Amós

1

1 Este mensaje fue dado a Amós, un pastor de ovejas de la ciudad de Tecoa, en Judá. Él recibió el mensaje por medio de visiones, dos años antes del terremoto, cuando Uzías era rey de Judá y Jeroboam II, hijo de Yoás[a], era rey de Israel.

2 Esto es lo que vio y oyó: ¡La voz del SEÑOR rugirá desde el monte Sión; su voz tronará desde Jerusalén! Los buenos pastizales de los pastores se secarán y la hierba del monte Carmelo se marchitará y morirá.

Juicio contra las naciones vecinas

3 Esto es lo que dice el SEÑOR: ¡Los habitantes de Damasco han pecado una y otra vez[b] y no permitiré que queden sin castigo! Azotaron a mi gente en Galaad como se separa el grano con trillos de hierro.

4 Por lo tanto, haré caer fuego sobre el palacio del rey Hazael y las fortalezas del rey Ben-adad serán destruidas.

5 Derribaré las puertas de Damasco y masacraré a los habitantes en el valle de Avén. Destruiré al gobernante de Bet-edén y los habitantes de Aram serán llevados cautivos a Kir, dice el SEÑOR.

6 Esto es lo que dice el SEÑOR: ¡Los habitantes de Gaza han pecado una y otra vez y no permitiré que queden sin castigo! Enviaron a pueblos enteros al destierro y los vendieron como esclavos a Edom.

7 Por lo tanto, haré caer fuego sobre los muros de Gaza y todas sus fortalezas serán destruidas.

8 Masacraré a los habitantes de Asdod y destruiré al rey de Ascalón. Después me volveré para atacar a Ecrón y los pocos filisteos que queden, morirán, dice el SEÑOR Soberano.

9 Esto es lo que dice el SEÑOR: ¡Los habitantes de Tiro han pecado una y otra vez y no permitiré que queden sin castigo! Rompieron su pacto de hermandad con Israel al vender aldeas enteras como esclavas a Edom.

10 Por lo tanto, haré caer fuego sobre los muros de Tiro y todas sus fortalezas serán destruidas.

11 Esto es lo que dice el SEÑOR: ¡Los habitantes de Edom han pecado una y otra vez y no permitiré que queden sin castigo! Espada en mano, persiguieron a sus parientes, los israelitas, y no les tuvieron compasión. En su furia, los apuñalaron continuamente y fueron implacables en su enojo.

12 Por lo tanto, haré caer fuego sobre Temán y las fortalezas de Bosra serán destruidas.

13 Esto es lo que dice el SEÑOR: ¡Los habitantes de Amón han pecado una y otra vez y no permitiré que queden sin castigo! Cuando atacaron a Galaad para extender sus fronteras, con sus espadas abrieron a las mujeres embarazadas.

14 Por lo tanto, haré caer fuego sobre los muros de Rabá y todas sus fortalezas serán destruidas. La batalla vendrá sobre ellos con gritos, como un torbellino en una tormenta impetuosa.

15 Y su rey[c] y sus príncipes irán juntos al destierro, dice el SEÑOR.

2

1 Esto es lo que dice el SEÑOR: ¡Los habitantes de Moab han pecado una y otra vez[d] y no permitiré que queden sin castigo! Profanaron los huesos del rey de Edom, reduciéndolos a cenizas.

2 Por lo tanto, haré caer fuego sobre la tierra de Moab y todas las fortalezas de Queriot serán destruidas. Los habitantes caerán en el ruido de la batalla, entre gritos de guerra y toques del cuerno de carnero.

3 Y destruiré a su rey y masacraré a todos sus príncipes, dice al SEÑOR.

Juicio de Dios contra Judá e Israel

4 Esto es lo que dice el SEÑOR: ¡Los habitantes de Judá han pecado una y otra vez y no permitiré que queden sin castigo! Rechazaron la instrucción del SEÑOR y se negaron a obedecer sus decretos. Se han descarriado por las mismas mentiras que engañaron a sus antepasados.

5 Por lo tanto, haré caer fuego sobre Judá y todas las fortalezas de Jerusalén serán destruidas.

6 Esto es lo que dice el SEÑOR: ¡Los habitantes de Israel han pecado una y otra vez y no permitiré que queden sin castigo! Venden por dinero a la gente honrada y a los pobres por un par de sandalias.

7 Pisotean en el polvo a los indefensos y quitan a los oprimidos del camino. Tanto el padre como el hijo se acuestan con la misma mujer y así profanan mi santo nombre.

