19.

Los rayos del sol de la mañana entraban por la ventana iluminando el rostro de Jaelle la cual se removió levemente antes de abrir los ojos. Cuando los abrió miró a su alrededor hasta toparse con la cara relajada por el sueño de Christopher.

Le acarició la mejilla, sonriendo. Se había quedado con ella aquella noche. Luego, como recordando algo, miró su reloj y se levantó, sobresaltada, lo que hizo que su novio también despertara.

-¿Qué pasa?- preguntó él incorporándose mientras se frotaba los ojos, somnoliento.

-¡Mira qué hora es! Si mi madre se entera de que has pasado la noche aquí, nos mata. Anda, levántate a ver si puedes salir sin que te vea.

La joven se levantó y salió de la habitación para bajar al piso inferior donde miró en todas las habitaciones sin hallar rastro alguno de su madre haciéndole sentir una pequeña presión en el estómago aunque no le dio mucha importancia, quizás fuese el hambre ya que la noche anterior no había comido nada.

Subió corriendo a su habitación.

-Venga, aprovecha que no hay nadie, ¡vamos!

Christopher se acercó a la chica y la besó dulcemente, algo que claramente consiguió calmarla más de lo que creía. Él probó el dulce sabor de sus labios deleitándose en ellos como si del más delicioso néctar se tratase.

Tras unos instantes, él se apartó lentamente de ella.

-No me diste los buenos días como dios manda- dijo él sonriendo levemente.

-No había tiempo para eso, mi madre podría haber entrado en la habitación y pillarnos pero por lo que veo hoy tampoco está aquí.

-Entonces quedémonos un poco más de tiempo juntos- dijo él volviéndola a besar.

-¿Y si viene mi madre?- se apartó ella.

-Le diremos que acabo de llegar…

-Pero…

La joven no pudo seguir porque él siguió besándola con una pasión arrolladora. Jaelle sin poderlo evitar entrelazó sus brazos tras el cuello de Christopher y se dejó llevar por lo que estaba sintiendo en ese momento.

Las manos del chicos acariciaron la espalda con delicadeza aunque interiormente protestó al tener la tela de ese vestido blanco de por medio. Luego descendió hasta tocar la suave curva de su trasero para pasar a los muslos de la chica.

En cambio, las de ella bajaron por el torso de él, en busca del borde de la camiseta y quitársela de una vez, anhelando sentir su piel bajo sus manos. Cuando lo encontró lo subió casi con rapidez y se la sacó para luego tirarla por algún lado de la habitación.

Christopher sonrió levemente contra sus labios y él hizo lo mismo con el vestido de la joven pero en vez de hacerlo con rapidez, lo hizo muy lentamente deleitándose en los pequeños escalofríos que le producía a ella cada vez que su cuerpo quedaba más y más expuesto. De buenas a primeras, él dejó caer el vestido y la joven protestó antes de apartarse y mirarlo con una mirada inquisitiva.

-Dime que me deseas…- le susurró él contra sus labios con la voz entrecortada- dime que deseas que te quite ese vestido y te haga el amor, dímelo…

-Eres cruel…- logró decir ella intentando alcanzar sus labios pero él se apartaba lo suficiente para que ella protestara levemente.

-Dímelo…

La joven lo miró directamente a los ojos.

-Lo deseo… deseo que me quites el vestido y me hagas tuya…

Christopher sonrió y volvió a besarla con una ternura desbordante. Después sus labios pasaron a su barbilla, bajó por su cuello y se dirigió a uno de los hombros. Atrapó la tira del vestido entre sus dientes y lo llevó lentamente hasta el final haciéndolo caer delicadamente por su brazo. La joven no pudo evitar estremecerse cuando quiso hacer lo mismo con la otra tira del vestido.

Cuando ambas tiras cayeron, con ayuda de las manos del chico, el vestido cayó formando un círculo alrededor de los pies desnudos de Jaelle. Entonces, sin ella esperárselo, Christopher la cogió en brazos y la llevó a la cama donde la tendió para luego ponerse encima de ella.

Ella miró su torso y se dio cuenta de que no hacía mucho se había hecho un tatuaje en el hombro en el cual no había reparado hasta ese momento. Se trataba de la misma media luna que le salía a ella en la frente cada vez que se transformaba en loba.

El chico se miró el hombro y sonrió.

