RECETA PARA LEERME

Siempre que alguien afirma que ha leído un libro mío, me quedo desilusionado por su error. Ocurre que mis libros no están hechos para ser leídos en el sentido en el que se suele hablar de leer: la única forma

me parece

de abordar las novelas que escribo es cogerlas del mismo modo que se coge una enfermedad. Se decía de Bjorn Borg, comparándolo con otros tenistas, que estos jugaban al tenis mientras que Borg jugaba a otra cosa. Las que por comodidad he llamado novelas, como podría haberlas llamado poemas, visiones, lo que se quiera, solo se entenderán si se las toma por otra cosa. Las personas tienen que renunciar a su propia llave

la que todos tenemos para abrir la vida, la nuestra y la ajena

y utilizar la llave que el texto le ofrece. De otra manera se hace incomprensible, pues las palabras no son más que signos de sentimientos íntimos, y los personajes, las situaciones y la intriga pretextos de superficie que utilizo para llegar al profundo envés del alma. La verdadera aventura que propongo es aquella que el narrador y el lector emprenden juntos hacia la negrura del inconsciente, hacia la raíz de la naturaleza humana. Quien no entienda esto solo se quedará con los aspectos más parciales y menos importantes de los libros: el país, la relación entre hombre y mujer, el problema de la identidad y de su busca, África y la brutalidad de la explotación colonial, etcétera, temas si acaso muy importantes desde el punto de vista político, social o antropológico, pero que nada tienen que ver con mi trabajo. Lo máximo que, en general, recibimos de la vida, es cierto conocimiento de ella que llega demasiado tarde. Por eso no existen en mis obras sentidos excluyentes ni conclusiones definidas: son solamente símbolos materiales de ilusiones fantásticas, esa nuestra racionalidad truncada. Hace falta que os abandonéis a su aparente descuido, a las suspensiones, a las largas elipsis, al sombrío vaivén de las olas que, poco a poco, os llevarán al encuentro de las tinieblas fatales, indispensable para el renacimiento y la renovación del espíritu. Es necesario que la confianza en los valores comunes se disuelva página a página, que nuestra engañosa coherencia interior vaya perdiendo gradualmente el sentido que no posee y, sin embargo, le dábamos, para que nazca otro orden de ese choque, tal vez amargo pero inevitable. Me gustaría que las novelas no estuviesen en las librerías al lado de las otras, sino apartadas y en una caja cerrada herméticamente, para no contagiar a las narraciones ajenas o a los lectores desprevenidos: a fin de cuentas, sale caro buscar una mentira y encontrar una verdad. Caminad por mis páginas como por un sueño, porque es en ese sueño, en sus claridades y en sus sombras, donde se irán encontrando los significados de la novela, con una intensidad que corresponderá a vuestros instintos de claridad y a las sombras de vuestra prehistoria. Y, una vez acabado el viaje

y cerrado el libro

convaleced. Exijo que el lector tenga una voz entre las voces de la novela

o poema o visión o cualquier otro nombre que se os ocurra darle

para poder hallar reposo entre los demonios y los ángeles de la tierra. Otro abordaje de lo que escribo es

se limita a ser

una lectura, no una iniciación al yermo donde el visitante verá su carne consumida en la soledad y en la alegría. Esto no llega a resultar complicado si tomáis la obra como la enfermedad de la que he hablado más arriba: veréis que regresáis de vosotros mismos cargados de despojos. Algunos

casi todos

los malentendidos con respecto a lo que hago derivan del hecho de abordar lo que escribo como nos enseñaron a abordar cualquier narración. Y la sorpresa proviene de que no hay narración en el sentido común del término, hay tan solo amplios círculos concéntricos que se estrechan y aparentemente nos sofocan. Y nos sofocan aparentemente para que respiremos mejor. Abandonad vuestras ropas de criaturas civilizadas, llenas de restricciones, y permitíos escuchar la voz del cuerpo. Reparad en cómo las figuras que pueblan lo que digo no están descritas y casi no poseen relieve: ocurre que se trata de vosotros mismos. Dije alguna vez que el libro ideal sería aquel en el que todas las páginas fuesen espejos: me reflejan a mí y al lector, hasta que ninguno de nosotros sepa cuál es de los dos. Intento que cada uno sea ambos y que regresemos de esos espejos como quien regresa de la caverna de lo que era. Es la única salvación que conozco y, aunque conociese otras, la única que me interesa. Era hora de ser claro acerca de lo que pienso sobre el arte de escribir una novela, yo que en general respondo a las preguntas de los periodistas con una ligereza divertida, porque se me antojan superfluas: en cuanto conocemos las respuestas, todas las preguntas resultan ociosas. Y, por favor, abandonad la facultad de juzgar: una vez que se comprende, el juicio acaba y nos quedamos, sombríos, ante la luminosa facilidad de todo. Porque mis novelas son mucho más sencillas de lo que parecen: la experiencia de la antropofagia a través del hambre continua y la lucha contra las aventuras sin cálculo, pero con sentido práctico, que son las novelas en general. El problema es que les falta lo esencial: la intensa dignidad de un ser entero. Faulkner, de quien ya no me gusta lo que me gustaba, decía haber descubierto que escribir es algo muy hermoso: hace a los hombres caminar sobre las patas traseras y proyectar una sombra enorme. Os pido que os fijéis en ella, comprendáis que os pertenece y, además de comprender que os pertenece, que es capaz, en el mejor de los casos, de dar un nexo a vuestra vida.

Segundo libro de crónicas
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml