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El choque de culturas no exige escenarios exóticos y personajes coloridos: puede representarlo una mera disonancia de modales. Hacia 1950, en un cocktail party literario en Londres, un norteamericano directo, entusiasta, se enfrentó con una inglesa temible; aquel día, estos arquetipos se llamaban Dwight Macdonald y Rose Macaulay. Cuando el crítico de Memoirs of a Revolutionist se acercó a la novelista de The Towers of Trebizond y se presentó (“Mi nombre es Dwight Macdonald y escribo en Partisan Review”), recibió por respuesta un gélido: “Qué amable de su parte cruzar todo este salón para decirme quién es y lo que hace”.
Fuente: oral, Mary McCarthy, París, 1983.