-¿Te gusta? Me lo hice después de descubrir lo que eras…

Ella sonrió dulcemente y acarició el contorno con delicadeza.

-Es precioso…

Ambos volvieron a unir sus labios en un dulce y cálido beso mientras las manos del chico masajeaban con delicadeza aquellos dos montículos cuya cima anhelaba más caricias. Ella se arqueó levemente y movió ligeramente las caderas sintiendo ya su pequeña cavidad húmeda y ardiente, deseando llenarse de él.

Los labios del chico bajaron para lamer los pezones haciendo lanzar gemidos a la chica que agarraba las sábanas con fuerza sintiéndose caer en el abismo del deseo.

Su vientre parecía un volcán a punto de estallar lanzando lava ardiente a su entrepierna. La joven no soportaba no tenerlo dentro por lo que con manos temblorosas buscó el cierre de los pantalones de su novio y se lo desabrochó para liberar aquel miembro erecto únicamente por ella.

El joven se deshizo de los pantalones sin apartarse de ella lo más mínimo y buscó la tierna y húmeda cavidad para introducirse muy lentamente, haciéndola disfrutar como nunca lo había hecho. Besó dulcemente sus pechos y se introdujo sin ninguna dificultad.

Ambos gimieron de placer. Jaelle había cerrado los ojos dejándose llevar. Él acunó su rostro.

-Jaelle… mírame… quiero ver tus ojos mientras te hago completamente mía…

Ella abrió los ojos velados y oscurecidos por el deseo al igual que los de él y notó como su novio salía lentamente para volver a introducirse. A cada embestida la respiración se hacía más y más superficial haciéndole casi imposible respirar sintiéndose llegar a lo más alto poco a poco.

Las embestidas se hicieron cada vez más veloces, ambos gemían y se besaban intentando acallarlos mientras la joven se agarraba a los hombros del chico porque sentía que caería a un lugar nunca explorado y lo necesitaba para que la acompañara allá. Por fin vieron el final acercarse y casi sin proponérselo, ella gritó el nombre de él en un poderoso orgasmo que la dejó completamente exhausta y fue acompañado por un gemido gutural y primitivo del chico que cayó a su lado respirando con cierta dificultad.

Ella se viró lentamente a pesar de que gran parte de su cuerpo parecía no responderle mientras salía de aquel hermoso lugar al que el chico la había llevado y se abrazó para besar aquel tatuaje que la había cautivado.

Sin decir nada, ambos se sumieron en placentero duermevela.

Tan exhaustos estaban que ni siquiera oyeron vibrar el móvil de la chica encima del escritorio.

Al rato, sonó el teléfono de la casa y Jaelle estuvo tentada de dejarlo sonar para disfrutar de la compañía de Christopher pero algo le decía que debía cogerlo, así que se envolvió en las sábanas que habían caído al suelo y bajó corriendo a coger el teléfono.

-¿Diga?

-Jaelle, maldita sea, ¿dónde tienes el móvil? Llevo desde ayer llamándote.

-Oh, hola, papá, lo siento pero ya sabes que siempre olvido donde guardo el móvil, ¿pasa algo?

-¿Por casualidad has visto a tu madre?

-¿A mamá? No, casualmente desde ayer no la veo.

-¿Desde ayer? Maldición…

La presión que sintió antes volvió pero con más fuerza al estómago de la chica.

-¿Qué pasa, papá?

-Ayer me estaba comunicando mentalmente con ella cuando de repente la conexión se cortó, he intentado volver a comunicarme pero no contesta.

-¿Cómo que no contesta?

Christopher bajó las escaleras únicamente con los vaqueros puestos y miró a su novia notando su nerviosismo como si fuese el suyo propio.

-Lo que oyes, Jaelle, no me contesta.

De repente, las palabras de la noche anterior volvieron a su mente: “muy pronto comenzarás a sufrir” Aferró con fuerza las sábanas y cayó de rodillas al suelo. El labio inferior le temblaba.

-No, ni madre no… mi madre no, por favor.

-Hija, ¿qué sucede?

-Van a por mi familia y han empezado por mamá…- las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas y soltó el teléfono.

-Jaelle, Jaelle, ¿me oyes?

Christopher se acercó y cogió el auricular.

-Arthur, soy Chris, Jaelle está un poco conmocionada, desde que se calme haré que te llame.

-Está bien… si no, ya llamo yo.

-Entendido.

Tras esto, ambos colgaron y Christopher se agachó frente a la joven.

