Hentzau había alcanzado el barranco al alba. La presencia de los unicornios, que pastaban en el valle nublado, indicaba que Nesser los había conducido hasta el lugar correcto. Pero el sol había descendido entretanto, y Hentzau empezaba a preguntarse si al goyl de jade lo habría matado a tiros su hermano cuando Nesser señaló la entrada del barranco.

Los acompañaba una chica y un zorro, como había asegurado el tresdedos, y habían capturado a un enano. No eran tontos. Ni siquiera Nesser sabía cómo pasar entre los unicornios, pero Hentzau había oído el rumor de que algunos enanos conocían el secreto. Comoquiera que fuera, no ambicionaba ser el primer goyl en ver la isla embrujada de las hadas. Antes prefería cruzar a caballo una docena de bosques negros o dormir con las serpientes ciegas que vivían bajo tierra. No. Atraparía al goyl de jade antes de que este lograra ocultarse tras los unicornios.

—¡Comandante, se están pegando!

El tono de Nesser expresaba sorpresa.

¿Qué había esperado? La ira se presentaba con la piel de piedra del mismo modo que el oro en los ojos. ¿Y contra quién se dirigía en primer lugar? Por supuesto, contra el hermano. ¡Sí, mátalo!, pensaba Hentzau mientras observaba al goyl de jade a través de su catalejo. Quizá lo hayas deseado con frecuencia, pero él siempre fue el mayor, siempre el más fuerte. Ya lo verás: la ira de los goyl lo equilibra todo.

El mayor no luchaba mal, pero no tenía ninguna posibilidad.

Entonces sucedió. Cayó de rodillas. La chica corrió hacia el goyl de jade y tiró de él, pero este se zafó, y cuando su hermano intentaba volverse a poner en pie le dio una patada tan fuerte en el pecho que aterrizó tambaleándose debajo de los pinos. Las oscuras ramas se tragaron a ambos, y Hentzau estaba a punto de ordenar cabalgar tras ellos cuando el goyl de jade volvió a emerger de entre los árboles.

Ya temía la luz del sol, y ocultaba su rostro bajo la capucha mientras se dirigía a su caballo. Sus piernas le temblaban debido a la lucha, pero pronto se percataría de que su nueva carne sanaba mucho más aprisa que la antigua.

—¡Subamos al caballo! —murmuró Hentzau a Nesser—. Capturemos una leyenda…

Carne de piedra
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
aniversario.xhtml
portadilla.xhtml
dedicatoria.xhtml
imagen.xhtml
separador1.xhtml
cap1.htm
separador2.xhtml
cap2.htm
separador3.xhtml
cap3.htm
separador4.xhtml
cap4.htm
separador5.xhtml
cap5.htm
separador6.xhtml
cap6.htm
separador7.xhtml
cap7.htm
separador8.xhtml
cap8.htm
separador9.xhtml
cap9.htm
separador10.xhtml
cap10.htm
separador11.xhtml
cap11.htm
separador12.xhtml
cap12.htm
separador13.xhtml
cap13.htm
separador14.xhtml
cap14.htm
separador15.xhtml
cap15.htm
separador16.xhtml
cap16.htm
separador17.xhtml
cap17.htm
separador18.htm
cap18.htm
separador19.htm
cap19.htm
separador20.htm
cap20.htm
separador21.htm
cap21.htm
separador22.htm
cap22.htm
separador23.htm
cap23.htm
separador24.htm
cap24.htm
separador25.htm
cap25.htm
separador26.htm
cap26.htm
separador27.htm
cap27.htm
separador28.htm
cap28.htm
separador29.htm
cap29.htm
separador30.htm
cap30.htm
separador31.htm
cap31.htm
separador32.htm
cap32.htm
separador33.htm
cap33.htm
separador34.htm
cap34.htm
separador35.htm
cap35.htm
separador36.htm
cap36.htm
separador37.htm
cap37.htm
separador38.htm
cap38.htm
separador39.htm
cap39.htm
separador40.htm
cap40.htm
separador41.htm
cap41.htm
separador42.htm
cap42.htm
separador43.htm
cap43.htm
separador44.htm
cap44.htm
separador45.htm
cap45.htm
separador46.htm
cap46.htm
separador47.htm
cap47.htm
separador48.htm
cap48.htm
separador49.htm
cap49.htm
separador50.htm
cap50.htm
separador51.htm
cap51.htm
separador52.htm
cap52.htm
autor.xhtml