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Durante un crucero en los años 50, Paul Bowles y su amigo marroquí Mohamed Mrabet visitan Ceilán y se hospedan en un hotel frente al mar, donde tienen por vecinos a Yehudi Menuhin y su mujer. El célebre violinista practica todas las mañanas en su balcón, contiguo al de Bowles, para irritación de Mrabet, insensible a la música europea. Bowles le hace notar que es un privilegio poder escuchar todos los días, sin dejar el cuarto, sin pagar, a uno de los más grandes artistas de su tiempo. Días más tarde, Mrabet contraataca: “No creo que ese hombre sea tan importante; si lo fuera, no se dejaría insultar constantemente por su mujer”. “¿Insultar?”. “Sí, todo el tiempo ella le dice ‘Yehudi’…” (judío, en árabe).
Fuente: oral, Paul Bowles, Tánger, 1994.