Cuando Jacob entró cabalgando en la cueva, Zorro le salió al encuentro, pero a Will y a Clara no los veía por ningún lado.
—Vaya. ¿La zorra sarnosa sigue corriendo detrás de ti? —se mofó Valiant cuando Jacob lo bajó del caballo.
Lo había atado con una cadena de plata, el único material que los enanos no rompían como si fuese hilo.
A Jacob no le habría sorprendido que Zorro hubiera mordido a Valiant en respuesta a su comentario, pero ella no parecía ver al enano. Algo había sucedido. Su pelo estaba erizado y en la espalda tenía algunas plumas de color blanco.
—Tienes que hablar con tu hermano —dijo mientras Jacob ataba a Valiant al árbol más próximo.
—¿Qué ha pasado?
Jacob lanzó una mirada de preocupación hacia la cueva donde Will se ocultaba, pero Zorro señaló los caballos. Clara estaba allí, durmiendo a la sombra de un haya. Su camisa estaba desgarrada y Jacob vio sangre en su cuello.
—Han discutido —dijo Zorro—. ¡Ya no sabe lo que hace!
La piedra es más rápida que tú, Jacob.
• • •
Jacob encontró a Will en el rincón más oscuro de la cueva. Estaba sentado en el suelo con la espalda apoyada en la roca.
Los papeles se han intercambiado, Jacob. Él había sido siempre el que, después de haber hecho de las suyas, se sentaba en la oscuridad: en su habitación, en el cuarto de la colada, en el despacho de su padre. «Jacob, ¿dónde estás? ¿Qué disparate has hecho esta vez?». Siempre Jacob, no Will. Nunca Will.
Los ojos de su hermano brillaban en la oscuridad como el oro de las monedas.
—¿Qué le has dicho a Clara?
Will miró sus dedos y cerró el puño.
—Ya no lo recuerdo.
—¡No me vengas con esas!
Will no había sido nunca un buen mentiroso.
—¡Tú eras el que quería traerla! ¿O es que ya no te acuerdas?
Basta ya, Jacob. Pero le dolía el hombro y estaba harto de cuidar de su hermano.
—¡Lucha contra ello! —le gritó enfadado a Will—. ¡No puedes contar con que siempre lo haga todo por ti!
Will se levantó despacio. Sus movimientos se habían vuelto más vigorosos y la época en que apenas le llegaba a la altura del hombro a Jacob había quedado atrás hacía mucho tiempo.
—¿Contar contigo? —preguntó él—. No lo hago desde que tenía cinco años. Por desgracia, nuestra madre necesitó algo más de tiempo. Tuve que escuchar su llanto por las noches durante años.
Hermanos.
Era como si estuvieran de nuevo en el apartamento. En el ancho pasillo con todas las habitaciones vacías y la oscura mancha sobre el papel pintado, donde había estado colgada la foto de su padre.
—¿Desde cuándo tiene sentido contar con alguien que no está nunca?
La voz de Will esparcía las astillas despreocupadamente, pero eran afiladas.
—Te pareces mucho a él. Y no solo en el aspecto —dijo observando a Jacob como si estuviera comparando su rostro con el de su padre—. No te preocupes, lucho contra ello. Al fin y al cabo se trata de mi piel, no de la tuya. Y sigo aquí, ¿no es cierto? Hago lo que me dices. Cabalgo detrás de ti. Me trago el miedo.
La voz de Valiant llegó hasta ellos. Intentaba persuadir a Zorro de que lo liberara de la cadena de plata.
Will señaló hacia fuera con un gesto de la cabeza.
—¿Es ese el guía del que nos has hablado?
—Sí.
Jacob se esforzó por mirar a aquel extraño con el aspecto de su hermano.
Will caminó hacia la entrada de la cueva y se cubrió los ojos con la mano cuando la luz del día se posó en su rostro.
—Siento mucho lo que le he dicho a Clara —dijo—. Hablaré con ella.
Después salió afuera. Y Jacob permaneció en la oscuridad sintiendo las astillas… como si Will hubiera roto en pedazos el espejo.