8 En sus festivales religiosos están a sus anchas usando la ropa que sus deudores dejaron en garantía. En la casa de sus dioses[e] beben vino comprado con dinero de multas injustas.

9 Pero ante los ojos de mi pueblo, destruí a los amorreos, aunque eran tan altos como cedros y tan fuertes como robles. Destruí el fruto de sus ramas y arranqué sus raíces.

10 Fui yo quien los rescató a ustedes de Egipto y los guió por el desierto durante cuarenta años para que pudieran poseer la tierra de los amorreos.

11 Elegí a algunos de sus hijos para ser profetas y a otros para ser nazareos. ¿Acaso puedes negar esto, Israel, pueblo mío? —pregunta el SEÑOR.

12 Pero ustedes hicieron que los nazareos pecaran, forzándolos a beber vino y les ordenaron a los profetas: «¡Cállense!»

13 Por lo tanto, haré que giman como una carreta cargada con gavillas de grano.

14 Sus corredores más veloces no podrán escapar. El más fuerte entre ustedes se volverá débil. Ni siquiera los guerreros más poderosos serán capaces de salvarse.

15 Los arqueros no podrán mantenerse firmes. Los más veloces no serán lo suficientemente rápidos para escapar. Ni siquiera los que montan a caballo podrán salvarse.

16 En aquel día, los hombres de guerra más valientes dejarán caer sus armas y correrán por sus vidas, dice el SEÑOR.

3

1 Escuchen este mensaje que el SEÑOR ha hablado contra ustedes, oh pueblos de Israel y Judá, contra toda la familia que rescaté de Egipto:

2 De entre todas las familias de la tierra, sólo con ustedes he tenido una relación tan íntima. Por eso debo castigarlos por todos sus pecados.

Testigos contra Israel

3 ¿Pueden dos caminar juntos sin estar de acuerdo adonde van?

4 ¿Ruge un león en un matorral sin antes encontrar a una víctima? ¿Gruñe un león joven en su guarida sin antes agarrar a su presa?

5 ¿Cae un pájaro en una trampa que no tiene cebo? ¿Se cierra una trampa cuando no hay nada que atrapar?

6 Cuando el cuerno de carnero toca la alarma, ¿no debería el pueblo estar alarmado? ¿Llega el desastre a una ciudad sin que el SEÑOR lo haya planeado?

7 De hecho, el SEÑOR Soberano nunca hace nada sin antes revelar sus planes a sus siervos, los profetas.

8 El león ha rugido, así que, ¿quién no tiene miedo? El SEÑOR Soberano ha hablado, así que, ¿quién puede negarse a proclamar su mensaje?

9 Anuncien lo siguiente a los líderes de Filistea[f] y a los grandes de Egipto: Siéntense ahora en las colinas que rodean a Samaria y sean testigos del caos y la opresión en Israel.

10 Mi pueblo ha olvidado cómo hacer lo correcto —dice el SEÑOR—. Sus fortalezas están llenas de riquezas obtenidas por el robo y la violencia.

11 Por lo tanto —dice el SEÑOR Soberano—, ¡se acerca un enemigo! Los rodeará y destrozará sus defensas. Luego saqueará todas sus fortalezas.

12 Esto es lo que dice el SEÑOR: Un pastor que trate de rescatar una oveja de la boca del león recuperará sólo dos patas o un pedazo de oreja. Así será con los israelitas en Samaria que se recuestan en camas lujosas y con el pueblo de Damasco que se reclina en sillones[g].

13 Escuchen ahora esto y anúncienlo por todo Israel[h] —dice el Señor, el SEÑOR Dios de los Ejércitos Celestiales—:

14 El mismo día que yo castigue a Israel por sus pecados, destruiré los altares paganos en Betel. Los cuernos del altar serán cortados y caerán al suelo.

15 Y destruiré las hermosas casas de los ricos —sus mansiones de invierno y también sus casas de verano—, todos sus palacios cubiertos de marfil, dice el SEÑOR.

4

Israel no aprende

1 Escúchenme, ustedes, vacas gordas[i] que viven en Samaria, ustedes, mujeres, que oprimen al pobre y aplastan al necesitado y que les gritan siempre a sus esposos: ¡Tráigannos otra bebida!

2 El SEÑOR Soberano ha jurado por su propia santidad: Llegará el día cuando ustedes serán llevadas con garfios enganchados en sus narices. ¡Hasta la última de ustedes será arrastrada lejos como un pez al anzuelo!

