El Hombre Verde
Amis tiene una gran reputación como novelista cómico, pero esta ingeniosa historia reciente de fantasmas ha sido muy infravalorada. Escrita con el habitual ingenio acidulado del autor, es en parte una comedia de costumbres (que se burla de la tendencia ultramodernista superficial de ciertos aspectos de la vida de la clase media inglesa a finales de los años sesenta), en parte una comedia sexual y en parte un conmovedor estudio de la falta de comunicación entre marido y mujer y entre padre e hija. Es también un cuento de terror sobrenatural hábilmente construido y con mucha atmósfera.
En las páginas iniciales, la narración en primera persona hace recordar la divertida serie de televisión de John Cleese Hotel Fawlty (hasta tal punto que pienso que Cleese debe de haberse inspirado para el irascible hotelero Basil Fawlty y su tonto camarero español, Manuel, en algunas digresiones que Amis hace en esta novela). El narrador es Maurice Allington, de 53 años, propietario de El Hombre Verde, una taberna que existe en la zona rural de Hertfordshire desde la Edad Media. Maurice es un alcohólico, algo libertino y un completo misántropo. Su exasperación es alimentada por sus clientes, su personal y su familia. «Como si estuviesen al servicio de alguna organización antihotelera clandestina, sucesivos huéspedes trataron de violar a la camarera, pidieron un sacerdote a las tres de la madrugada, querían una habitación para sacar fotos a chicas desnudas y fueron hallados muertos en la cama… Después de un año de conducta corriente, el camarero español entró en un intenso período de conducta de mirón, particularmente, pero no de modo exclusivo, valiéndose de la mirilla exterior del servicio para damas… La sartén para freír con grasa se encendió dos veces, una durante una sesión de la rama de South Hertfordshire de la Sociedad del Vino y los Alimentos. Mi mujer parecía letárgica, y mi hija, ausente. Mi padre, que ya ha cumplido los ochenta años, tuvo otro ataque…»
Además de todo esto, Maurice bebe demasiado whisky y sufre alucinaciones hipnagógicas de noche. Como antídoto, espera llevar a la cama a la esposa rubia de un médico, preferiblemente cuando su propia y atractiva joven esposa esté presente para compartir la experiencia (este ménage à trois luego tiene lugar y es para él un penoso desengaño). La taberna tiene fama de ser frecuentada por fantasmas, pero Maurice considera esto como un útil señuelo para turistas crédulos: en sus siete años de propietario no ha visto ninguna manifestación sobrenatural, y no se inclina a creer en tales cosas. Sin embargo, una dimensión misteriosa empieza a desplegarse ya en la tercera página de la novela, cuando el narrador encuentra a una joven pálida con vestimenta antigua, de pie en el rellano de la escalera. Desaparece cuando la atención de Maurice se distrae momentáneamente, y al principio ni él ni el lector se percatan de que se trata de un fantasma. Pero los sucesos se hacen cada vez más siniestros cuando el padre de Maurice muere en medio de una fiesta, con un aspecto de temerosa sorpresa en el rostro…
Amis despliega brillantemente su maquinaria sobrenatural: documentos antiguos, el espectro de un asesino de niños del siglo xvII, una exhumación a medianoche y hasta una conversación cara a cara con Dios. Todo esto alterna con pasajes de comedia y sátira, pero no es menos espeluznante. El mismo Hombre Verde largamente esperado -un ser que brota de los árboles y cuyo rostro es «una lisa corteza polvorienta como el tronco de un pino escocés, de órbitas irregulares en las que brilla una luminiscencia fungoide y una amplia boca sonriente que muestra una docena de dientes hechos de tocones de madera podrida»- es un monstruo verdaderamente de pesadilla. Kingsley Amis (nacido en 1922) ha escrito varios «entretenimientos» de género (una obra de intriga de James Bond, un pastiche de novela policíaca, etc.), además de sus novelas consideradas más serias. El Hombre Verde (The Green Man) las supera y merece que se la juzgue como una de las mejores obras de su autor.