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El 14 de julio de 1925, Jacques Benoist-Méchin, con veinticuatro años de edad, llegó al Vittoriale en visita ritual a Gabriele D’Annunzio.
El poeta, decadente y mitómano, heraldo de una revolución antiburguesa que ya estaba siendo encarnada por Mussolini, aparecía ante los ojos del juvenil visitante —admirador de Proust y amigo de Adrienne Monnier y de Sylvia Beach— como el héroe de la aventura de Fiume, donde con una fuerza de exaltados patriotas había “reconquistado” para Italia ese puerto de la costa dálmata que los enjuagues diplomáticos de la primera posguerra mundial le habían arrebatado.
D’Annunzio condujo al visitante por los distintos jardines, templos y recámaras de la mansión que se había hecho construir, como un faraón en vida, como monumento y mausoleo a su propia gloria inmortal. Antes de despedirse le regaló una daga que presentó como originaria de Fiume, y ante ella le hizo jurar que iba a consagrar su vida “a luchar contra la barbarie norteamericana”.
En el camino de vuelta, navegando sobre el lago de Garda, el joven admirador desenvainó la daga para admirar la hoja y el filo. Con cierta sorpresa leyó, grabado en el acero: Made in Michigan, USA.
(Años más tarde, Benoist-Méchin se convertiría en un entusiasta de Hitler, de quien escribiría: “es un visionario que decidió realizar su sueño con el realismo de un estadista”. Figura importante de la colaboración en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, fue condenado a muerte en 1947, pena conmutada por trabajos forzados, objeto luego de una amnistía en 1953. Prolífico cronista e historiador, publicó numerosos libros donde trazó la silueta del conductor que en distintos momentos de la historia crea un imperio para lograr la paz y la unidad de los pueblos. El título de la serie fue El sueño más largo de la historia; las figuras evocadas: Cleopatra, Bonaparte en Egipto, el mariscal Lyautey, el emperador Juliano, Alejandro Magno, Federico von Hohenstaufen, Mustafá Kemal, Ibn Seound y el rey Faisal de Arabia Saudita. La prudencia le aconsejó no incluir a Adolf Hitler).
Fuente: Jacques Benoist-Méchin, À l’épreuve du temps, tomo I, París, 1989.