3 Las sacarán por las ruinas de la muralla; serán expulsadas de sus fortalezas[j], dice el SEÑOR.

4 Adelante, ofrezcan sacrificios a los ídolos en Betel; continúen desobedeciendo en Gilgal. Ofrezcan sacrificios cada mañana y lleven sus diezmos cada tercer día.

5 Presenten su pan hecho con levadura como una ofrenda de gratitud. ¡Luego entreguen sus ofrendas voluntarias para poder jactarse de ello en todas partes! Este es el tipo de cosas que a ustedes, israelitas, les encanta hacer, dice el SEÑOR Soberano.

6 Hice que pasaran hambre en cada ciudad y que hubiera hambruna en cada pueblo, pero aun así, ustedes no se volvieron a mí, dice el SEÑOR.

7 Yo detuve la lluvia cuando sus cosechas más la necesitaban. Envié la lluvia sobre una ciudad pero la retuve en otra. Llovió en un campo, mientras otro se marchitaba.

8 La gente deambulaba de ciudad en ciudad buscando agua, pero nunca había suficiente; pero aun así, ustedes no se volvieron a mí, dice el SEÑOR.

9 Arruiné sus cultivos y viñedos con plaga y moho. La langosta devoró todas sus higueras y todos sus olivos; pero aun así, ustedes no se volvieron a mí, dice el SEÑOR.

10 Les mandé plagas como las que envié sobre Egipto hace tiempo. ¡Maté a sus jóvenes en la guerra y llevé lejos a todos sus caballos[k]! ¡El hedor de la muerte llenó el aire!, pero aun así, ustedes no se volvieron a mí, dice el SEÑOR.

11 Destruí algunas de sus ciudades, así como destruí[l] Sodoma y Gomorra. Ustedes que sobrevivieron parecían tizones rescatados del fuego; pero aun así, no se volvieron a mí —dice el SEÑOR.

12 Por lo tanto, yo traeré sobre ustedes los desastres que he anunciado. Pueblo de Israel, ¡prepárate para encontrarte con tu Dios en el juicio!

13 Pues el SEÑOR es quien formó las montañas, agita los vientos y da a conocer sus pensamientos a la humanidad. Él convierte la luz del amanecer en oscuridad y marcha sobre las alturas de la tierra. ¡El SEÑOR Dios de los Ejércitos Celestiales es su nombre!

5

Un llamado al arrepentimiento

1 ¡Escucha, pueblo de Israel! Oye este canto fúnebre que entono:

2 ¡La virgen Israel ha caído, nunca volverá a levantarse! Yace abandonada en el suelo y no hay quien la levante.

3 El SEÑOR Soberano dice: Cuando una ciudad mande a mil hombres a la guerra, sólo volverán cien. Cuando un pueblo envíe a cien, sólo diez regresarán vivos.

4 Ahora bien, esto es lo que el SEÑOR dice a la familia de Israel: ¡Vuelvan a buscarme y vivan!

5 No adoren en los altares paganos en Betel; no vayan a los altares en Gilgal ni en Beerseba. Pues el pueblo de Gilgal será arrastrado al destierro y el pueblo de Betel será reducido a nada.

6 ¡Vuelvan a buscar al SEÑOR y vivan! De lo contrario, él pasará por Israel[m] como un fuego y los devorará completamente. Sus dioses en Betel no serán capaces de apagar las llamas.

7 Ustedes tuercen la justicia y la convierten en trago amargo para el oprimido. Tratan al justo como basura.

8 Es el SEÑOR quien creó las estrellas, las Pléyades y el Orión. Él transforma la oscuridad en luz y el día en noche. Él levanta agua de los océanos y la vierte como lluvia sobre la tierra. ¡El SEÑOR es su nombre!

9 Con poder y deslumbrante velocidad destruye a los poderosos y aplasta todas sus defensas.

10 ¡Cómo odian ustedes a los jueces honestos! ¡Cómo desprecian a los que dicen la verdad!

11 Pisotean a los pobres, robandoles el grano con impuestos y rentas injustas. Por lo tanto, aunque construyan hermosas casas de piedra, nunca vivirán en ellas. Aunque planten viñedos exuberantes, nunca beberán su vino.

12 Pues yo conozco la enorme cantidad de sus pecados y la profundidad de sus rebeliones. Ustedes oprimen a los buenos al aceptar sobornos y privan al pobre de la justicia en los tribunales.

13 Así que los que son listos permanecerán con la boca cerrada, porque es un tiempo malo.

14 ¡Hagan lo bueno y huyan del mal para que vivan! Entonces el SEÑOR Dios de los Ejércitos Celestiales será su ayudador, así como ustedes han dicho.

15 Odien lo malo y amen lo bueno; conviertan sus tribunales en verdaderas cortes de justicia. Quizás el SEÑOR Dios de los Ejércitos Celestiales todavía tenga compasión del remanente de su pueblo[n].

16 Por lo tanto, esto es lo que dice el SEÑOR Dios de los Ejércitos Celestiales: Habrá llanto en todas las plazas públicas y lamentos en cada calle. Llamen a los campesinos para que lloren con ustedes y traigan a los que les pagan por lamentar.

17 Habrá gemidos en cada viñedo, porque yo los destruiré a todos, dice el SEÑOR.

Advertencia sobre el juicio que viene

18 Qué aflicción les espera a ustedes que dicen: ¡Si tan sólo hoy fuera el día del SEÑOR! No tienen la menor idea de lo que desean. Ese día no traerá luz sino oscuridad.

19 En ese día ustedes serán como un hombre que huye de un león, sólo para encontrarse con un oso. Y, al escapar del oso, apoya su mano contra una pared en su casa y lo muerde una serpiente.

20 Así es, el día del SEÑOR será oscuro y sin remedio, sin un rayo de alegría ni esperanza.

21 Odio todos sus grandes alardes y pretensiones, la hipocresía de sus festivales religiosos y asambleas solemnes.

22 No aceptaré sus ofrendas quemadas ni sus ofrendas de grano. Ni siquiera prestaré atención a sus ofrendas selectas de paz.

23 ¡Fuera de aquí con sus ruidosos himnos de alabanza! No escucharé la música de sus arpas.

24 En cambio quiero ver una tremenda inundación de justicia y un río inagotable de rectitud.

25 Israel, ¿acaso era a mí a quien traías sacrificios y ofrendas durante los cuarenta años en el desierto?

26 No, servías a tus dioses paganos —Sicut, tu dios rey y Quiyún, tu dios estrella—, las imágenes que hiciste para ti mismo.

27 Por lo tanto, te mandaré al destierro, a un país al oriente de Damasco[o], dice el SEÑOR, cuyo nombre es el Dios de los Ejércitos Celestiales.

6

1 ¡Qué aflicción les espera a ustedes que están a sus anchas en medio de lujos en Jerusalén[p], y a ustedes que se sienten seguros en Samaria! Son famosos y conocidos en Israel, y la gente acude a ustedes en busca de ayuda.

2 Pero vayan a Calne y vean lo que ocurrió allí. Vayan luego a la gran ciudad de Hamat y desciendan a la ciudad filistea de Gat. Ustedes no son mejores que ellos y miren cómo fueron destruidos.

3 No quieren pensar en el desastre que viene, pero sus acciones sólo acercan más el día del juicio.

4 Qué terrible será para ustedes que se dejan caer en camas de marfil y están a sus anchas en sus sillones, comiendo corderos tiernos del rebaño y becerros selectos engordados en el establo.

5 Entonan canciones frívolas al son del arpa y se creen músicos tan magníficos como David.

6 Beben vino en tazones llenos y se perfuman con lociones fragantes. No les importa la ruina de su nación[q].

7 Por lo tanto, ustedes serán los primeros en ser llevados cautivos. De repente se acabarán todas sus fiestas.

8 El SEÑOR Soberano ha jurado por su propio nombre y esto es lo que dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: Desprecio la arrogancia de Israel[r] y odio sus fortalezas. Entregaré esta ciudad a sus enemigos junto con todo lo que hay en ella.

9 (Si quedan diez hombres en una casa, todos morirán.

10 Luego, cuando el pariente responsable de deshacerse de los muertos[s] entre en la casa para llevarse los cuerpos, le preguntará al último sobreviviente: ¿Está alguien más contigo? Entonces, cuando la persona comience a jurar: No, por… lo interrumpirá y dirá: ¡Cállate! Ni siquiera menciones el nombre del SEÑOR).

11 Cuando el SEÑOR dé la orden, las casas, tanto grandes como pequeñas, serán reducidas a escombros.

12 ¿Pueden galopar los caballos sobre rocas grandes? ¿Se pueden usar bueyes para ararlas? Así de necios son ustedes cuando convierten la justicia en veneno y el fruto dulce de la rectitud en amargura.

