Hebreos

1

Jesucristo es el Hijo de Dios

1 Hace mucho tiempo, Dios habló muchas veces y de diversas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas.

2 Y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo. Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo.

3 El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo.

4 Esto demuestra que el Hijo es muy superior a los ángeles, así como el nombre que Dios le dio es superior al nombre de ellos.

El Hijo es superior a los ángeles

5 Pues Dios nunca le dijo a ningún ángel lo que le dijo a Jesús: Tú eres mi Hijo. Hoy he llegado a ser tu Padre[a]. Dios también dijo: Yo seré su Padre, y él será mi Hijo[b].

6 Además, cuando trajo a su Hijo supremo[c] al mundo, Dios dijo[d]: Que lo adoren todos los ángeles de Dios[e].

7 Pero con respecto a los ángeles, Dios dice: Él envía a sus ángeles como los vientos y a sus sirvientes como llamas de fuego[f].

8 Pero al Hijo le dice: Tu trono, oh Dios, permanece por siempre y para siempre. Tú gobiernas con cetro de justicia.

9 Amas la justicia y odias la maldad. Por eso oh Dios —tu Dios— te ha ungido derramando el aceite de alegría sobre ti más que sobre cualquier otro[g].

10 También le dice al Hijo: Señor, en el principio echaste los cimientos de la tierra y con tus manos formaste los cielos.

11 Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre. Ellos se desgastarán como ropa vieja.

12 Los doblarás como un manto y los desecharás como ropa usada. Pero tú eres siempre el mismo; tú vivirás para siempre[h].

13 Además, Dios nunca le dijo a ninguno de los ángeles: Siéntate en el lugar de honor a mi derecha, hasta que humille a tus enemigos y los ponga por debajo de tus pies[i].

14 Por lo tanto, los ángeles sólo son sirvientes, espíritus enviados para cuidar a quienes heredarán la salvación.

2

Advertencia para no desviarse del camino

1 Así que debemos prestar mucha atención a las verdades que hemos oído, no sea que nos desviemos de ellas.

2 Pues el mensaje que Dios transmitió mediante los ángeles se ha mantenido siempre firme, y toda infracción de la ley y todo acto de desobediencia recibió el castigo que merecía.

3 Entonces, ¿qué nos hace pensar que podemos escapar si descuidamos esta salvación tan grande, que primeramente fue anunciada por el mismo Señor Jesús y luego nos fue transmitida por quienes lo oyeron hablar?

4 Además, Dios confirmó el mensaje mediante señales, maravillas, diversos milagros y dones del Espíritu Santo según su voluntad.

Jesús, el hombre

5 Es más, no son los ángeles quienes gobernarán el mundo futuro del cual hablamos,

6 porque en cierto lugar las Escrituras dicen: ¿Qué son los simples mortales para que pienses en ellos, o el hijo del hombre[j] para que te preocupes por él?

7 Sin embargo, lo hiciste un poco menor que los ángeles y lo coronaste de gloria y honor[k].

8 Le diste autoridad sobre todas las cosas[l]. Ahora bien, cuando dice todas las cosas, significa que nada queda afuera; pero todavía no vemos que todas las cosas sean puestas bajo su autoridad.

9 No obstante, lo que sí vemos es a Jesús, a quien se le dio una posición un poco menor que los ángeles; y debido a que sufrió la muerte por nosotros, ahora está coronado de gloria y honor. Efectivamente, por la gracia de Dios, Jesús conoció la muerte por todos.

10 Dios —para quien y por medio de quien todo fue hecho— eligió llevar a muchos hijos a la gloria. Convenía a Dios que, mediante el sufrimiento, hiciera a Jesús un líder perfecto, apto para llevarlos a la salvación.

11 Por lo tanto, Jesús y los que él hace santos tienen el mismo Padre. Por esa razón, Jesús no se avergüenza de llamarlos sus hermanos,

12 pues le dijo a Dios: Anunciaré tu nombre a mis hermanos. Entre tu pueblo reunido te alabaré[m].

13 También dijo: Pondré mi confianza en él, es decir, yo y los hijos que Dios me dio[n].

14 Debido a que los hijos de Dios son seres humanos —hechos de carne y sangre— el Hijo también se hizo de carne y sangre. Pues sólo como ser humano podía morir y sólo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía[o] el poder sobre la muerte.

15 Únicamente de esa manera el Hijo podía libertar a todos los que vivían esclavizados por temor a la muerte.

16 También sabemos que el Hijo no vino para ayudar a los ángeles, sino que vino para ayudar a los descendientes de Abraham.

17 Por lo anto, era necesario que en todo sentido él se hiciera semejante a nosotros, sus hermanos[p], para que fuera nuestro Sumo Sacerdote fiel y misericordioso, delante de Dios. Entonces podría ofrecer un sacrificio que quitaría los pecados del pueblo.

18 Debido a que él mismo ha pasado por sufrimientos y pruebas, puede ayudarnos cuando pasamos por pruebas.

3

Jesús es superior a Moisés

1 Así que, amados hermanos, ustedes que pertenecen a Dios y[q] tienen parte con los que han sido llamados al cielo, consideren detenidamente a este Jesús a quien declaramos mensajero de Dios[r] y Sumo Sacerdote.

2 Pues él fue fiel a Dios, quien lo nombró, así como Moisés fue fiel cuando se le encomendó toda[s] la casa de Dios.

3 Pero Jesús merece mucha más gloria que Moisés, así como el que construye una casa merece más elogio que la casa misma.

4 Pues cada casa tiene un constructor, pero el que construyó todo es Dios.

5 En verdad Moisés fue fiel como siervo en la casa de Dios. Su trabajo fue una ilustración de las verdades que Dios daría a conocer tiempo después;

6 pero Cristo, como Hijo, está a cargo de toda la casa de Dios; y nosotros somos la casa de Dios si nos armamos de valor y permanecemos confiados en nuestra esperanza en Cristo[t].

7 Por eso el Espíritu Santo dice: Cuando oigan hoy su voz,

8 no endurezcan el corazón como lo hicieron los israelitas cuando se rebelaron, aquel día que me pusieron a prueba en el desierto.

9 Allí sus antepasados me tentaron y pusieron a prueba mi paciencia a pesar de haber visto mis milagros durante cuarenta años.

10 Por eso, me enojé con ellos y dije: «Su corazón siempre se aleja de mí. Rehúsan hacer lo que les digo».

11 Así que en mi enojo juré: «Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso[u]».

12 Por lo tanto, amados hermanos, ¡cuidado! Asegúrense de que ninguno de ustedes tenga un corazón maligno e incrédulo que los aleje del Dios vivo.

13 Adviértanse unos a otros todos los días mientras dure ese hoy, para que ninguno sea engañado por el pecado y se endurezca contra Dios.

14 Pues, si somos fieles hasta el fin, confiando en Dios con la misma firmeza que teníamos al principio, cuando creímos en él, entonces tendremos parte en todo lo que le pertenece a Cristo.

15 Recuerden lo que dice: Cuando oigan hoy su voz, no endurezcan el corazón como hicieron los israelitas cuando se rebelaron[v].

16 ¿Y quiénes fueron los que se rebelaron contra Dios a pesar de haber oído su voz? ¿No fue acaso el pueblo que salió de Egipto guiado por Moisés?

17 ¿Y quiénes hicieron enojar a Dios durante cuarenta años? ¿Acaso no fueron los que pecaron, cuyos cadáveres quedaron tirados en el desierto?

18 ¿Y a quiénes hablaba Dios cuando juró que jamás entrarían en su descanso? ¿Acaso no fue a los que lo desobedecieron?

19 Como vemos, ellos no pudieron entrar en el descanso de Dios a causa de su incredulidad.

4

El descanso prometido para el pueblo de Dios

1 Todavía sigue vigente la promesa que hizo Dios de entrar en su descanso; por lo tanto, debemos temblar de miedo ante la idea de que alguno de ustedes no llegue a alcanzarlo.

2 Pues esta buena noticia —del descanso que Dios ha preparado— se nos ha anunciado tanto a ellos como a nosotros, pero a ellos no les sirvió de nada porque no tuvieron la fe de los que escucharon a Dios[w].

3 Pues sólo los que creemos podemos entrar en su descanso. En cuanto a los demás, Dios dijo: En mi enojo juré: «Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso[x]», si bien ese descanso está preparado desde que él hizo el mundo.

4 Sabemos que está preparado debido al pasaje en las Escrituras que menciona el séptimo día: En el séptimo día Dios descansó de todo su trabajo[y].

5 Pero en el otro pasaje Dios dijo: Nunca entrarán en mi lugar de descanso[z].

6 Así que el descanso de Dios está disponible para que la gente entre, pero los primeros en oír esta buena noticia no entraron, porque desobedecieron a Dios.

7 Entonces Dios fijó otro tiempo para entrar en su descanso, y ese tiempo es hoy. Lo anunció mucho más tarde por medio de David en las palabras que ya se han citado: Cuando oigan hoy su voz no endurezcan el corazón[aa].

8 Ahora bien, si Josué hubiera logrado darles ese descanso, Dios no habría hablado de otro día de descanso aún por venir.

9 Así que todavía hay un descanso especial[ab] en espera para el pueblo de Dios.

10 Pues todos los que han entrado en el descanso de Dios han descansado de su trabajo, tal como Dios descansó del suyo después de crear el mundo.

11 Entonces, hagamos todo lo posible por entrar en ese descanso, pero si desobedecemos a Dios, como lo hizo el pueblo de Israel, caeremos.

12 Pues la palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos.

13 No hay nada en toda la creación que esté oculto a Dios. Todo está desnudo y expuesto ante sus ojos; y es a él a quien rendimos cuentas.

Cristo es nuestro Sumo Sacerdote

14 Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos.

15 Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo él nunca pecó.

16 Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.

5

1 Todo sumo sacerdote es un hombre escogido para representar a otras personas en su trato con Dios. Él presenta a Dios las ofrendas de esas personas y ofrece sacrificios por los pecados.

2 Y puede tratar con paciencia a los ignorantes y descarriados, porque él también está sujeto a las mismas debilidades.

3 Por esa razón, debe ofrecer sacrificios tanto por sus propios pecados como por los del pueblo.

4 Y nadie puede llegar a ser sumo sacerdote sólo porque desee tener ese honor. Tiene que ser llamado por Dios para ese trabajo, como sucedió con Aarón.

5 Por eso, Cristo no se honró a sí mismo haciéndose Sumo Sacerdote, sino que fue elegido por Dios, quien le dijo: Tú eres mi Hijo. Hoy he llegado a ser tu padre[ac].

6 Y en otro pasaje Dios le dijo: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec[ad].

7 Mientras estuvo aquí en la tierra, Jesús ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía rescatarlo de la muerte. Y Dios oyó sus oraciones por la gran reverencia que Jesús le tenía.

8 Aunque era Hijo de Dios, Jesús aprendió obediencia por las cosas que sufrió.

9 De ese modo, Dios lo hizo apto para ser el Sumo Sacerdote perfecto, y Jesús llegó a ser la fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen.

10 Y Dios lo designó Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec.

Un llamado al crecimiento espiritual

11 Nos gustaría decir mucho más sobre este tema, pero es difícil de explicar, sobre todo porque ustedes son torpes espiritualmente y tal parece que no escuchan.

12 Hace tanto que son creyentes que ya deberían estar enseñando a otros. En cambio, necesitan que alguien vuelva a enseñarles las cosas básicas de la palabra de Dios[ae]. Son como niños pequeños que necesitan leche y no pueden comer alimento sólido.

13 Pues el que se alimenta de leche sigue siendo bebé y no sabe cómo hacer lo correcto.

14 El alimento sólido es para los que son maduros, los que a fuerza de práctica están capacitados para distinguir entre lo bueno y lo malo.

