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En los agitados años de la segunda posguerra mundial, años que en Grecia fueron de guerra civil, el British Council despachó a Atenas a Maurice Bowra, profesor en Oxford, conocido por sus estudios de la poesía de Kavafis y de Seferis, célebre por las paradojas que regalaba con imperturbable seriedad.
Este insuperable embajador cultural cenaba una noche en el Pireo con un grupo de poetas griegos cuya conversación recayó en las muchas citas engarzadas en The Waste Land, y entre ellas una que Eliot no identificó en sus notas al poema: “Oh the moon shone bright on Mrs Porter and on her daughter, they wash their feet in soda water”.
Interrogado sobre el origen de lo que parecía una nursery rhyme entre grotesca y pueril, Bowra pudo explayarse, seguramente aliviado, sobre un tema no literario: la canción no pertenecía al ámbito de la nursery sino de los cuarteles, y la cantaban las tropas Anzac (es decir: de Australia y Nueva Zelandia) durante la Primera Guerra Mundial.
Apostados en El Cairo, esos soldados del Imperio frecuentaban el prostíbulo de una señora llamada Porter (o cuyo nombre, de ser egipcia, sonaba parecido a ese apellido inglés). La letra original incluía una palabra encubierta en la cita de Eliot: lo que se lavaban con soda no eran “their feet” sino “their cunts”…
En la última noche antes de partir al frente, los alegres soldados incendiaron el prostíbulo, algunas pupilas se arrojaron por las ventanas, otras perecieron. De la señora Porter y de su hija se desconoce el destino.
Fuente: oral, Guillermo (Willie) Uriburu, París, 1985.