18.

Kyle se acercó pero ella retrocedió poco a poco hasta quedar pegada a la pared. El joven puso ambas manos a los lados de la cabeza de ella, acorralándola.

-Te deseo, te deseo tanto que me duele- dijo acercándose peligrosamente a sus labios.

La joven lo miró con cierto temor pero a la vez con anhelo y con la respiración entrecortada, como si él le impidiese respirar.

-¿Me deseas?- preguntó tontamente ella.

-Más de lo que esperaba… ¿tú me deseas a mí?

Realmente, él no sabía cuánto, tanto que muchas veces apenas podía dormir después de soñar con él y con su poderoso cuerpo ardiendo por ella. Kyle sonrió.

-Esto…- empezó ella pero no pudo acabar porque él le puso un dedo en los labios.

-He notado que me deseas, no hace falta que digas nada.

Su dedo descendió hasta la barbilla y rozó sus labios con los suyos deleitándose con su sabor. Ella se dejó llevar al principio sintiendo cómo le fallaban las piernas por lo que posó sus manos en los hombros desnudos de Kyle.

La mano que sostenía la barbilla de ella bajó en una lenta caricia por el cuello hasta llegar al valle entre los sensibles pechos, demorándose en el lugar donde estaba uno de los botones de su blusa oscura como la noche que contrastaba con su sedosa piel blanca. Lo desabrochó al igual que los otros y la mano rozó su vientre plano para pasar luego a sus costillas.

Allegra no sabía muy bien qué hacer con sus manos que le cosquilleaban de deseo por tocar a Kyle, tocar el resto de su piel como estaba haciendo con sus hombros así que decidió bajar sus manos lentamente para tocarle el torso desnudo. Él ardía bajo su tacto.

-Esto no está bien, no está nada bien- dijo ella intentando recuperar el aliento.

-Está muy bien… nos deseamos y no hay nadie aquí, solos tú y yo.

-Pero casi no nos conocemos.

-Llevamos un tiempo uno en la mente del otro y viceversa, conocemos muchas cosas, secretos que nadie conoce- dijo él mordiéndole el cuello.

Allegra jadeó en respuesta abriendo los ojos de par en par.

Él sonrió contra su cuello antes de lamer el lugar donde la había mordido haciéndola temblar. La cogió entre sus brazos y la llevó hasta el sofá donde la recostó para volver a besarla.

-Tienes dotes de vampiro…- logro decir ella riendo tontamente ya que él le provocaba cosquillas en las costillas.

Él siguió con aquella dulce exploración buscando el cierre del sujetador que le impedía tocar aquellos senos en su totalidad y lo abrió liberándolos de aquella opresión. La obligó a quitarse la camisa y el sujetador arrojándolos al suelo en un desesperado intento de abarcar con sus manos aquellos montículos coronados por una cima rosada muy apetecible.

Entonces los labios de Kyle bajaron por todo su cuello hasta llegar a los pechos donde tomó uno de los pezones entre sus labios succionándolo y haciéndole arrancar gemidos incontrolables a la vampiresa que se arqueaba deseando más y más.

Kyle no se hizo de rogar y procedió a atender de igual manera el otro pezón.

Allegra no podía pensar con claridad, su interior ardía a pesar de que su piel era tan fría como el hielo. Cada vez se sentía más humana y mucho más con las atenciones que Kyle prodigaba a su cuerpo. Con manos temblorosas buscó el cierre de los pantalones de él y cuando lo encontró, lo abrió para liberar al miembro erecto del joven.

Sin poder resistirse, ella lo abarcó con una de sus manos dándose cuenta de lo grueso que era y no pudo evitar jadear ante ello. El chico también respondió a sus tímidas caricias con un gemido gutural y tuvo que dirigir sus manos hacia los pantalones de ella para desabrocharlos, no creía poder soportar más no estar dentro de aquel cuerpo que a pesar de su frialdad prometía sensaciones nunca imaginadas.

Ella lo ayudó a que le quitara los pantalones moviendo levemente las caderas y la dejó completamente desnuda. Al principio intentó ocultar su cuerpo pero desistió de la idea después de aquel contacto tan íntimo que acababan de tener.

Los labios de él se posaron en el interior de uno de sus muslos muy cerca de su cima del placer.

Allegra contuvo el aliento mientras la respiración de él acariciaba su húmeda abertura provocándole escalofríos de placer pero de repente él se apartó y se levantó lo que la hizo protestar dejándola sin el calor de su cuerpo pero él solo se apartó para poder quitarse los pantalones y estar ambos en igualdad de condiciones. Desnudos ante los ojos del otro.

