De un camión entre tantos.

El feísimo paradero pelado y asoleado está casi vacío, y el camión de Castellón de la Plana se detiene delante de Fafner cuyos moradores se dedican a lavar los platos luego de haber consumido un nasi-goreng particularmente logrado (por el fabricante). El camionero baja a lavarse las manos, como decimos todos en estas zonas acogedoras, y tiene un aire tan simpático que me le acerco y le hablo en español, sabiendo que eso es como un regalo, algo que le va a gustar. Y le gusta, claro, y nos quedamos charlando un momento. Hace mucho que he aprendido que para abrir una conversación de este tipo es una idiotez hablar del tiempo y de la temperatura porque son temas a nivel de gallinas; mucho más interesante es tocar de inmediato la profesionalidad, y por eso le digo que su trabajo será duro y todo eso, pero que en mi opinión le da más libertad que estar empleado en el correo o en el Banco de España.

—Es cierto —me dice—, pero eso vale para los solteros.

—Ah. Claro, comprendo. Usted…

—Pues a mí me acaba de nacer una niña hace dos días en Málaga.

—Hombre, felicitaciones. ¿Y todo bien?

—Sí —me dice con una mezcla de alegría y de frustración—, pero ya ve, pensábamos que sería dentro de diez días, cuando yo estuviera allá, y la cría nos ha ganado de mano, coño.

Vuelvo a felicitarlo, y nos despedimos porque lo veo ansioso de tragarse la autopista y llegar pronto, pero antes me dice que quiere saludar a Carol y se acerca a Fafner para darle la mano y de paso repetirnos la historia. De golpe está como iluminado por la felicidad, trepa a su camión y se pierde a la distancia, pensando tal vez que ya hay dos personas que también saben de su niña, dos desconocidos que se alegraron con él en un paradero cualquiera del mundo y de la vida.

DIARIO DE RUTA Jueves, 10 de junio

Desayuno: medialunas, café.

10.2 h. 52°C.

10.15 h. Partida.

10.20 h. Cartel: LYON.

10.22 h. Cartel de salida (P-PORTE DE LYON).

Sabemos que hay que salir de la autopista para llegar a ese paradero, y evitamos caer en la trampa.

10.23 h. Vemos un mono aplastado en la autopista.

10.23 y 30” h. Lyon a la vista.

10.25 h. Primera indicación; MARSELLA.

10.27 h. Primer embotellamiento desde Paris.

10.34 h. Marsella a 334 kilómetros.

10.40 h. Penetramos lentamente en el túnel,

10.50 h. Salimos del túnel.

10.51 h. Otro túnel.

10.52 h. Fin del túnel.

10.56 h. Paradero: AIRE DE PIERRE BENITE.

Orientación de Fafner: S.S.O.

Gasolina, tienda, mesas para picnic, vista de las refinerías de petróleo. Un estrépito espantoso.

11.6 h. Partida.

11.12 h. Paradero: AIRE DE SOLAIZE. Horror de horrores. Pero hay un buffet.

Almuerzo: pollo con papas fritas para uno, pollo frío, tomates, ensalada, para el otro, postre de crema para los dos.

15 h. Terminamos por descubrir un rinconcito secreto, casi a la salida del parking, donde hay un poco de sombra. Nos mudamos allí, pues Fafner no resiste más en el desierto de cemento recalentado por un sol furioso (56°C).

17 h. 39°C a la sombra.

17.2 h. ¿Intervención de la “compañía”? El camión-cisterna… (Esta nota de Carol resulta incomprensible).

¡Duchas! Las compartimos con los camioneros.

Cena: Crudités, huevo con mayonesa para uno, jamón crudo para el otro. Café.

21.30 h. 25°C.

Jamás comprenderemos que esta suma de horrores pueda responder al nombre de Pierre-Bénite.