6

1 Así que dejemos de repasar una y otra vez las enseñanzas elementales acerca de Cristo. Por el contrario, sigamos adelante hasta llegar a ser maduros en nuestro entendimiento. No puede ser que tengamos que comenzar de nuevo con los importantes cimientos acerca del arrepentimiento de las malas acciones[af] y de tener fe en Dios.

2 Ustedes tampoco necesitan más enseñanza acerca de los bautismos, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno.

3 Así que, si Dios quiere, avanzaremos hacia un mayor entendimiento.

4 Pues es imposible lograr que vuelvan a arrepentirse los que una vez fueron iluminados —aquellos que experimentaron las cosas buenas del cielo y fueron partícipes del Espíritu Santo,

5 que saborearon la bondad de la palabra de Dios y el poder del mundo venidero—

6 y que luego se alejan de Dios. Es imposible lograr que esas personas vuelvan a arrepentirse; al rechazar al Hijo de Dios, ellos mismos lo clavan otra vez en la cruz y lo exponen a la vergüenza pública.

7 Cuando la tierra se empapa de la lluvia que cae y produce una buena cosecha para el agricultor, recibe la bendición de Dios.

8 En cambio, el campo que produce espinos y cardos no sirve para nada. El agricultor no tardará en maldecirlo y quemarlo.

9 Queridos amigos, aunque hablamos de este modo, no creemos que esto se aplica a ustedes. Estamos convencidos de que ustedes están destinados para cosas mejores, las cuales vienen con la salvación.

10 Pues Dios no es injusto. No olvidará con cuánto esfuerzo han trabajado para él y cómo han demostrado su amor por él sirviendo a otros creyentes[ag] como todavía lo hacen.

11 Nuestro gran deseo es que sigan amando a los demás mientras tengan vida, para asegurarse de que lo que esperan se hará realidad.

12 Entonces, no se volverán torpes ni indiferentes espiritualmente. En cambio seguirán el ejemplo de quienes, gracias a su fe y perseverancia, heredarán las promesas de Dios.

Las promesas de Dios traen esperanza

13 Por ejemplo, estaba la promesa que Dios le hizo a Abraham. Como no existía nadie superior a Dios por quién jurar, Dios juró por su propio nombre, diciendo:

14 Ciertamente te bendeciré y multiplicaré tu descendencia hasta que sea incontable[ah].

15 Entonces Abraham esperó con paciencia y recibió lo que Dios le había prometido.

16 Ahora bien, cuando las personas hacen un juramento, invocan a alguien superior a ellas para obligarse a cumplirlo; y no cabe ninguna duda de que ese juramento conlleva una obligación.

17 Dios también se comprometió mediante un juramento, para que los que recibieran la promesa pudieran estar totalmente seguros de que él jamás cambiaría de parecer.

18 Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros.

19 Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios.

20 Jesús ya entró allí por nosotros. Él ha llegado a ser nuestro eterno Sumo Sacerdote, según el orden de Melquisedec.

7

Melquisedec es superior a Abraham

1 Este Melquisedec fue rey de la ciudad de Salem y también sacerdote del Dios Altísimo. Cuando Abraham regresaba triunfante de una gran batalla contra los reyes, Melquisedec salió a su encuentro y lo bendijo.

2 Después Abraham tomó la décima parte de todo lo que había capturado en la batalla y se la dio a Melquisedec. El nombre Melquisedec significa rey de justicia, y rey de Salem significa rey de paz.

3 No hay registro de su padre ni de su madre ni de ninguno de sus antepasados; no hay principio ni fin de su vida. A semejanza del Hijo de Dios, sigue siendo sacerdote para siempre.

4 Consideren, entonces, la grandeza de este Melquisedec. Incluso Abraham, el gran patriarca de Israel, reconoció esto al entregarle la décima parte de lo que había capturado en la batalla.

5 Ahora bien, la ley de Moisés exigía que los sacerdotes, que son descendientes de Leví, le cobraran el diezmo al resto del pueblo de Israel[ai], quienes también son descendientes de Abraham.

6 Sin embargo, Melquisedec, que no era descendiente de Leví, recibió de Abraham la décima parte. Y Melquisedec bendijo a Abraham, quien ya había recibido las promesas de Dios.

7 Sin lugar a dudas, el que tiene el poder para bendecir es superior a quien recibe la bendición.

8 Los sacerdotes que reciben los diezmos son hombres que mueren, así que Melquisedec es superior a ellos porque se nos dice que sigue viviendo.

9 Además podríamos decir que esos levitas —los que reciben el diezmo— pagaron un diezmo a Melquisedec cuando lo pagó su antepasado Abraham.

10 A pesar de que Leví aún no había nacido, la simiente de la cual provino ya existía en el cuerpo de Abraham cuando Melquisedec recibió su diezmo.

11 Entonces, si el sacerdocio de Leví —sobre el cual se basó la ley— hubiera podido lograr la perfección que Dios propuso, ¿por qué fue necesario que Dios estableciera un sacerdocio diferente, con un sacerdote según el orden de Melquisedec en lugar del orden de Leví y Aarón[aj]?

12 Y si se cambia el sacerdocio, también es necesario cambiar la ley para permitirlo.

13 Pues el sacerdote a quien nos referimos pertenece a una tribu diferente, cuyos miembros jamás han servido en el altar como sacerdotes.

14 Lo que quiero decir es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, y Moisés nunca habló de que los sacerdotes provinieran de esa tribu.

Jesús es como Melquisedec

15 Ese cambio resulta aún más evidente, ya que ha surgido un sacerdote diferente, quien es como Melquisedec.

16 Jesús llegó a ser sacerdote, no por cumplir con la ley del requisito físico de pertenecer a la tribu de Leví, sino por el poder de una vida que no puede ser destruida.

17 Y el salmista lo señaló cuando profetizó: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec[ak].

18 Así que el antiguo requisito del sacerdocio quedó anulado por ser débil e inútil.

19 Pues la ley nunca perfeccionó nada, pero ahora confiamos en una mejor esperanza por la cual nos acercamos a Dios.

20 Este nuevo sistema se estableció mediante un juramento solemne. Los descendientes de Aarón llegaron a ser sacerdotes sin un juramento,

21 pero había un juramento con relación a Jesús. Pues Dios le dijo: El SEÑOR ha jurado y no romperá su juramento: «Tú eres sacerdote para siempre[al]».

