Grimus
El desconocido Salman Rushdie (nacido en 1947, en la India) presentó esta novela para aspirar a un premio Gollancz de ciencia ficción en 1974. No ganó porque se la consideró como una obra puramente fantástica más que de ciencia ficción; pero los editores barruntaron que habían hecho un notable descubrimiento y gustosamente publicaron el libro un año más tarde. En ese entonces fue en gran medida ignorado, aunque Ursula Le Guin lo describió como «hermoso, divertido e interminablemente sorprendente». Seis años más tarde Rushdie ganó el principal premio literario de Gran Bretaña, el premio Booker de ficción, por su segunda novela, Hijos de la medianoche (1981), y fue considerado un escritor importante. Grimus tiene escasa semejanza con las obras posteriores del autor, pero sigue siendo un interesante relato fantástico por derecho propio: es divertido, filosófico, excéntrico, lírico, juvenil y siempre muy imaginativo. Recuerda un poco El doctor Hoffman y las infernales máquinas del deseo [52], con un pequeño agregado del ingenioso espíritu bromista de Kurt Vonnegut.
El personaje principal es un indio piel roja que adopta el nombre de Águila Aleteante. Lleva una inocente existencia, seguro en su amor incestuoso por su hermana mayor Perro-Pájaro, hasta el día en que ésta conoce a un mago viajero llamado señor Sispy. Este hombre otorga vida eterna al hermano y la hermana, pero también rapta a Perro-Pájaro en plena noche. El ignorante y mal preparado Águila Aleteante se ve obligado a salir al ancho mundo en búsqueda del señor Sispy y la errante Perro-Pájaro. Se convierte en un gigolo y pasan muchos años antes de que muera su querida legándole su dinero. Águila Aleteante, tan joven y apuesto como siempre, parte en un yate alquilado:
Era el leopardo que cambia sus manchas, la tormenta que volvía. Era las arenas movedizas y la marea menguante. Era caprichoso como el cielo, circular como las estaciones y anónimo como el vidrio. Era un camaleón, un niño sustituido por otro, todas las cosas para todos los hombres y nada para ninguno. Se había convertido en sus enemigos y se había comido a sus amigos. Era todos ellos y ninguno de ellos.
Era el águila, príncipe de las aves; y era también el albatros. Ella se aferró a su cuello y murió, y el marino se convirtió en el albatros.
No teniendo otra opción, sobrevivió, conduciendo su embarcación de una costa desconocida a otra, trabajando por la comida, llenando las horas vacías de los días vacíos de los años vacíos. Satisfecho sin estar contento, o teniendo logros sin meta, éstas eran las paradojas que lo devoraron.
Más tarde, cayó a través de un «agujero del Mediterráneo en otro mar, no totalmente Mediterráneo», que pertenece a una dimensión diferente del espacio y el tiempo, y allí llega a la Isla del Becerro. Aquí, en la ciudad de la cima de la montaña de K, habita Grimus, un misterioso maestro de ceremonias, y allí termina el drama de la búsqueda por Águila Aleteante de su hermana, de sí mismo y del sentido de la realidad. Es ayudado en su largo ascenso por la ladera de la montaña por el señor Virgil Jones, un profesor de instituto a quien le gustan los retruécanos y citas latinas. También conoce las diversas trampas e ilusiones metafísicas que esperan a todos los trepadores. Conocen a muchos personajes nuevos, incluso entidades interdimensionales y a muchos de los que vuelven, antes de que las diversas partes de la fragmentada personalidad de Águila Aleteante se unan en una culminación adecuadamente apocalíptica. La novela de Rushdie es muy ambigua y también a veces irritante, escrita a la manera de un cuento fantástico tradicional pero, evidentemente, producto de una inteligencia moderna, irónica y cosmopolita.