Grendel
Este libro extraño e irónico resulta ser la conocida historia de la obra épica anglosajona Beowulf, relatada desde el punto de vista del feo monstruo Grendel, que camina arrastrando los pies. Aunque termina con la muerte inevitable del protagonista, está narrado en primera persona con la voz amarga del mismo Grendel. Éste alimenta un gran odio hacia la humanidad, pero también se siente fascinado por esas vanas y violentas criaturas: «Cuando las bandas crecieron, se apoderaron de una colina y la despejaron; con los árboles que cortaron construyeron chozas y en la cúspide de la colina una casa grande y cubierta de maleza, con un techo empinado y calafateado y un ancho hogar de piedra, adonde iban de noche en busca de protección contra otras bandas. Las paredes interiores estaban bellamente pintadas y de ellas colgaban tapices, y cada viga o percha de halcón estaba tallada y adornada con sapos, serpientes, formas de dragones, ciervos, vacas, cerdos, árboles y gnomos… Luego empezaron las guerras, y las canciones de guerra y la fabricación de armas». Los hombres son belicosos y detestables en su crueldad, pero Grendel está impresionado por su capacidad para el arte, la habilidad con que poetas y cantantes conciben ideales que permitan rehacer el mundo.
Grendel es fundamentalmente un monstruo honesto -come seres humanos cuando tiene oportunidad- y está desconcertado por la habilidad de los hombres para santificar sus propias acciones sangrientas. A fin de discutir el problema del hombre con otra mente no humana, visita a un viejo dragón en su caverna: «Enorme, rojo-dorado, gigantesca cola enrollada, miembros extendidos sobre su tesoro acumulado, ojos no llameantes sino fríos como el recuerdo de las muertes de la familia. Desapareciendo bajo suelos invisibles había objetos de oro, gemas, joyas, recipientes de plata del color de la sangre en la ondulante luz rojo-dragón. Arqueándose sobre él, el techo y las paredes superiores de su caverna estaban llenos de murciélagos. El color de sus afiladas escamas se oscurecía y brillaba alternativamente cuando el dragón inhalaba y exhalaba lentamente, arrojando aire nuevo a través de su vasto horno interno…». En su sabiduría, el dragón puede prever un tiempo en que el género humano destruirá la Tierra: «Un mar de petróleo negro y cosas muertas. Sin viento. Sin luz. Sin que nada se mueva, ni una hormiga, ni una araña. Un universo en silencio. Tal es el fin del parpadeo del tiempo, la breve y caliente espoleta de sucesos e ideas que el hombre, accidentalmente hará explotar y, accidentalmente, apagará».
Pero esto pertenece al futuro. Mientras tanto, se despliega la trágica historia, tantas veces contada. Grendel acosa a los seres humanos, pero un día un nuevo y valiente guerrero llega a la mansión del rey Hrothgar: «Tenía una cara extraña que poco a poco fue aumentando mi inquietud… Los ojos dirigidos hacia abajo, que nunca parpadeaban, insensibles como los de una serpiente. No tenía más barba que un pez. Sonreía mientras hablaba, pero era como si su amable voz y la sonrisa infantil pero levemente irónica ocultasen algo, algún poder mágico que pudiese volar y reducir a cenizas acantilados de piedra, como el rayo los árboles». Sin duda, Beowulf parece tener una fuerza y una suerte sobrenaturales: cuando Grendel entra en la sala esa noche, el guerrero le coge el brazo y se lo arranca del hombro. El monstruo herido se tambalea en los bosques bloqueados por la nieve, para morir rodeado de animales salvajes: «El pobre Grendel ha tenido un accidente -susurro-. También podéis tenerlo todos vosotros».
John Gardner (1933-1982), un profesor norteamericano de inglés antiguo y medio, escribió una serie de novelas que fueron bien recibidas antes de morir en un accidente de motocicleta. Varias de ellas son de literatura fantástica, particularmente la última, Mickelsson's Ghosts (1982), un extenso libro sobre un filósofo académico que ve apariciones. Pero la conmovedora y poética Grendel ha sido durante mucho tiempo su novela más popular.