-Mi madre no, ella no… está cumpliendo su amenaza- dijo mirándolo a los ojos.

Él no sabía qué decir en un momento como ese así que hizo lo que pensó que era mejor en ese momento, abrazarla.

La joven lloró amargamente y tras desahogarse, se quedó dormida. El chico la cubrió bien con las sábanas para llevarla a su habitación donde la recostó y se quedó junto a ella.

La puerta se abrió con un sonoro crujido. Libby que se hallaba en un duermevela, se sobresaltó y giró la cabeza. Le daba miedo lo que podría pasar, no podía saber quién era, sus ojos seguían vendados.

Oyó pasos acercándose para luego girar a su alrededor. El miedo le estaba impidiendo hablar mientras aquel caminar se incrustaba en sus oídos haciéndolo parecer ensordecedor. Entonces los pasos se detuvieron de repente y notó una mano acariciando su mejilla lo que hizo que ella se apartara rápidamente.

-Ha pasado mucho tiempo, Elizabeth.

Esa voz… La sorpresa empañó el rostro de Libby.

-¿Philiph?

El hombre sonrió aunque ella no pudo verlo.

-Aún me recuerdas… eso es bueno, siempre fuiste mejor que tu hermana.

-Mi hermana a la que te llevaste hace veinticinco años… ¿dónde la tienes? ¿Qué has hecho con ella?

-Mi querida Libby, tu hermana Rose siempre me ha seguido como su deber de esposa. Quizás te gustaría saber cómo está.

Sintió que la cuerda de la que colgaba se aflojaba y cayó al suelo, algo debilitada ya que sus pies apenas tocaban el suelo cuando colgaba del techo.

La mano de Philiph volvió a acariciarla pero esta vez bajó hasta la blusa para rozar los pechos de la mujer, la cual intentó apartarse.

-Podemos divertirnos un poco primero, ¿qué te parece? No has cambiado mucho desde la última vez que nos vimos.

La mujer, aún con las manos atadas, apartó a Philiph de un empujón.

-No me toques… te lo advierto…- logró decir Libby con la poca valentía que le quedaba.

Philiph se levantó gruñendo y tirando del extremo sobrante de la cuerda que ataba a la mujer, la levantó. A causa de la fuerza ejercida, Libby se quejó tras el tirón y a duras penas se levantó. Él la arrastró por un pasillo y se detuvieron un poco más allá.

Libby oyó una puerta abrirse y notó cómo la empujaban.

-Espero que te diviertas…- dijo Philiph y luego cerró la puerta con brusquedad.

El silenció reinó en la instancia hasta que una voz débil habló.

-¿Libby?

La mujer al oír la voz, se quitó la venda y vio ante sí a su hermana.

-¡Rose!

Libby se levantó como pudo y fue a abrazar a su hermana aunque con las manos atadas le fue imposible. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Su hermana la desató y cuando estuvo suelta, la abrazó con fuerza.

-Dios mío, Libby…

-Oh Rose, ha pasado tanto tiempo- decía Libby llorando.

Su hermana le limpió las lágrimas y sonrió levemente.

-Veinticinco años, exactamente.

-No te has comunicado ni con mamá ni conmigo.

-Ojalá hubiese podido pero Philiph me mantenía muchas veces sedada o me daba alguna paliza aunque en esos momentos no dejaba de oíros.

-¿Philiph te drogaba y te pegaba?

-Aún lo hace pero ya no me importa tanto, lo tolero mejor.

Libby la abrazó.

-Te he echado tanto de menos, Rose…

-¿Philiph te ha hecho algo?

-No, por suerte…

Un leve mareo la invadió y tuvo que sentarse en la cama mientras se llevaba una mano a la cabeza. Rose, preocupada, se acercó.

-¿Te encuentras bien?

-Sí, es sólo un pequeño mareo a causa del embarazo.

-¿Estás embarazada?

Libby asintió.

-Fuera de peligro ya, por suerte. He tenido varios abortos después de mi hija Jaelle.

-Ya veo… pues túmbate y descansa un poco.

Libby le hizo caso y se recostó hasta que se durmió, estaba realmente cansada. Rose se sentó junto a ella y le agarró la mano. Hacía tiempo desde la última vez que la vio. Philiph no le haría daño mientras ella viviera.

Jaelle abrió los ojos lentamente y se encontró con la mirada de Christopher.