22 Debido a ese juramento, Jesús es quien garantiza este mejor pacto con Dios.

23 Hubo muchos sacerdotes bajo el sistema antiguo, porque la muerte les impedía continuar con sus funciones;

24 pero dado que Jesús vive para siempre, su sacerdocio dura para siempre.

25 Por eso puede salvar —una vez y para siempre —[am] a los que vienen a Dios por medio de él, quien vive para siempre, a fin de interceder con Dios a favor de ellos.

26 Él es la clase de Sumo Sacerdote que necesitamos, porque es santo y no tiene culpa ni mancha de pecado. Él ha sido apartado de los pecadores y se le ha dado el lugar de más alto honor en el cielo[an].

27 A diferencia de los demás sumos sacerdotes, no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada día. Ellos los ofrecían primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo. Sin embargo, Jesús lo hizo una vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo como sacrificio por los pecados del pueblo.

28 La ley nombra a sumos sacerdotes que están limitados por debilidades humanas; pero después de que la ley fue entregada, Dios nombró a su Hijo mediante un juramento y su Hijo ha sido hecho el perfecto Sumo Sacerdote para siempre.

8

Cristo es nuestro Sumo Sacerdote

1 El punto principal es el siguiente: tenemos un sumo sacerdote quien se sentó en el lugar de honor, a la derecha del trono del Dios majestuoso en el cielo.

2 Allí sirve como ministro en el tabernáculo[ao] del cielo, el verdadero lugar de adoración construido por el Señor y no por manos humanas.

3 Ya que es deber de todo sumo sacerdote presentar ofrendas y sacrificios, nuestro Sumo Sacerdote también tiene que presentar una ofrenda.

4 Si estuviera aquí en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, porque ya hay sacerdotes que presentan las ofrendas que exige la ley.

5 Ellos sirven dentro de un sistema de adoración que es sólo una copia, una sombra del verdadero, que está en el cielo. Pues cuando Moisés estaba por construir el tabernáculo, Dios le advirtió lo siguiente: Asegúrate de hacer todo según el modelo que te mostré aquí en la montaña[ap].

6 Pero ahora a Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, se le ha dado un ministerio que es muy superior al sacerdocio antiguo porque él es mediador a nuestro favor de un mejor pacto con Dios basado en promesas mejores.

7 Si el primer pacto no hubiera tenido defectos, no habría sido necesario reemplazarlo con un segundo pacto.

8 Pero cuando Dios encontró defectos en el pueblo, dijo: Llegará el día, dice el SEÑOR, en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y de Judá.

9 Este pacto no será como el que hice con sus antepasados cuando los tomé de la mano y los saqué de la tierra de Egipto. Ellos no permanecieron fieles a mi pacto, por eso les di la espalda, dice el SEÑOR.

10 Pero éste es el nuevo pacto que haré con el pueblo de Israel en ese día[aq], dice el SEÑOR: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

11 Y no habrá necesidad de enseñar a sus vecinos ni habrá necesidad de enseñar a sus parientes[ar], diciendo: «Deberías conocer al SEÑOR». Pues todos ya me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande.

12 Y perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados[as].

13 Cuando Dios habla de un nuevo pacto, quiere decir que ha hecho obsoleto al primero, el cual ha caducado y pronto desaparecerá.

9

Reglas antiguas sobre la adoración

1 Ese primer pacto entre Dios e Israel incluía ordenanzas para la adoración y un lugar de culto aquí, en la tierra.

2 Ese tabernáculo[at] estaba formado por dos salas. En la primera sala había un candelabro, una mesa y los panes consagrados sobre ella. Esta sala se llamaba Lugar Santo.

3 Luego había una cortina detrás de la cual se encontraba la segunda sala[au], llamada Lugar Santísimo.

4 En esa sala había un altar de oro para el incienso y un cofre de madera conocido como el arca del pacto, el cual estaba totalmente cubierto de oro. Dentro del arca había un recipiente de oro que contenía el maná, la vara de Aarón a la que le habían salido hojas y las tablas del pacto que eran de piedra.

5 Por encima del arca estaban los querubines de la gloria divina, cuyas alas se extendían sobre la tapa del arca, es decir, el lugar de la expiación; pero ahora no podemos explicar estas cosas en detalle.

6 Cuando estos elementos estaban en su lugar, los sacerdotes entraban con regularidad en la primera sala[av], durante el cumplimiento de sus deberes religiosos.

7 Pero sólo el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo y lo hacía una sola vez al año; y siempre ofrecía sangre por sus propios pecados y por los pecados que el pueblo cometía por ignorancia.

8 Mediante esas ordenanzas, el Espíritu Santo daba a entender que la entrada al Lugar Santísimo no estaba abierta a todos en tanto siguiera en pie el tabernáculo[aw] y el sistema que representaba.

9 Esta es una ilustración que apunta al tiempo presente. Pues las ofrendas y los sacrificios que ofrecen los sacerdotes no pueden limpiar la conciencia de las personas que los traen.

10 Pues ese sistema antiguo sólo consiste en alimentos, bebidas y diversas ceremonias de purificación, es decir, ordenanzas externas[ax] que permanecieron vigentes sólo hasta que se estableció un sistema mejor.

Cristo es el sacrificio perfecto

11 Entonces Cristo ahora ha llegado a ser el Sumo Sacerdote por sobre todas las cosas buenas que han venido[ay]. Él entró en ese tabernáculo superior y más perfecto que está en el cielo, el cual no fue hecho por manos humanas ni forma parte del mundo creado.

12 Con su propia sangre —no con la sangre de cabras ni de becerros— entró en el Lugar Santísimo una sola vez y para siempre, y aseguró nuestra redención eterna.

13 Bajo el sistema antiguo, la sangre de cabras y toros y las cenizas de una ternera podían limpiar el cuerpo de las personas que estaban ceremonialmente impuras.