Kyle volvió junto a ella y volvió a colocarse encima para volver a besarla con avidez con su miembro erecto justo a la entrada de su húmeda abertura, acariciándole los pechos. Ella removió las caderas, deseosa de tenerlo dentro y no esperó mucho más porque al instante, él entró suave y delicadamente en su interior, llenándola como jamás nadie la había llenado.

Él esperó unos segundos antes de volver a salir sintiendo como aquella estrecha vaina se cerraba en torno a él provocándole intensas oleadas. Salió casi completamente y volvió a entrar cogiendo poco a poco velocidad.

Sus labios seguía unidos acallando les gemidos que salían de la garganta de ambos mientras que las manos de él se deleitaban con aquellos dos hermosos pechos.

Ella no podía dejar las caderas quietas algo que a él le gustaba bastante incrementando su ritmo subiendo más y más alto hasta que por fin alcanzaron el clímax más maravilloso de sus vidas. Una caída desde lo alto que los dejó exhaustos, con las respiraciones agitadas y sus cuerpos sudorosos.

Kyle la observó y apartó algunos mechones que se había adherido a su cara sudorosa, sonriendo.

-Maravilloso… no tiene descripción alguna…- logró decir él.

Ella que tenía los ojos cerrados, los abrió aún jadeando y sonrió mientras le acariciaba la mejilla.

-Mucho mejor que mis sueños…

-Aún puedo deleitarte más y superarme, sólo indícame dónde está la habitación para llevarte allí, el sofá está muy bien para una vez pero es mucho más cómodo una cama.

Allegra lo besó y luego le indicó donde estaba la habitación, ya no le importaba nada, sólo le interesaba lo que sentía en aquellos momentos. Kyle la cogió en brazos y la llevó arriba para seguir dándose placer el uno al otro hasta que no pudieron más y se quedaron profundamente dormidos.

Libby iba por la calle bastante contenta, había pasado el tiempo estipulado y una amiga que le había confirmado lo que esperaba, estaba embarazada sin riesgo de pérdida.

No sabía si reír o llorar de la alegría que sentía. Ni siquiera podía esperar para contárselo a su marido por lo que optó por comunicarse mentalmente con él.

“Arthur, cariño”

“Dime, Libby, vaya, hacía tiempo que no nos comunicábamos de esta forma”

“Es que lo que tengo que decirte es muy importante y estoy segura de que alegrarás al saberlo”

“¿Y de qué se trata?”

“Cariño, esta vez sí, esta vez sí vamos a volver a ser padres. ¡Estoy embarazada!”

El júbilo de apoderó de Arthur.

“¿Hablas en serio?”

“Totalmente en serio, acabo de confirmarlo, estoy de tres meses”

“Eso es maravilloso, Libby, cuando Jaelle se entere se pondrá feliz”

“Sí, seg…”

La conexión se cortó de repente, tan de repente que preocupó a Arthur.

Alguien había tapado la boca de Libby con un pañuelo impregnado de cloroformo lo que hizo que rápidamente perdiera la conciencia. Luego la condujeron a una vieja furgoneta y se fueron del lugar tan rápido como llegaron.

“Libby… Libby, contesta, ¿qué te pasa? ¡Libby!”

Pero nadie contestó y un terrible presentimiento se apoderó de él haciéndole un nudo en el estómago del que no podía librarse.

Esa misma tarde, Jaelle se reunió con toda la manada, excepto con Kyle que no había respondido a su llamada. Casualmente Allegra tampoco y no tenía ningún modo de contactar con los vampiros, sólo a través de ella. Probaría a llamarla más tarde para comentarle lo que se había dicho en la reunión.

Ya todos estaban allí por lo que comenzó a hablar.

-Hay algo que debo contaros y quizás os pueda parecer sorprendente- en ese momento todos estaban convertidos en humanos por lo que no hacía falta hablar a través de la mente- hace unos días, oí una voz en mi mente que no era la de ninguno de los que estamos aquí.

-¿Oyes una voz en tu cabeza?- preguntó Belinda.

-Sí y me ha amenazado con hacer daño a las personas que quiero.

Yandrack miró a Jaelle, su padre estaba amenazando a su prima.

-¿De la persona que ha estado matando a los nuestros?- preguntó alguien.

Jaelle miró a su alrededor.

-Probablemente.

-Un momento- dijo Belinda- si se comunica mentalmente sólo puede significar una cosa: nuestro enemigo es un licántropo.

La jefa de la manada asintió. Su abuela entonces se acercó.

-¿Un licántropo? Pero eso es imposible.

-Sí es posible… quizás sea algún licántropo que se haya ido de la manada a causa de alguna pelea o algo aunque lo de las muertes comenzó antes de que yo me convirtiera en jefa de la manada, por lo tanto se fue antes, lo que no comprendo es cómo es que conoce mi nombre.

Michelle se quedó mirando a la nada.

-No puede ser él, él no sabe de tu existencia.

