El mago
¿Puede El mago (The Magus) ser considerada una novela de literatura fantástica? En general, sus misterios están racionalizados, y los elementos aparentemente sobrenaturales, explicados. Sin embargo, es en verdad una fábula de lo extraordinario, y en buena medida un libro sobre magia e ilusión. Como reconoce el autor en su introducción a la edición de 1977, la novela fue influida por la psicología de Jung, y por el obsesionante relato del rite de passage de un adolescente, El gran Meaulnes de Alain-Fournier, 1913. El título original de Fowles para el libro era The Godgame [Juego de Dios], cuyo rechazo aún lamenta a veces.
Nicholas Urfe, un joven inglés insustancial, huye del amor y de las responsabilidades de los adultos. Va a enseñar en la escuela Lord Byron, en las islas griegas: «Phraxos está a ocho deslumbrantes horas de navegación en un pequeño barco de vapor, al sur de Atenas… Cuando la vi por primera vez me quitó la respiración, flotando bajo Venus como una majestuosa ballena negra en un mar crepuscular de color amatista… Su belleza era rara aun en el Egeo, porque bosques de pinos cubrían las colinas, pinos mediterráneos tan ligeros como plumas de verderones. Las nueve décimas partes de la isla estaban deshabitadas y sin cultivar: nada más que pinos, ensenadas, silencio y mar». En este marco solitario descrito con encantadora intensidad a lo largo de toda la novela, Urfe encuentra a un viejo notable llamado Conchis. Éste vive con su ama de casa en una villa que da al mar. Está llena de libros, pinturas, instrumentos musicales y objetos de arte. Conchis es, evidentemente, un hombre de gran inteligencia y refinamiento; cuenta a Urfe maravillosas historias de sus experiencias en los primeros años del siglo y su vida amorosa. También afirma tener dotes «extrasensoriales» y ser un «viajero de otros mundos».
Antes de que pase mucho tiempo, empiezan a ocurrir sucesos extraños. Urfe oye una música misteriosa, y descubre indicios de que en la villa hay otro habitante, oculto. Por la noche aparece una joven encantadora, la imagen de la novia de Conchis, desaparecida hace mucho tiempo, pues murió en 1916. Ahora Urfe es inducido a participar en el juego de Dios, pero pasará mucho tiempo antes de que llegue a comprender su naturaleza. ¿Es Conchis un mago, el Próspero de esa isla, o un aficionado a las bromas pesadas sumamente astuto? ¿Se dedica a algún deporte cruel e infame o es un gurú de ilimitada sabiduría que llevará a Urfe a encontrar un nuevo significado a su vida? Sea como fuere, el joven es vigorizado por todo lo que ocurre: «Mientras caminaba por allí, me llegó la más extraña sensación, una combinación de la hora temprana, la soledad absoluta y lo que había ocurrido al haber entrado en un mito; un conocimiento de cómo era físicamente, momento a momento, haber sido joven y anciano, un Ulises que va al encuentro de Circe, un Teseo en su viaje a Creta, un Edipo que aún está buscando su destino».
El protagonista se pone ansioso y desea sumergirse más profundamente en los misterios que Conchis propone, aunque le esperen horrores (lo que sucede más tarde). El lector también se pone ansioso, pues esta larga novela de unas seiscientas cincuenta páginas es casi imposible de dejar. Es una de las más absorbentes experiencias de lectura de la ficción moderna, un misterio psicológico que es también una obra magnífica de narrativa. John Fowles (nacido en 1926) logró un merecido éxito con El mago, que se convirtió en objeto de culto entre los lectores jóvenes. Desgraciadamente, la versión cinematográfica de 1968, con Michael Caine como Urfe y Anthony Quinn como Conchis, era pobre. El libro posterior de Fowles Capricho (1986), en parte novela histórica y en parte ciencia ficción, es también una extraordinaria obra de imaginación fantástica.