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Tamar

Zona de ocupación del Clan de los Lobos

21 de junio de 3055

Phelan Ward hizo una reverencia al entrar en los aposentos del ilKhan.

—Traigo información para usted, señor.

El hombre esbelto y de pelo cano le devolvió el saludo y le estrechó la mano.

—Parece que la galaxia Beta funciona bien bajo sus órdenes, Phelan —dijo Ulric Kerensky al tiempo que se sentaba en una tumbona e indicaba a Phelan que tomara asiento—. Ya lo estaban haciendo bien antes de su regreso y en el último mes incluso han mejorado. Lo felicito.

El Khan no pudo reprimir una sonrisa de satisfacción.

—Haré llegar sus halagos a los demás. El coronel estelar Athen Kederk ha hecho milagros desde que llegó del Núcleo estelar de asalto 328. Le agradezco que lo dejara venir. También quería darle las gracias por la ayuda que nos prestó el Decimotercero de Guardias de los Lobos cuando Natasha tomó el mando de la galaxia Alfa. Como siempre, supieron cómo enfrentarse al enemigo con todo tipo de inusuales desafíos tácticos.

Ulric esbozó una sonrisa.

—Las otras unidades que entrenaron para combatir a las Arañas de los Lobos no parecían estar tan contentas.

—Ya me lo suponía —dijo Phelan echándose hacia atrás en la silla de acero y lona. Observó la sencilla habitación con detenimiento y se sorprendió de lo poco que había cambiado Ulric Kerensky desde que lo había conocido. Cuando estaba en la Nave de Salto Dire Wolf fue invitado a casa del Khan Kerensky, donde todos los elementos eran prácticos o estéticamente sencillos. Se dio cuenta de que muchos de los objetos de la habitación de Tamar eran los mismos que adornaban la cabina de Ulric durante la invasión por los Clanes de la Esfera Interior.

Ulric se acarició la barbilla antes de hablar.

—Le he hecho venir para darle una alarmante noticia.

El tono de voz del ilKhan sorprendió a Phelan. Aunque denotaba cierto pesar, Ulric parecía no estar muy seguro de si debía darle toda la información.

—¿Qué pasa?

—Hace dos días un asesino mató a la arcontesa Melissa Steiner en Tharkad. Lo hizo poniendo una bomba en un acto al que tenía que asistir.

—¡Dios mío! —exclamó Phelan—. ¿Quién lo hizo?

Ulric sacudió la cabeza.

—No lo sé. Ni tampoco el capiscol de ComStar que me comunicó la noticia. Sin embargo, dijo que sus padres se encontraban en aquella cena. Su padre presentó a Melissa Steiner y ambos estaban sentados en la tarima —dijo el ilKhan respirando profundamente—. Su madre murió por la explosión. Su padre quedó gravemente herido y se encuentra hospitalizado.

El particular tono de voz de Ulric redujo la gravedad de la noticia. Phelan no parecía creer lo que estaba oyendo y pensó que tal vez, como los guerreros del clan no conocían a sus verdaderos padres, Ulric no podía saber cuánto le hería la noticia. El ilKhan no podía mostrarse más afectado porque no entendía unos sentimientos que jamás había experimentado.

—¡Oh, Dios! —exclamó Phelan desplomándose en la silla—. ¿Mi madre… muerta? No es posible, no es posible…

La vi hace sólo un mes —dijo levantando la vista hacia Ulric y esbozando un gesto de impotencia—. Tras la jubilación de mi padre, ambos se dirigían a Tharkad para mantenerse alejados de la unidad, la lucha y la muerte. Desafió tantas veces a la muerte en el campo de batalla… ¿Cómo es posible que le llegase en un banquete?

El ilKhan se limitó a sacudir la cabeza.

—No puedo entender lo que siente, Phelan, aunque desearía hacerlo.

—Olvídelo, ilKhan. No creo que le gustase compartir mis sentimientos.

—Intento saber lo que siente, pero me preocupa cuánto le afectará esto en el campo de batalla. Usted es un amigo y soy consciente de que le duele… profundamente —dijo Ulric bajando la mirada—. Tengo otra noticia inquietante.