13 Ustedes se jactan de su conquista de Lo-debar[t] y alardean: ¿No tomamos Carnáyim [u] por nuestra propia fuerza?

14 Oh pueblo de Israel, estoy a punto de levantar una nación enemiga contra ti —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—. Los oprimirán por todo su territorio, desde Lebo-hamat en el norte hasta el valle de Arabá en el sur.

7

La visión de las langostas

1 El SEÑOR Soberano me mostró una visión. Lo vi preparándose para enviar una enorme nube de langostas sobre la tierra. Esto ocurrió después de que la parte de la cosecha del rey había sido recolectada, pero cuando se acercaba la cosecha principal.

2 En mi visión las langostas se comieron todo lo verde que se veía. Entonces dije: —Oh Soberano SEÑOR, por favor perdónanos o no sobreviviremos, porque Israel[v] es tan pequeño.

3 Así que el SEÑOR se retractó de ese plan y dijo: —No lo haré.

La visión del fuego

4 Después el SEÑOR Soberano me mostró otra visión. Lo vi preparándose para castigar a su pueblo con un gran fuego. El fuego había quemado las profundidades del mar e iba devorando toda la tierra.

5 Entonces dije: —Oh Soberano SEÑOR, por favor detente o no sobreviviremos, porque Israel es tan pequeño.

6 Entonces el SEÑOR también se retractó de ese plan. —Tampoco lo haré —dijo el SEÑOR Soberano.

La visión de la plomada

7 Luego me mostró otra visión. Vi al Señor de pie al lado de una pared que se había construido usando una plomada. Usaba la plomada para ver si aún estaba derecha.

8 Entonces el SEÑOR me dijo: —Amós, ¿qué ves? —Una plomada —contesté. Y el Señor respondió: —Probaré a mi pueblo con esta plomada. Ya no pasaré por alto sus pecados.

9 Los altares paganos de sus antepasados[w] quedarán en ruinas y los santuarios de Israel serán destruidos; acabaré de forma repentina con la dinastía del rey Jeroboam.

Amós y Amasías

10 Luego Amasías, el sacerdote de Betel, mandó un mensaje a Jeroboam, rey de Israel: ¡Amós está tramando una conspiración contra usted, aquí mismo en el umbral de su casa! Lo que él dice es intolerable.

11 Anda diciendo: «Pronto matarán a Jeroboam y el pueblo de Israel será enviado al destierro».

12 Entonces Amasías envió órdenes a Amós: —¡Vete de aquí, profeta! ¡Regresa a la tierra de Judá y gánate la vida profetizando allí!

13 No nos molestes con tus profecías aquí en Betel. ¡Este es el santuario del rey y el lugar nacional de culto!

14 Pero Amós contestó: —No soy profeta profesional ni fui entrenado para serlo[x]. No soy más que un pastor de ovejas y cultivador de las higueras sicómoros.

15 Sin embargo, el SEÑOR me llamó y me apartó de mi rebaño y me dijo: «Ve y profetiza a mi pueblo en Israel».

16 Ahora bien, escuchen este mensaje del SEÑOR: «Tú dices: “No profetices contra Israel. Deja de predicar contra mi pueblo”[y].

17 Pero esto es lo que dice el SEÑOR: «Tu esposa se convertirá en prostituta en esta ciudad y a tus hijos y a tus hijas los matarán. Tu tierra será repartida y tú morirás en tierra extranjera. Con toda seguridad el pueblo de Israel irá cautivo al destierro, lejos de su patria»».

8

La visión de la fruta madura

1 Entonces el SEÑOR Soberano me mostró otra visión. Esta vez vi una cesta llena de fruta madura.

2 —¿Qué ves, Amós? —me preguntó. —Una cesta repleta de fruta madura —contesté. Entonces el SEÑOR dijo: —Al igual que esta fruta, ¡Israel está maduro para el castigo! No volveré a demorar su castigo.

3 En aquel día el canto en el templo se convertirá en lamento. Habrá cadáveres tirados por todas partes. Serán llevados fuera de la ciudad en silencio. ¡Yo, el SEÑOR Soberano, he hablado!

4 ¡Escuchen esto, ustedes que roban al pobre y pisotean al necesitado!

5 Ustedes no se aguantan a que termine el día de descanso y a que se acaben los festivales religiosos para volver a estafar al desamparado. Pesan el grano con medidas falsas y estafan al comprador con balanzas fraudulentas[z].

6 Y el grano que venden lo mezclan con los deshechos barridos del piso. Por una moneda de plata o un par de sandalias, convierten en esclavos a los pobres.

