Gog
Ésta es una novela inglesa muy insólita. Aunque británica en sumo grado por su tema, Gog fue el mayor intento de los años sesenta de escribir una vasta metaficción «mitológica» en el estilo norteamericano contemporáneo. En este libro desenfrenadamente imaginativo, Andrew Sinclair (nacido en 1935) revela que tiene más en común con, digamos, John Barth o Thomas Pynchon que con cualquiera de sus compatriotas. Quizás esto se halla ligado al hecho de que Sinclair fue educado parcialmente en las Universidades de Harvard y Columbia (después de una convencional, aunque privilegiada, educación inglesa en Eton y Cambridge); por otra parte, ha escrito varios libros, no de ficción, sobre temas norteamericanos. Además de su obra ajena a la ficción y de sus actividades en el cine, es autor de muchas novelas, de las cuales Gog es ciertamente la más ambiciosa. Por desgracia parece haberse hundido como una piedra y es ahora una obra olvidada, pese a los grandes elogios de algunos críticos en la época de su publicación.
Transcurre en 1945, en el período comprendido entre la rendición alemana y la derrota final de Japón. El personaje principal, un historiador llamado doctor George Griffin, ha perdido la memoria e imagina que él es «Gog» (el antiguo tema de su «gran proyecto de investigación, la historia de Gog y Magog, desde el comienzo de Albión hasta el fin de Inglaterra»). Hombre de gran tamaño, de más de dos metros de estatura, es descubierto tendido en una playa cercana a Edimburgo, y se supone que es un sobreviviente de un buque torpedeado. Los únicos signos que lo distinguen son los tatuajes «Gog» y «Magog» en los puños. Éstos son los nombres de los legendarios gigantes que fueron cautivos de Bruto, el refugiado troyano que, se supone, fue el primer rey de Gran Bretaña. Según la historia medieval, los gigantes gemelos fueron puestos a trabajar como porteros de palacio en Londres (o Troy-Novant, como se lo llamaba originalmente), y después sus estatuas estuvieron en el ayuntamiento de la ciudad por muchos siglos. El cuento es desarrollado en la trama de la novela de Sinclair, junto con otras incontables referencias a la historia, la leyenda y la tradición británicas, desde Wayland Smith, pasando por Boadicea, hasta Robin Hood y los «libros proféticos» de William Blake.
Griffin, alias Gog, escapa del hospital, roba unas ropas y pan, y parte para una larga caminata hacia Londres. Maurice, un habitante de los barrios bajos de Londres, holgazán al que conoce en un pub de Edimburgo, le cuenta que ahora el pueblo gobierna en la capital de la nación (pues esto ocurre poco después de la victoria del Partido Laborista en las elecciones generales), y Gog siente un confuso deseo de presenciar con sus propios ojos esta maravilla política. Está seguro de una cosa, a saber, que él es «un loco por la libertad» y está del lado del pueblo en su lucha contra los poderes existentes. Mientras camina por el sur de Escocia y el norte de Inglaterra, encuentra a muchos enemigos de la libertad, todos los cuales tienen nombres que empiezan con «M» y están asociados a su malvado hermano Magog. Pero también conoce a Bagman, un revolucionario chiflado cuyo mayor deseo es dominar las ondas del aire; y a un maestro de escuela de Gales, Evans el Latino, quien cree que los pueblos celtas de Gran Bretaña deben alzarse contra sus amos ingleses. Y mientras viaja «por los pequeños senderos que surcan Inglaterra», pasa por muchas fantásticas aventuras (o desengaños) que parecen recapitular la historia del país. Recupera gradualmente sus recuerdos, mientras es golpeado y zarandeado de un horrible o grotesco episodio al siguiente, hasta que finalmente se encuentra llevado a hombros en triunfo por la gente de Londres, los «cockneys, vendedores ambulantes, músicos ambulantes, criadas, fulanas, busconas y asistentas». Gog es un brillante documental de fantasía, líricamente expuesto en un estilo sumamente cómico, enriquecido aún más por la abundancia de sus alusiones mitológicas.