14 Imagínense cuánto más la sangre de Cristo nos purificará la conciencia de acciones pecaminosas[az] para que adoremos al Dios viviente. Pues por el poder del Espíritu eterno, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio perfecto por nuestros pecados.

15 Por eso él es el mediador de un nuevo pacto entre Dios y la gente, para que todos los que son llamados puedan recibir la herencia eterna que Dios les ha prometido. Pues Cristo murió para librarlos del castigo por los pecados que habían cometido bajo ese primer pacto.

16 Ahora bien, cuando alguien deja un testamento[ba], es necesario comprobar que la persona que lo hizo ha muerto[bb].

17 El testamento sólo entra en vigencia después de la muerte de la persona. Mientras viva el que lo hizo, el testamento no puede entrar en vigencia.

18 Por eso, aun el primer pacto fue puesto en vigencia con la sangre de un animal.

19 Pues después de que Moisés había leído cada uno de los mandamientos de Dios a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y las cabras[bc] junto con agua, y roció tanto el libro de la ley de Dios como a todo el pueblo con ramas de hisopo y lana de color escarlata.

20 Entonces dijo: Esta sangre confirma el pacto que Dios ha hecho con ustedes[bd].

21 De la misma manera roció con la sangre el tabernáculo y todo lo que se usaba para adorar a Dios.

22 De hecho, según la ley de Moisés, casi todo se purificaba con sangre porque sin derramamiento de sangre no hay perdón.

23 Por esa razón, el tabernáculo y todo lo que en él había —que eran copias de las cosas del cielo— debían ser purificados mediante la sangre de animales; pero las cosas verdaderas del cielo debían ser purificadas mediante sacrificios superiores a la sangre de animales.

24 Pues Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos humanas, que era sólo una copia del verdadero, que está en el cielo. Él entró en el cielo mismo para presentarse ahora delante de Dios a favor de nosotros;

25 y no entró en el cielo para ofrecerse a sí mismo una y otra vez, como lo hace el sumo sacerdote aquí en la tierra, que entra en el Lugar Santísimo año tras año con la sangre de un animal.

26 Si eso hubiera sido necesario, Cristo tendría que haber sufrido la muerte una y otra vez, desde el principio del mundo; pero ahora, en el fin de los tiempos[be], Cristo se presentó una sola vez y para siempre para quitar el pecado mediante su propia muerte en sacrificio.

27 Y así como cada persona está destinada a morir una sola vez y después vendrá el juicio,

28 así también Cristo murió en sacrificio una sola vez y para siempre, a fin de quitar los pecados de muchas personas. Cristo vendrá otra vez, no para ocuparse de nuestros pecados, sino para traer salvación a todos los que esperan con anhelo su venida.

10

El sacrificio de Cristo, una vez y para siempre

1 El sistema antiguo bajo la ley de Moisés era sólo una sombra —un tenue anticipo de las cosas buenas por venir— no las cosas buenas en sí mismas. Bajo aquel sistema se repetían los sacrificios una y otra vez, año tras año, pero nunca pudieron limpiar por completo a quienes venían a adorar.

2 Si los sacrificios hubieran podido limpiar por completo, entonces habrían dejado de ofrecerlos, porque los adoradores se habrían purificado una sola vez y para siempre, y habrían desaparecido los sentimientos de culpa.

3 Pero en realidad, esos sacrificios les recordaban sus pecados año tras año.

4 Pues no es posible que la sangre de los toros y las cabras quite los pecados.

5 Por eso, cuando Cristo[bf] vino al mundo, le dijo a Dios: Tú no quisiste sacrificios de animales ni ofrendas por el pecado. Pero me has dado un cuerpo para ofrecer.

6 No te agradaron las ofrendas quemadas ni otras ofrendas por el pecado.

7 Luego dije: «Aquí estoy, oh Dios, he venido a hacer tu voluntad como está escrito acerca de mí en las Escrituras[bg]».

8 Primero, Cristo dijo: No quisiste sacrificios de animales ni ofrendas por el pecado; ni ofrendas quemadas ni otras ofrendas por el pecado. Todas esas ofrendas tampoco te agradaron (aun cuando la ley de Moisés las exige).

9 Luego dijo: Aquí estoy, he venido a hacer tu voluntad. Él anula el primer pacto para que el segundo entre en vigencia.

10 Pues la voluntad de Dios fue que el sacrificio del cuerpo de Jesucristo nos hiciera santos, una vez y para siempre.

11 Bajo el antiguo pacto, el sacerdote oficia de pie delante del altar día tras día, ofreciendo los mismos sacrificios una y otra vez, los cuales nunca pueden quitar los pecados;

12 pero nuestro Sumo Sacerdote se ofreció a sí mismo a Dios como un solo sacrificio por los pecados, válido para siempre. Luego se sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios.

13 Allí espera hasta que sus enemigos sean humillados y puestos por debajo de sus pies.

14 Pues mediante esa única ofrenda, él perfeccionó para siempre a los que está haciendo santos.

15 Y el Espíritu Santo también da testimonio de que es verdad, pues dice:

16 Éste es el nuevo pacto que haré con mi pueblo en aquel día[bh] —dice el SEÑOR—: Pondré mis leyes en su corazón y las escribiré en su mente[bi].

17 Después dice: Nunca más me acordaré de sus pecados y sus transgresiones[bj].

18 Y cuando los pecados han sido perdonados, ya no hace falta ofrecer más sacrificios.

Un llamado a permanecer firmes

19 Así que, amados hermanos, podemos entrar con valentía en el Lugar Santísimo del cielo por causa de la sangre de Jesús.

20 Por su muerte[bk], Jesús abrió un nuevo camino —un camino que da vida— a través de la cortina al Lugar Santísimo.

21 Ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que gobierna la casa de Dios,

22 entremos directamente a la presencia de Dios con corazón sincero y con plena confianza en él. Pues nuestra conciencia culpable ha sido rociada con la sangre de Cristo a fin de purificarnos, y nuestro cuerpo ha sido lavado con agua pura.