7 Ahora el SEÑOR ha hecho este juramento por su propio nombre, el Orgullo de Israel[aa]: ¡Nunca olvidaré las cosas perversas que han hecho!

8 La tierra temblará a causa de sus acciones y todos harán duelo. La tierra subirá como el río Nilo en tiempo de inundaciones; se levantará y volverá a hundirse.

9 En aquel día —dice el SEÑOR Soberano— haré que el sol se ponga al mediodía y que en pleno día se oscurezca la tierra.

10 Convertiré sus celebraciones en lamentos y su cantar en llanto. Se vestirán de luto y se raparán la cabeza en señal de dolor, como si su único hijo hubiera muerto. ¡Qué tan amargo será ese día!

11 Ciertamente se acerca la hora —dice el SEÑOR Soberano— cuando enviaré hambre a la tierra, no será hambre de pan ni sed de agua, sino hambre de oír las palabras del SEÑOR.

12 La gente deambulará de mar a mar y vagará de frontera a frontera[ab] en busca de la palabra del SEÑOR, pero no la encontrarán.

13 En aquel día, las jóvenes hermosas y los muchachos fuertes se desmayarán, sedientos por la palabra del SEÑOR.

14 Y los que juran por los vergonzosos ídolos de Samaria, los que hacen juramentos en nombre del dios de Dan y votos en nombre del dios de Beerseba[ac], todos caerán y nunca más se levantarán.

9

La visión de Dios en el altar

1 Entonces vi una visión del Señor, quien estaba de pie junto al altar y dijo: Golpea la parte superior de las columnas del templo para que los cimientos se sacudan. Derriba el techo sobre las cabezas de la gente. Mataré a espada a los que sobrevivan. ¡Nadie escapará!

2 Aunque caven hasta el lugar de los muertos[ad], allí descenderé y los sacaré. Aunque suban hasta los cielos, de allí los derribaré.

3 Aunque se escondan en la cumbre del monte Carmelo, allí los buscaré y los capturaré. Aunque se oculten en el fondo del océano, enviaré tras ellos a la serpiente marina para que los muerda.

4 Aunque sus enemigos los lleven al destierro, ordenaré a la espada que allí los mate. Estoy decidido a traerles desastre y no a ayudarlos.

5 El Señor, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, toca la tierra y ésta se derrite, y todos sus habitantes lloran. La tierra sube como el río Nilo en tiempo de inundaciones, y luego vuelve a hundirse.

6 El hogar del SEÑOR llega hasta los cielos, mientras que sus cimientos están en la tierra. Él levanta agua de los océanos y la vierte como lluvia sobre la tierra. ¡El SEÑOR es su nombre!

7 Israelitas, ¿son ustedes más importantes para mí que los etíopes[ae]? —pregunta el SEÑOR—. Saqué a Israel de Egipto, pero también traje a los filisteos de Creta[af] y a los arameos de Kir.

8 Yo, el SEÑOR Soberano, estoy vigilando a esta nación pecaminosa de Israel y la destruiré de la faz de la tierra. Sin embargo, nunca destruiré por completo a la familia de Israel[ag] —dice el SEÑOR.

9 Pues daré la orden y sacudiré a Israel junto con las demás naciones como se sacude el grano en un cernidor, sin embargo, ningún grano verdadero se perderá.

10 En cambio, todos los pecadores morirán a filo de espada, esos que dicen: «Nada malo nos sucederá».

Promesa de restauración

11 En aquel día restauraré la casa caída[ah] de David. Repararé sus muros dañados. De las ruinas, la reedificaré y restauraré su gloria anterior.

12 Israel poseerá lo que quede de Edom y todas las naciones que he llamado a ser mías[ai]. El SEÑOR ha hablado y cumplirá estas cosas.

13 Llegará el día —dice el SEÑOR— en el que el grano y las uvas crecerán más rápido de lo que puedan ser cosechados. ¡Entonces los viñedos en las terrazas de las colinas de Israel destilarán vino dulce!

14 Traeré a mi pueblo Israel de su cautiverio en tierras lejanas; reedificarán sus ciudades que están en ruinas y nuevamente vivirán en ellas. Plantarán viñedos y huertos, comerán sus cosechas y beberán su vino.

15 Los plantaré firmemente allí en su propia tierra. Nunca más serán desarraigados de la tierra que yo les di, dice el SEÑOR tu Dios.

Biblia Nueva Traducción Viviente
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