Capela, la Comunidad de Saint Ives y lo poco que queda de la República Libre de Rasalhague. Todos ellos tienen diferentes objetivos y distintos medios para conseguirlos.

—¿Entonces cuál es su opinión, Ragnar? —preguntó Víctor al tiempo que se le dibujaba una malévola sonrisa en los labios—. ¿Debemos olvidar lo que hemos hecho para retener a los Clanes porque fueron los Halcones de Jade y los Jaguares de Humo a los que derrotamos?

Phelan pasó el brazo por encima del hombro de Ragnar.

—La opinión de Ragnar es la siguiente, príncipe Víctor: intentar ridiculizar a un miembro del Clan de los Lobos con las propias victorias contra otros Clanes es inútil.

—¿De modo que usted, miembro del Clan de los Lobos, considera nuestras victorias irrelevantes?

—No, primo. Las aplaudimos —contestó Phelan mientras observaba a los Demonios de Kell—. No os imagináis lo orgulloso que me sentí cuando me dijeron que los Demonios de Kell habían tomado parte en la fuerza que había detenido a los Jaguares de Humo. Cuando el ilKhan me llamó para declarar ante el Gran Consejo a favor de la negociación con ComStar, hice hincapié en vuestra victoria. Utilicé el sorprendente asalto del príncipe Víctor a Teniente y los éxitos de Kai Allard-Liao como ejemplo de lo que podía hacer la Esfera Interior. Al hacer referencia a tales logros, los Khanes del Clan decidieron estudiar la posibilidad de reforzar el ataque.

»Y no dudéis ni por un instante que algunos de los Clanes aún quieren continuar la guerra —agregó—. Del mismo modo que Ryan y vos, Víctor, podéis diferir sobre los planes de futuro, los Clanes también tienen sus facciones. La facción de los Cruzados desea conquistar toda la Esfera Interior. La de los Guardianes cree que ése no es el futuro que el general Kerensky quería para los Clanes. Tenéis suerte de que el ilKhan y los Khanes de los Lobos sean todos Guardianes que quieren proteger la Esfera Interior. Si no lo fuéramos, esto sería un funeral y no una celebración.

Michelle Moran sacudió la cabeza.

—Si lo que ustedes han hecho es para proteger a la Esfera Interior, no creo que el ataque de los Cruzados sea mucho peor. Y no estoy muy segura de querer que mis victorias beneficien a un Clan que se aprovechó de la debilidad de una nación en ciernes y pulverizó a un puñado de pacifistas. Éste fue el motivo por el que el Clan de los Lobos no participó en ninguna batalla por la conquista de Tukayyid hasta una semana después de que los otros Clanes les hubiesen preparado el terreno.

Víctor advirtió un destello de luz en sus ojos.

—No se atreva a insinuar que el Clan de los Lobos está atemorizado, capitana Moran. Nuestra tardía participación en la batalla de Tukayyid se debió a las negociaciones a las que nos obligó el resto de los Clanes. El Capiscol Marcial nos reservó sus mejores tropas y nosotros conseguimos derrotarlas.

—Eso es lo que usted dice, Khan Phelan, pero no hay nada que lo demuestre —dijo Michelle Moran cruzándose de brazos—. No me extrañaría que la historia militar de ComStar fuera una gran tapadera política para mantener la tregua —añadió mientras adoptaba una expresión sombría—. Después de todo, Khan Phelan, es inevitable poner en duda la habilidad de los guerreros de un Clan en el que un hombre expulsado del Nagelring puede conseguir el liderazgo en sólo tres años.

Víctor vio cómo Phelan empezaba a temblar de ira, pero le sorprendió que consiguiera reprimirla.

—Si perteneciera a los Clanes, capitana Moran, discutiríamos nuestros puntos de vista en un Círculo de Iguales. Ha cometido un error, pero lo pasaré por alto porque usted no conoce nuestros métodos.

Moran se encogió de hombros.

—Es fácil decirlo.

—No verteré la sangre de uno de los oficiales de mi padre.

Víctor sonrió.

—¿Por qué verter sangre? Creo que a la capitana Moran le gustaría comprobar lo buenos que son los Lobos. Los Demonios de Kell tienen instalaciones para simulacros.

Phelan sonrió complacido.

—Muy bien. Dispondré de una estrella de BattleMechs contra lo que usted disponga.

—¿Tiene una compañía, capitana Moran? —preguntó Víctor con una sonrisa en los labios—. Acepte además la lanza de mando que yo le ofrezco, si se me permite. En total serían dieciséis de los nuestros contra cinco de los suyos, si eso es aceptable, Khan Ward.

Phelan asintió.

—Necesitaré dos pilotos más aparte de Ranna, Ragnar y yo en nuestra estrella. Si vos los permitís, príncipe Víctor, escogeré a Galen Cox y a mi primo Mark.

—Hecho.

—Bien negociado y hecho.

—Ahora lo único que tengo que hacer es encontrar tres pilotos para completar mi lanza —dijo Víctor sonriendo.

—Contad sólo con una, Víctor, nosotros dos iremos en ella.

Víctor se volvió al oír una voz familiar y esbozó una sonrisa.

Muy bien negociado y hecho —dijo mirando a Phelan y sacudiendo la cabeza—. Sus dos pilotos serán magníficos, Khan Ward. Y ahora permítame presentarle al chu-sa Shin Yodama del Condominio Draconis y al actual campeón de Solaris, Kai Allard-Liao.