Phelan dio un resoplido.

—Después de esto, no creo que nada pueda inquietarme.

—Casi al tiempo que la bomba explotaba, el Trigésimo primero de Solahmas de los Lobos inició un combate en Deia. Aterrizaron sobre lo que quedaba de los Zuavos de Zimmer y la milicia de Deia. Los expulsaron pero, al hacerlo, dejaron escapar a los bandidos. Como Conal se llevó consigo a la sección aérea para hacerse con la victoria, no disponía de medios para perseguir a los bandidos cuando salieron del mundo.

—¿Conal arremetió contra una unidad a la que se suponía que debía ayudar? —exclamó Phelan incorporándose en la silla—. Pero ¿por qué demonios lo hizo?

Ulric lanzó una largo suspiro.

—Conal se excusa diciendo que pidió al jefe mercenario que sacase a sus tropas de una posición defensiva que él quería ocupar. El comandante en jefe se negó y aceptó el desafío de Conal de luchar por la plaza.

Phelan enrojeció de ira y respiró entecortadamente. No le cabía duda de que la acción de Conal —el individuo más cretino que jamás había conocido— era exactamente lo que habría hecho cualquier otro miembro del Clan. Estaba convencido de que Conal había arremetido contra los Zuavos por dos motivos. El primero es que eran mercenarios y, por lo general, los Clanes creían que los mercenarios eran inferiores a los bandidos; y el segundo, que los Zuavos tenían vinculaciones con los Demonios de Kell, y él tenía cierta relación con estos últimos.

—Usted sabe por qué Conal hizo eso, ¿quiaf?

—Creo que no cabe la menor duda —contestó Ulric al tiempo que asentía—. Supongo que sabrá lo que tengo que hacer ahora.

—Tendré a mi Trinaría de mando preparada en una semana. Nos encargaremos de los bandidos enseguida. Después de asistir al funeral de mi madre, acudiré al Silver Keshik en la Mancomunidad Federada.

—No.

—¿No?

Ulric se puso en pie y volvió a acariciarse la barbilla mientras se paseaba por la sala.

—No puedo enviarle al Silver Keshik ni a ningún otro miembro de su Galaxia. Al pedirme que los envíe, se olvida de un detalle, lo cual no es culpa suya, por supuesto.

—¿De qué se trata?

—En la Esfera Interior es posible, incluso probable, que una unidad de elite salga a luchar contra unos bandidos —dijo Ulric mirando a Phelan con un destello en los ojos—. Si no recuerdo mal, nosotros lo capturamos cuando los Demonios de Kell estaban llevando a cabo una operación así.

—Es cierto.

—Sin embargo, dentro de los Clanes, la caza de bandidos no es trabajo para guerreros de verdad, sino que queda reservado para unidades formadas por guerreros deshonrados que quieren morir honorablemente…

—O por tontos excesivamente ambiciosos que cometen graves errores.

—Exacto. Pero pensar que Conal es tonto es ponerse a su mismo nivel. El es astuto y no cabe duda de que atacó a los Zuavos porque son la unidad familiar militar de su familia —dijo Ulric cruzándose de brazos—. Conal sabía que de ese modo conseguiría que la Mancomunidad Federada y yo tomáramos cartas en el asunto.

—La ManFed no puede confiar en que nosotros acabemos con los bandidos. Tendrán que enviar a otros en su persecución —dijo Phelan con la mirada clavada en la silla que había ocupado Ulric—. Ryan Steiner ya ha solicitado que se conceda el honor a una unidad de Skye o Tamar. A Victor le gustaría asignárselo al Décimo de Guardias Liranos. Probablemente la arcontesa habría dejado la misión a elección de Ryan y habría rezado para que Conal negase el apoyo político a Ryan. Sin embargo, ahora que la arcontesa ha muerto, Victor es el que manda. No enviará al Décimo de Guardias Liranos, pero tampoco dejará que Ryan luche.

Ulric esbozó una leve sonrisa.