23 Mantengámonos firmes sin titubear en la esperanza que afirmamos, porque se puede confiar en que Dios cumplirá su promesa.

24 Pensemos en maneras de motivarnos unos a otros a realizar actos de amor y buenas acciones.

25 Y no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca.

26 Queridos amigos, si seguimos pecando a propósito después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda ningún sacrificio que cubra esos pecados.

27 Sólo queda la terrible expectativa del juicio de Dios y el fuego violento que consumirá a sus enemigos.

28 Pues todo el que rehusaba obedecer la ley de Moisés era ejecutado sin compasión por el testimonio de dos o tres testigos.

29 Piensen, pues, cuánto mayor será el castigo para quienes han pisoteado al Hijo de Dios y han considerado la sangre del pacto —la cual nos hizo santos— como si fuera algo vulgar e inmundo, y han insultado y despreciado al Espíritu Santo que nos trae la misericordia de Dios.

30 Pues conocemos al que dijo: Yo tomaré venganza. Yo les pagaré lo que se merecen[bl]. También dijo: El SEÑOR juzgará a su propio pueblo[bm].

31 ¡Es algo aterrador caer en manos del Dios vivo!

32 Acuérdense de los primeros tiempos, cuando recién aprendían acerca de Cristo[bn]. Recuerden cómo permanecieron fieles aunque tuvieron que soportar terrible sufrimiento.

33 Algunas veces los ponían en ridículo públicamente y los golpeaban, otras veces ustedes ayudaban a los que pasaban por lo mismo.

34 Sufrieron junto con los que fueron metidos en la cárcel y, cuando a ustedes les quitaron todos sus bienes, lo aceptaron con alegría. Sabían que en el futuro les esperaban cosas mejores, que durarán para siempre.

35 Por lo tanto, no desechen la firme confianza que tienen en el Señor. ¡Tengan presente la gran recompensa que les traerá!

36 Perseverar con paciencia es lo que necesitan ahora para seguir haciendo la voluntad de Dios. Entonces recibirán todo lo que él ha prometido.

37 Pues, dentro de muy poco tiempo, aquél que viene vendrá sin demorarse.

38 Mis justos vivirán por la fe[bo]. Pero no me agradará aquél que se aparte de mí[bp].

39 Pero nosotros no somos de los que se apartan de Dios hacia su propia destrucción. Somos los fieles, y nuestras almas serán salvas.

11

Grandes ejemplos de fe

1 La fe es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver.

2 Por su fe, la gente de antaño gozó de una buena reputación.

3 Por la fe entendemos que todo el universo fue formado por orden de Dios, de modo que lo que ahora vemos no vino de cosas visibles.

4 Fue por la fe que Abel presentó a Dios una ofrenda más aceptable que la que presentó Caín. La ofrenda de Abel demostró que era un hombre justo, y Dios aprobó sus ofrendas. Aunque Abel murió hace mucho tiempo, todavía nos habla por su ejemplo de fe.

5 Fue por la fe que Enoc ascendió al cielo sin morir, desapareció porque Dios se lo llevó[bq]; porque antes de ser llevado, lo conocían como una persona que agradaba a Dios.

6 De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.

7 Fue por la fe que Noé construyó un barco grande para salvar a su familia del diluvio en obediencia a Dios, quien le advirtió de cosas que nunca antes habían sucedido. Por su fe, Noé condenó al resto del mundo y recibió la justicia que viene por la fe.

8 Fue por la fe que Abraham obedeció cuando Dios lo llamó para que dejara su tierra y fuera a otra que él le daría por herencia. Se fue sin saber adónde iba.

9 Incluso cuando llegó a la tierra que Dios le había prometido, vivió allí por fe, pues era como un extranjero que vive en carpas de campaña. Lo mismo hicieron Isaac y Jacob, quienes heredaron la misma promesa.

10 Abraham esperaba con confianza una ciudad de cimientos eternos, una ciudad diseñada y construida por Dios.

11 Fue por la fe que hasta Sara pudo tener un hijo, a pesar de ser estéril y demasiado anciana. Ella creyó[br] que Dios cumpliría su promesa.

12 Así que una nación entera provino de este solo hombre, quien estaba casi muerto en cuanto a tener hijos; una nación con tantos habitantes que, como las estrellas de los cielos y la arena de la orilla del mar, es imposible contar.

13 Todas estas personas murieron aún creyendo lo que Dios les había prometido. Y aunque no recibieron lo prometido lo vieron desde lejos y lo aceptaron con gusto. Coincidieron en que eran extranjeros y nómadas aquí en este mundo.

14 Es obvio que quienes se expresan así esperan tener su propio país.

15 Si hubieran añorado el país del que salieron, bien podrían haber regresado.

16 Sin embargo, buscaban un lugar mejor, una patria celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de ser llamado el Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad.

17 Fue por la fe que Abraham ofreció a Isaac en sacrificio cuando Dios lo puso a prueba. Abraham, quien había recibido las promesas de Dios, estuvo dispuesto a sacrificar a su único hijo, Isaac,

18 aun cuando Dios le había dicho: Isaac es el hijo mediante el cual procederán tus descendientes[bs].

19 Abraham llegó a la conclusión de que si Isaac moría, Dios tenía el poder para volverlo a la vida; y en cierto sentido, Abraham recibió de vuelta a su hijo de entre los muertos.

20 Fue por la fe que Isaac prometió a sus hijos, Jacob y Esaú, bendiciones para el futuro.

21 Fue por la fe que Jacob, cuando ya era anciano y estaba por morir, bendijo a cada uno de los hijos de José y se inclinó para adorar, apoyado en su vara.

22 Fue por la fe que José, cuando iba a morir, declaró con confianza que el pueblo de Israel saldría de Egipto. Incluso les mandó que se llevaran sus huesos cuando ellos salieran.

23 Fue por la fe que cuando nació Moisés, sus padres lo escondieron durante tres meses. Vieron que Dios les había dado un hijo fuera de lo común y no tuvieron temor de desobedecer la orden del rey.

