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Max Beerbohm observaba que los miembros de la realeza, por no tener contacto alguno con las realidades de la vida, prolongan su infancia más allá de la edad infantil. De Jorge IV observaba que no toleraba que lo contradijesen, “con una falta de dominio de sí mismo digna de un rey”.
En su juventud, el monarca no había podido luchar contra las tropas napoleónicas porque su padre le había impedido que arriesgara la vida. En su vejez llegó a convencerse de que realmente había dirigido una carga en Waterloo. Solía describir la escena como si realmente hubiese estado al frente de las tropas británicas y le pedía confirmación al duque de Wellington: “¿No fue así, duque?”. El viejo soldado, tironeado entre el respeto a su rey y el respeto a la verdad, respondía: “Así se lo he oído contar a menudo, majestad…”.
Fuente: Max Beerbohm, “King George the Fourth”, en Works, Londres, 1896.