—He recibido un mensaje de Victor. Decía que no ordenaría la destrucción del Trigésimo primero de Solahmas de los Lobos, ya que primero quería saber por qué habían actuado así. También decía que los solahmas tendrían que someterse a las órdenes de la unidad que él enviase para aniquilar a los bandidos.

—Ése es Victor —dijo Phelan con el ceño fruncido—. Conal no lo aceptará. No acatará órdenes de un miembro de la Esfera Interior.

—Por eso precisamente quiero que sea el oficial de enlace entre el Trigésimo primero de Solahmas y la unidad de la Esfera Interior —dijo el ilKhan deteniéndose detrás de la silla y apoyándose en el respaldo—. Victor quiere que sean los Demonios de Kell los encargados de acabar con los bandidos.

La sorpresa de Phelan se mezcló con una sensación de terror.

—Conal no me hará caso y no aceptará las órdenes de una unidad mercenaria. Y sobre todo no aceptará las órdenes de esa unidad mercenaria —dijo Phelan adoptando una expresión pensativa a medida que le invadía un sentimiento de satisfacción—. Per…, Conal tendrá que obedecerme, porque yo soy un Khan. Y si no lo hace bien quedará en ridículo porque una unidad mercenaria consiguió hacer lo que él no pudo. Puede que no sea tan malo después de todo.

—Conal ya ha descubierto su juego.

—¿Y eso?

Ulric se volvió a incorporar.

—Él opina que los bandidos no son renegados de los Clanes como nosotros creíamos. Dice que en realidad son un grupo de mercenarios financiados a escondidas por Ryan Steiner y que las incursiones empezaron con la intención de hacer creer a la gente de las regiones fronterizas que están en peligro y que la familia Davion no hará nada por defenderlos. Cree que si ayudamos a atrapar a los bandidos ponemos en peligro la paz, porque pudiera ser que me hayan engañado para que los ayude a salvar la Esfera Interior y que así puedan atacarnos durante la tregua.

—Y yo soy el que le ha engañado, ¿quiaf? Si soy el oficial de enlace de Conal, en el caso de que él acabe con los bandidos habrá ganado pese a todo lo que haya hecho por detenerlo. En caso contrario, seré yo el que le he impedido conseguirlo —dijo Phelan—. Por culpa de la gente como Conal los Clanes no tienen una política.

—Exacto —dijo Ulric. Luego empezó a caminar hacia el escritorio que había junto a la pared, de donde sacó un disquete holográfico guardado en su funda—. He recibido órdenes de que parta ahora mismo y se reúna con los Demonios de Kell en el espacio de la Mancomunidad Federada.

Phelan se puso en pie.

—¡¿Y por qué no esperar a verlos en el funeral de mi madre?!

—Tengo entendido que el funeral no tendrá lugar hasta dentro de unos días —dijo Ulric dando golpecitos en el disquete holográfico con los dedos—. Su padre ha decidido enviar los restos de su madre a Arc-Royal y esperar a que lleguen todos los Demonios de Kell. Según ComStar, los Demonios están saliendo ahora mismo de Arc-Royal.

—No hay tiempo para lamentaciones —dijo el Khan recogiendo el disquete—. Quiero que la Owl’s Nest sea mi Nave de Descenso. No puedo privar a mi unidad de utilizar las naves más grandes.

—Estoy de acuerdo.

—La Nest llevará una Trinaría de Elementales, naves de combate aeroespaciales y BattleMechs. Es mejor que no vaya vacía.

—Cierto —contestó Ulric arrugando el gesto—. Sin embargo, cualquier tropa que lleve consigo pensará que es una deshonra ir a cazar bandidos.

Phelan no tardó en encontrar una respuesta.

—No creo. Soy un Khan y merezco una guardia de honor, ¿quiaf?

Af, pero ni siquiera yo viajo con tres Trinarías —dijo Ulric levantando la cabeza—. Puede viajar con un punto de Elementales y naves de combate y una estrella llena de ’Mechs.

—Si el Khan del Clan de los Lobos viaja con tan pocos guerreros, los Halcones de Jade no nos dejarán atravesar su zona espacial. Al menos dos estrellas de cada, lo que daría un total de seis estrellas, justo lo que requiere mi condición de Khan.