24 Fue por la fe que Moisés, cuando ya fue adulto, rehusó llamarse hijo de la hija del faraón.

25 Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los placeres momentáneos del pecado.

26 Consideró que era mejor sufrir por causa de Cristo que poseer los tesoros de Egipto, pues tenía la mirada puesta en la gran recompensa que recibiría.

27 Fue por la fe que Moisés salió de la tierra de Egipto sin temer el enojo del rey. Siguió firme en su camino porque tenía los ojos puestos en el Invisible.

28 Fue por la fe que Moisés ordenó que el pueblo de Israel celebrara la Pascua y rociara con sangre los marcos de las puertas para que el ángel de la muerte no matara a ninguno de sus primeros hijos varones.

29 Fue por la fe que el pueblo de Israel atravesó el mar Rojo como si estuviera pisando tierra seca, pero cuando los egipcios intentaron seguirlos, murieron todos ahogados.

30 Fue por la fe que el pueblo de Israel marchó alrededor de Jericó durante siete días, y las murallas se derrumbaron.

31 Fue por la fe que Rahab, la prostituta, no fue destruida junto con los habitantes de su ciudad que se negaron a obedecer a Dios. Pues ella había recibido en paz a los espías.

32 ¿Cuánto más les tengo que decir? Se necesitaría demasiado tiempo para contarles acerca de la fe de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y todos los profetas.

33 Por la fe esas personas conquistaron reinos, gobernaron con justicia y recibieron lo que Dios les había prometido. Cerraron bocas de leones,

34 apagaron llamas de fuego y escaparon de morir a filo de espada. Su debilidad se convirtió en fortaleza. Llegaron a ser poderosos en batalla e hicieron huir a ejércitos enteros.

35 Hubo mujeres que recibieron otra vez con vida a sus seres queridos que habían muerto. Sin embargo, otros fueron torturados, porque rechazaron negar a Dios a cambio de la libertad. Ellos pusieron su esperanza en una vida mejor que viene después de la resurrección.

36 Algunos fueron ridiculizados y sus espaldas fueron laceradas con látigos; otros fueron encadenados en prisiones.

37 Algunos murieron apedreados, a otros los cortaron por la mitad con una sierra[bt] y a otros los mataron a espada. Algunos anduvieron vestidos con pieles de ovejas y cabras, desposeídos y oprimidos y maltratados.

38 Este mundo no era digno de ellos. Vagaron por desiertos y montañas, se escondieron en cuevas y hoyos de la tierra.

39 Debido a su fe, todas esas personas gozaron de una buena reputación, aunque ninguno recibió todo lo que Dios le había prometido.

40 Pues Dios tenía preparado algo mejor para nosotros, de modo que ellos no llegaran a la perfección sin nosotros.

12

La disciplina de Dios demuestra su amor

1 Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante.

2 Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe[bu]. Debido al gozo[bv] que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que ésta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios.

3 Piensen en toda la hostilidad que soportó por parte de pecadores[bw], así no se cansarán ni se darán por vencidos.

4 Después de todo, ustedes aún no han dado su vida en la lucha contra el pecado.

5 ¿Acaso olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a ustedes como a hijos? Él dijo: Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor y no te des por vencido cuando te corrija.

6 Pues el SEÑOR disciplina a los que ama y castiga a todo el que recibe como hijo[bx].

7 Al soportar esta disciplina divina, recuerden que Dios los trata como a sus propios hijos. ¿Acaso alguien oyó hablar de un hijo que nunca fue disciplinado por su padre?

8 Si Dios no los disciplina a ustedes como lo hace con todos sus hijos, quiere decir que ustedes no son verdaderamente sus hijos, sino ilegítimos.

9 Ya que respetábamos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, entonces, ¿acaso no deberíamos someternos aún más a la disciplina del Padre de nuestro espíritu, y así vivir para siempre[by]?

10 Pues nuestros padres terrenales nos disciplinaron durante algunos años e hicieron lo mejor que pudieron, pero la disciplina de Dios siempre es buena para nosotros, a fin de que participemos de su santidad.

11 Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella.

12 Por lo tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y fortalezcan sus rodillas debilitadas.

13 Tracen un camino recto para sus pies, a fin de que los débiles y los cojos no caigan, sino que se fortalezcan.

Un llamado a escuchar a Dios

14 Esfuércense por vivir en paz con todos y procuren llevar una vida santa, porque los que no son santos no verán al Señor.

15 Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos.

16 Asegúrense de que ninguno sea inmoral ni profano como Esaú, que cambió sus derechos de primer hijo varón por un simple plato de comida.

17 Ustedes saben que después, cuando quiso recibir la bendición de su padre, fue rechazado. Ya era demasiado tarde para arrepentirse, a pesar de que suplicó con lágrimas amargas.

18 Ustedes no se han acercado a una montaña que se pueda tocar[bz], a un lugar que arde en llamas, un lugar de oscuridad y tinieblas, rodeado por un torbellino, como les sucedió a los israelitas cuando llegaron al monte Sinaí.

19 Ellos oyeron un imponente toque de trompeta y una voz tan temible que le suplicaron a Dios que dejara de hablar.

20 Retrocedieron tambaleándose bajo el mandato de Dios: Si tan sólo un animal toca la montaña, deberá morir apedreado[ca].

21 Incluso Moisés se asustó tanto de lo que vio, que dijo: Estoy temblando de miedo[cb].

22 En cambio, ustedes han llegado al monte Sión, a la ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, y a incontables miles de ángeles que se han reunido llenos de gozo.

23 Ustedes han llegado a la congregación de los primogénitos de Dios, cuyos nombres están escritos en el cielo. Ustedes han llegado a Dios mismo, quien es el juez sobre todas las cosas. Ustedes han llegado a los espíritus de los justos, que están en el cielo y que ya han sido perfeccionados.

24 Ustedes han llegado a Jesús, el mediador del nuevo pacto entre Dios y la gente, y también a la sangre rociada, que habla de perdón en lugar de clamar por venganza como la sangre de Abel.

