31. Las tres cruces
TODOS se abrazaron con gran alegría y cenaron con mucho guiso de cordero y perdiz, y con gran chocar de vasos de vino; pero fray Perico no bebió.
—¿Qué te pasa?
—Estoy triste por mi asno. ¿Dónde estará?
—Tu burro está ahí fuera.
Fray Perico dio un brinco y salió a la plaza, y allí vio al animal, que bebía en la fuente. Fray Perico lo abrazó mil y mil veces y le preguntó cientos de cosas. El asno seguía bebiendo el agua fresca de la fuente y fray Perico pidió entonces la bota de vinillo de Fuentecén y, cada vez que el asno bebía, él se echaba un trago largo. Al rato, a fray Perico todo le daba vueltas.
—¿Vamos? —preguntó Juan Martín.
—¡Vamos! —exclamó fray Perico sin saber dónde iba.
No lejos de Castrillo hay un lugar agreste lleno de rocas y barranqueras llamado el Salto del Caballo. Corre por allí el Duero y, a su lado, el camino que va a Peñafiel.
Juan Martín marchaba pensativo. Fray Perico iba detrás diciéndole no sé qué cosas al asno, que también caminaba pensativo. Al pasar entre unas barrancas, fray Perico paró su asno. Una cruz de madera se alzaba a la orilla del camino. Sobre ella había una tablilla con unas letras medio borradas.
AQUÍ YACE MELERO, EL FAMOSO BANDIDO,
MUERTO POR LOS SOLDADOS DEL REY
AÑO MDCC…
UNA ORACIÓN POR SU ALMA
—¿Qué haces, fray Perico?
—Estoy rezando.
—¿Sabes por quién rezas? Ese que está ahí era un ilustre bandolero que se comía a la gente cruda.
—Muerto está, y que Dios lo juzgue.
Juan Martín se quitó el gorro y rezó también brevemente. Al asno no le gustaba el lugar y siguió su trote. Un poco más allá, se detuvo. Había otra cruz entre las breñas.
AQUÍ YACE PIERNAGATO,
FAMOSO DESVALIJADOR DE CAMINOS
MUERTO POR LA SANTA HERMANDAD
AÑO MDCC…
UNA ORACIÓN POR SU ALMA
Fray Perico se puso a rezar y el Empecinado se quitó su montera; pero el burro, que sabía leer, leyó, arrugó el hocico y siguió atemorizado su andadura.