—Pero usted es el Khan secundario, no lo olvide. Tal vez si una estrella de ’Mechs y otra de Elementales acompañasen a su punto de naves de combate, los Halcones de Jade lo encontrarían aceptable.

—Si sólo me escoltasen dos naves de combate, sería hombre muerto. Al menos necesito una estrella entera de cada clase.

—De acuerdo.

Ulric habría detenido la negociación en ese punto, pero Phelan levantó la mano y dijo:

—Como ésta es una guardia de honor y una unidad de enlace, debo disponer de personal que sepa cómo actuar en cada momento y que tenga experiencia con la gente de la Esfera Interior. Quiero que las capitanas estelares Evantha Fetladral y Ranna vengan conmigo. También me gustaría que el capitán estelar Carew dirigiese la estrella de combate.

—Carew no tiene Nombre de Sangre. Esa sección debe ser dirigida por alguien con un Nombre de Sangre.

—O por alguien a quien seguro que ofrecerán un puesto en el próximo Juicio de Derecho de Sangre para el linaje Nygren —dijo Phelan mirando fijamente al ilKhan—. El ilKhan podría influir en una decisión así.

Ulric asintió lentamente.

—Podría. ¿Tiene otras peticiones?

—Sí —dijo Phelan entrelazando las manos detrás de la espalda—. También quiero que Ragnar venga conmigo. Sus acciones en Arc-Royal le valieron una plaza en nuestra casta de guerreros. Quiero asignarle un ’Mech en mi guardia de honor pese a que aún no le hemos puesto a prueba. También quiero que Lajos esté en mi estrella.

—Con él ya son cuatro. ¿Quiere a Vlad para tener cinco?

Menuda jugada, Ulric. Phelan contuvo su reacción tras la sugerencia del ilKhan de someter a sus órdenes a su eterno rival.

—Creo que no, ilKhan. La galaxia delta sufrió grandes pérdidas cuando Conal Ward fue enviado al Trigésimo primero de Solahmas de los Lobos. El capitán estelar Vlad ya tiene bastante con hacer que su Trinaría actúe tan bien como en Tukayyid. Pensaba que el ilKhan propondría a alguien más adecuado para el puesto.

—Alita, del Cuarto de Guardias de los Lobos, irá con usted. Pertenece al linaje de Winson y será perfecta para establecer contacto con la gente de la Esfera Interior.

Phelan pensó que era una sugerencia interesante. Una de las pocas cosas que sabía de Alita era que la habían herido en Tukayyid. La elección de Ulric significaba que esperaba que tuviera alguna influencia en el futuro y que no tardaría en conseguir el Nombre de Sangre. Phelan creía recordar que no había competido por el linaje de Winson después de Tukayyid porque todavía no se había recuperado de las heridas.

—Gracias ilKhan. Una sugerencia excelente.

—Bien. Obtendrá lo que pide, pero sólo porque yo también tengo algo que pedirle —dijo Ulric contrayendo los músculos de la cara—. Dicho así parece una petición, pero en realidad es la razón por la que lo envío a usted y no a Natasha.

—¿Y cuál es esa razón?

—Esos bandidos amenazan la tregua de ComStar. Hacen que la gente de la Esfera Interior se sienta vulnerable y revele su debilidad a los Halcones de Jade. El hecho de que los bandidos estén causando tantos daños ha hecho que los Cruzados repudien la tregua y que sigan avanzando hacia la Tierra.

—Pero atacar y salir corriendo es mucho más fácil que conquistar.

—Exacto. Y de eso me he servido para retenerlos —dijo el ilKhan poniendo el brazo en los hombros de Phelan—. Proteger la tregua es su misión primordial. Haga lo que haga falta para conseguirlo. O sea, que si hay que perseguir a los bandidos hasta el planeta natal de los Clanes, Strana Mechty, hágalo.

Phelan asintió.

—¿Y si hay que parar los pies a Conal para que no cometa otra atrocidad?

—Lo que haga falta.