Sweet Dreams
Aquí tenemos otra novela sobre la vida que sigue a la muerte -¿será el tema favorito de la moderna literatura fantástica?-, aunque el tono de ésta es muy diferente de todas las que se han escrito antes y desde entonces. El inglés de treinta y siete años Howard Baker, descrito exactamente por su amigo como «la imaginación colectiva de las clases medias condensada en un par de pantalones», muere en un accidente de coche y va directamente al Cielo (naturalmente). Éste resulta ser un Cielo muy inglés y muy de clase media, una versión bastante beatífica del Londres de los años setenta, lleno de bellas calzadas, una arquitectura grandiosa y todas las comodidades modernas. Nuestro regocijado protagonista descubre que puede volar: «Howard está encantado de la lentitud con que puede moverse, y la pequeñez de los gestos necesarios para cambiar la dirección y la altura. Llega a la corriente de aire cálido que se eleva por encima de la araña de luces, y es llevado sin esfuerzo hacia arriba, y atraviesa los pisos donde la gente está sentada en pequeñas mesas y toma helados en copas metálicas. Algunos de ellos le sonríen y lo saludan con la mano. "¡Fantástico!", exclama». Pero pronto ve todo esto como una travesura infantil, y se dedica a los asuntos serios de la clase media: hallar un trabajo, establecer un hogar, tener una familia y planificar su carrera en la vida futura.
Todo ocurre fácilmente, como debe suceder en el Cielo. Va a trabajar para una empresa de diseño a la que Dios ha encargado diseñar los Alpes. En un arranque de inspiración, Howard aparece con el Matterhorn, un logro que le hace ganar fama dentro de la profesión. («Es una verdadera montaña para un joven, por supuesto. Nunca volverá a hacer algo tan audaz ni tan rápidamente».) Pese a su éxito material, una familia dulcemente sumisa y una interminable serie de amables fiestas (con pastel de manzana de postre), Howard empieza a sentir una sensación de descontento. ¿Por qué su destino en la vida postrera es tan feliz, sobre todo considerando que el mundo viviente aún está encenagado en la miseria? Descubre en sí mismo una fina conciencia social, y se pone a escribir un informe sobre la condición humana que equivale a una inexcusable acusación al injusto sistema de Dios. Desgraciadamente, al estar en el Cielo, todos los esfuerzos de Howard se empeñan en terminar con el mejor resultado posible: «Las primeras tiradas del informe se vendieron antes de su publicación, y hay una fuerte competencia para obtener los derechos de la edición en rústica. Las recensiones son maravillosas, y Howard recibe una llamada de Bill Mishkin, de Bill Mishkin Productions». Disgustado por su propio éxito, Howard decide vivir con sencillez en el campo. Se convierte en un sabio rural, escribe cartas a la prensa sobre los grandes temas del día y aparece en la televisión. Pero demasiado pronto el torbellino social del Cielo lo alcanza otra vez. Por último tiene el privilegio de encontrarse con Dios (en una escena muy divertida) y resulta que Dios piensa en un nombramiento especial para él: «Lo que yo pensaba es que podríamos proporcionarle algún trabajo nominal en la organización». Los días de Howard como rebelde han terminado: finalmente ha llegado al pináculo de la beatitud celestial.
Michael Frayn (nacido en 1933) es un conocido novelista, autor teatral, humorista y locutor inglés. Sweet Dreams [Dulces sueños] es probablemente su mejor libro, una sátira bien sostenida sobre los límites de las buenas intenciones, la razonabilidad, el decoro, el desinterés, la moderación, la imparcialidad, el sano sentido común y la completa bonhomía de la clase media. Está impecablemente escrita, es profunda (y quizá deprimente) en sus implicaciones, y muy, muy divertida.