-Chris…

-¿Cómo te encuentras?- le preguntó él.

La joven se abrazó al chico, llorando de nuevo.

-Han secuestrado a mi madre…

-Tranquila, la vamos a encontrar.

-¿Qué hora es?- preguntó tras un rato en el que se desahogó.

-Ya han pasado de las dos, llevas bastante rato durmiendo.

Jaelle se levantó aún desnuda y buscó su vestido blanco para ponérselo. Cuando estuvo vestida se puso los zapatos y se miró por un momento en el espejo. Sus ojos estaban rojos e hinchados de llorar y se fijó en la foto que tenía de sus padres y rompió a llorar de nuevo cubriéndose la cara.

Christopher corrió a abrazarla y dejó que llorara tranquila. Tras un rato, ella se limpió las lágrimas y se dirigió a la puerta.

-¿A dónde vas?- le preguntó él.

-Voy a reunirme con la manada- logró decir ella mientras salía.

El joven la siguió.

-Voy contigo.

Ella se detuvo para mirarle.

-No hace falta, Chris, de verdad.

-No importa lo que digas, princesa, en este momento no voy a dejarte sola.

Jaelle sonrió levemente y estiró su mano.

-Gracias, no sé qué haría sin ti.

Entonces, ambos salieron de la casa y se adentraron en el bosque.

Belinda se había encargado de contactar con Kyle y con Allegra que acudieron ese día. Incluso Allegra había ido con los suyos.

Cuando todos vieron llegar a Jaelle acompañada de Christopher y con el semblante que poseía, se acercaron a ella, preocupados.

-Jaelle, ¿ha pasado algo?- preguntó Allegra mirándole los ojos rojos e hinchados- parece como si hubieses estado llorando.

La joven trataba de reprimir el llanto pero le resultaba imposible en esos momentos, estaba muy apegada a su madre, así que ocultó su rostro mientras sollozaba débilmente abrazada a su novio.

Sus amigos la miraron primero a ella y luego a él en busca de una explicación.

-Supongo que ya sabéis lo de las amenazas- dijo el chico que ya conocía todos los detalles.

Allegra y Kyle lo miraron, confusos.

-¿Amenazas?- preguntó él.

-Sí, amenazas a través de la mente- contestó Christopher- la amenazaron con ir a por sus seres queridos y al parecer ya han comenzado.

Todos lo miraron inquisitivos.

-¿Cómo que ya han comenzado?- preguntó Belinda.

-Han secuestrado a su madre- dijo Christopher abrazando a su novia con fuerza.

Yandrack frunció el ceño y al igual que el resto, miró a la chica la cual se limpiaba las lágrimas.

-Tenéis que ayudarme… si le pasa algo a mi madre… no me lo perdonaré en la vida- decía entre hipidos.

Allegra y Belinda se acercaron y la abrazaron intentando consolarla. Parecía pequeña y vulnerable. Christopher sentía la rabia bullir dentro, maldiciendo al que se le ocurrió la idea de secuestrar a Libby.

-La vamos a encontrar, ya lo verás- dijo Belinda la cual miró a su chico que había cambiado de humor rápidamente.

¿Qué podría estar ocultando su novio? Ella se encargaría de averiguarlo, fuera como fuera.

-¿De verdad me vais a ayudar?

-Todos lo haremos- dijo Allegra mirando al resto de lobos y a sus vampiros los cuales asintieron sin pensárselo dos veces.

-De eso que no quepa duda- dijo Kyle.

Jaelle sonrió levemente.

-Gracias, gracias a todos.

-Vamos a ello entonces- dijo el chico asumiendo el papel de líder ya que Jaelle no estaba en condiciones para dar órdenes- nos dividiremos en pequeños grupos y buscaremos cualquier edificio o casa que parezca abandonada y si se trata de una vieja comisaría mejor que mejor. En caso de que encontréis algo, ya sabéis cómo nos comunicaremos. Los licántropos nos encargaremos de ello como hemos hecho hasta ahora en nuestras anteriores misiones. ¿Alguna duda?- preguntó mirando a su alrededor tanto a licántropos como a vampiros y ninguno preguntó nada- de acuerdo, poneos en marcha.

Dicho esto, tanto la manada como el aquelarre se dividieron en parejas, uno de cada especie y partieron en busca de la madre de la joven. Esta también procedió a buscarla en compañía de su novio.

 

Ada
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