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Años antes de que sus convicciones lo llevaran a militar en las Brigadas Rojas y a morir cuando intentaba colocar una carga de nitroglicerina al pie de un cable de alta tensión en las afueras de Milán, el editor italiano Giangiacomo Feltrinelli conoció su primer éxito con El doctor Zhivago de Pasternak, cuyo original logró hacer salir de la Unión Soviética y promovió con fino sentido literario y político hasta obtenerle el premio Nobel. En Italia ese triunfo quedó adherido a su nombre.
Su compañera Inge Schönthal, Feltrinelli en la vida mundana, logró convencer a la madre del editor para que reabriese la mansión familiar del lago de Garda, clausurada desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Mussolini se había instalado en ella durante la efímera “república social” de Saló y la venerable matrona percibía en sus cuartos una indeleble persistencia de tiempos aciagos.
El primer día en que la familia reunida tomaba el té a orillas del lago, no pudieron evitar oír el altoparlante del guía turístico de un barco de excursión: “A la derecha, la residencia de Mussolini, hoy ocupada por el doctor Zhivago”.
Fuente: Gregor von Rezzori, Mir auf der Spur, Múnich, 1997.