PROMESA CUMPLIDA
Lo he hecho. Te he contado la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Como te dije que haría. ¿Estás orgulloso de mí?
Deberías estarlo.
Aunque sospecho que no es así.
Seguro que estás diciéndote: ¿Licántropos? ¿En serio? ¿Esta tía espera que me crea lo de los licántropos?
Crees que el final feliz es excesivo. Poco probable. ¿Una chica que corre tan rápido y que bate marcas mundiales masculinas? Sin entrenar. Tampoco te has creído eso, ¿verdad?
Te sientes insultado por el hecho de que te considere tan crédulo como para contarte mentiras tan extravagantes. No he conseguido engañarte. Sabes leer entre líneas, dejar a un lado todas esas chorradas sobre licántropos y descubrir la verdad.
No crees ni una palabra del precioso tapiz que Micah la mentirosa ha tejido con sus mentiras.
Crees saber lo que sucedió realmente, quién soy realmente, qué hice realmente.
Crees que lo hice dos veces. Puede que más. ¿Cinco?
No crees en colmillos y garras. Crees en manos y cuchillos. No crees que haya escrito esto desde un pequeño y acogedor apartamento; crees que lo he escrito desde una celda fría y acolchada.
Pero te equivocas.
Yo no lo hice. No maté a Jordan. Ni a Zach. Y, por supuesto, tampoco maté a Yayeko, ni a su hija, ni a su madre. Yayeko me salvó la vida, ¿por qué iba a matarla?
Además, ya te lo he dicho muchas veces: los lobos no matan a la gente. Deberías prestar más atención a mis palabras.
Todo lo que te he contado es verdad: el instituto, la granja, los Mayores, los lobos, el chico blanco, la beca… todo.
Especialmente Zach.
Le quería muchísimo. Con cada una de mis fibras, mis dientes, mis huesos. Nunca podría haberle hecho daño. Le echo de menos cada minuto de cada día.
Esta es mi vida. De principio a fin.
¿Por qué tendría que mentirte?