25 Tengan cuidado de no negarse a escuchar a aquél que habla. Pues, si el pueblo de Israel no escapó cuando se negó a escuchar a Moisés, el mensajero terrenal, ¡ciertamente nosotros tampoco escaparemos si rechazamos a aquél que nos habla desde el cielo!

26 Cuando Dios habló desde el monte Sinaí, su voz hizo temblar la tierra, pero ahora él hace otra promesa: Una vez más, haré temblar no sólo la tierra, sino también los cielos[cc].

27 Eso significa que toda la creación será agitada y removida, para que sólo permanezcan las cosas inconmovibles.

28 Ya que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos y agrademos a Dios adorándolo con santo temor y reverencia,

29 porque nuestro Dios es un fuego que todo lo consume.

13

Palabras finales

1 Sigan amándose unos a otros como hermanos[cd].

2 No se olviden de brindar hospitalidad a los desconocidos, porque algunos que lo han hecho, ¡han hospedado ángeles sin darse cuenta!

3 Acuérdense de aquellos que están en prisión, como si ustedes mismos estuvieran allí. Acuérdense también de los que son maltratados, como si ustedes mismos sintieran en carne propia el dolor de ellos.

4 Honren el matrimonio, y los casados manténganse fieles el uno al otro. Con toda seguridad, Dios juzgará a los que cometen inmoralidades sexuales y a los que cometen adulterio.

5 No amen el dinero; estén contentos con lo que tienen, pues Dios ha dicho: Nunca te fallaré. Jamás te abandonaré[ce].

6 Así que podemos decir con toda confianza: El SEÑOR es quien me ayuda, por eso no tendré miedo. ¿Qué me puede hacer un simple mortal[cf]?.

7 Acuérdense de los líderes que les enseñaron la palabra de Dios. Piensen en todo lo bueno que haya resultado de su vida y sigan el ejemplo de su fe.

8 Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.

9 Así que no se dejen cautivar por ideas nuevas y extrañas. Su fortaleza espiritual proviene de la gracia de Dios y no depende de reglas sobre los alimentos, que de nada sirven a quienes las siguen.

10 Tenemos un altar del cual los sacerdotes del tabernáculo[cg] no tienen derecho a comer.

11 Bajo el sistema antiguo, el sumo sacerdote llevaba la sangre de los animales al Lugar Santo como sacrificio por el pecado, y los cuerpos de esos animales se quemaban fuera del campamento.

12 De igual manera, Jesús sufrió y murió fuera de las puertas de la ciudad para hacer santo a su pueblo mediante su propia sangre.

13 Entonces salgamos al encuentro de Jesús, fuera del campamento, y llevemos la deshonra que él llevó.

14 Pues este mundo no es nuestro hogar permanente; esperamos el hogar futuro.

15 Por lo tanto, por medio de Jesús, ofrezcamos un sacrificio continuo de alabanza a Dios, mediante el cual proclamamos nuestra lealtad a su nombre.

16 Y no se olviden de hacer el bien ni de compartir lo que tienen con quienes pasan necesidad. Estos son los sacrificios que le agradan a Dios.

17 Obedezcan a sus líderes espirituales y hagan lo que ellos dicen. Su tarea es cuidar el alma de ustedes y tienen que rendir cuentas a Dios. Denles motivos para que la hagan con alegría y no con dolor. Esto último ciertamente no los beneficiará a ustedes.

18 Oren por nosotros, pues tenemos la conciencia limpia y deseamos comportarnos con integridad en todo lo que hacemos.

19 Y oren especialmente para que pueda regresar a verlos pronto.

20 Y ahora, que el Dios de paz —quien levantó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, y que ratificó un pacto eterno con su sangre—

21 los capacite con todo lo que necesiten para hacer su voluntad. Que él produzca en ustedes[ch], mediante el poder de Jesucristo, todo lo bueno que a él le agrada. ¡A él sea toda la gloria por siempre y para siempre! Amén.

22 Les ruego, amados hermanos, que hagan caso a lo que les escribí en esta breve exhortación.

23 Quiero que sepan que nuestro hermano Timoteo ya salió de la cárcel. Si llega pronto, lo llevaré conmigo cuando vaya a verlos.

24 Saluden a todos los líderes y a todos los creyentes que están allí. Los creyentes de Italia les envían sus saludos.

25 Que la gracia de Dios sea con todos ustedes.

Biblia Nueva Traducción Viviente
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
notas0001.xhtml
notas0002.xhtml
notas0003.xhtml
notas0004.xhtml
notas0005.xhtml
notas0006.xhtml
notas0007.xhtml
notas0008.xhtml
notas0009.xhtml
notas0010.xhtml
notas0011.xhtml
notas0012.xhtml
notas0013.xhtml
notas0014.xhtml
notas0015.xhtml
notas0016.xhtml
notas0017.xhtml
notas0018.xhtml
notas0019.xhtml
notas0020.xhtml
notas0021.xhtml
notas0022.xhtml
notas0023.xhtml
notas0024.xhtml
notas0025.xhtml
notas0026.xhtml
notas0027.xhtml
notas0028.xhtml
notas0029.xhtml
notas0030.xhtml
notas0031.xhtml
notas0032.xhtml
notas0033.xhtml
notas0034.xhtml
notas0035.xhtml
notas0036.xhtml
notas0037.xhtml
notas0038.xhtml
notas0039.xhtml
notas0040.xhtml
notas0041.xhtml
notas0042.xhtml
notas0043.xhtml
notas0044.xhtml
notas0045.xhtml
notas0046.xhtml
notas0047.xhtml
notas0048.xhtml
notas0049.xhtml
notas0050.xhtml
notas0051.xhtml
notas0052.xhtml
notas0053.xhtml
notas0054.xhtml
notas0055.xhtml
notas0056.xhtml
notas0057.xhtml
notas0058.xhtml
notas0059.xhtml
notas0060.xhtml
notas0061.xhtml
notas0062.xhtml
notas0063.xhtml
notas0064.xhtml
notas0065.xhtml
notas0066.xhtml
autor.xhtml