La joven miró a su abuela.

-¿Sucede algo? ¿Sospechas acaso de alguien?

Yandrack se tensó al instante y miró a su abuela.

-Sospecho de alguien pero es imposible que sea esa persona porque se fue mucho antes de que tú nacieras.

-¿De quién hablas, abuela?

La mujer miró a su nieta antes de decir.

-De Philiph, el marido de tu tía Rose.

-¿Mi tía Rose?- preguntó la chica frunciendo el ceño.

-La hermana de tu madre, no habrás oído hablar de ella porque Philiph se la llevó y no sabemos nada de ella desde entonces, la hemos dado por muerta porque ni siquiera se ha comunicado con alguien para saber si está bien o no…- dijo la mujer bastante afligida.

-Pero… ¿entonces? Él no me conoce…

-Quizás ha oído hablar de ti y planea vengarse porque no pudo ser el jefe de la manada como él deseaba.

-Si es ese hombre, hay que buscarlo y detenerlo, debemos asegurarnos.

-Llevo ya veinticinco años buscándolo para que me devolviera a mi hija y al hijo que llevaba en su seno.

Yandrack abrió los ojos, sorprendido, mirando a Michelle. Su madre pensaba que ella no lo sabía pero sí conocía la existencia de ese embarazo.

Belinda miró a su novio al notar los sentimientos que se removían en el interior del chico.

-¿Quieres decir que no sólo tengo una tía sino que tengo un primo o una prima?

-Si no lo perdió, sí y si no ha acabado con la vida de Rose antes de dar a luz.

El chico deseaba decirle que no, que su madre está viva y que él era ese bebé que llevaba en su seno, que él era su nieto.

-Entonces ahora más que nunca- dijo Jaelle- comenzaremos la búsqueda mañana por la tarde. Partiremos desde aquí ¿entendido?

Los lobos asintieron y luego se fueron a sus casas.

Jaelle llegó al poco rato a su casa.

-¿Mamá? ¡He vuelto!

Miró por todo el piso inferior pero no la vio por lo que supuso que iría a ver a alguna amiga así que se fue a preparar la cena.

El timbre sonó justo en ese momento y tuvo que dejar lo de la cena para más tarde. Abrió la puerta y se encontró de frente con Christopher.

-Hola- dijo ella dándole un beso.

-Vale, venía a decirte que te habías olvidado de mí pero con ese beso se me ha olvidado todo.

La joven sonrió con cierta culpabilidad.

-Lo siento, he tenido muchos líos con lo del asesino de lobos y vampiros.

-¿Aún no habéis sacado nada en claro?

-Tenemos algunas pistas que nos podrían llevar a alguien pero no podemos asegurarlo.

Entraron en el salón y se sentaron en el sofá.

-¿Y de quién se trata?

La joven apoyó la cabeza en el hombro del chico mientras este le pasaba el brazo por encima de los de ella.

-Podría tratarse del marido de mi tía.

-¿Tienes una tía?- preguntó frunciendo el ceño.

-Por lo que se ve, sí. Se trata de una hermana de mi madre.

-Vaya, nunca lo hubiera esperado. ¿Sabes? Tienes una familia llena de secretos. Lobos, una tía desaparecida… ¿queda algo más?- se preguntó pensativo y luego sonrió mirándola- ah sí, la imprimación.

Jaelle sonrió antes de darle un beso en la barbilla.

-Por ahora no, que yo sepa- dijo bostezando- bueno sí, estoy cansada y quiero que alguien me lleve a mi habitación cogida en brazos.

Christopher se echó a reír y se levantó. Jaelle estiró los brazos poniendo cara de pena y él la cogió en brazos para luego llevarla a la habitación de la joven. La dejó sobre la cama y se sentó junto a ella.

-Te me estás volviendo una vaga, ¿lo sabías?

-No es eso… es que quería saber qué se sentía cuando te llevaban en brazos.

-Ya te llevé en brazos una vez…

-¿En serio?

-Sí, el día de tu cumpleaños cuando te pusiste tan mal de repente…

-Yo no estaba consciente cuando eso pasó.

-Bueno, ahora sí y será mejor que me vaya porque a pesar de que tu padre no tiene escopeta, tiene la capacidad de transformarse en un lobo y la verdad, no sé qué da más miedo.

Ambos sonrieron.

-Por eso puedes estar tranquilo, mi padre está de viaje por trabajo. De todas formas es tarde así que puedes…

“Jaelle…” la voz la interrumpió de repente y miró a su alrededor. Christopher, al ver la cara asustada de su chica, se sentó junto a ella.

-¿Jaelle? ¿Estás bien?

La joven le agarró la mano con fuerza hasta que los nudillos se le quedaron blancos.

“Jaelle, muy pronto comenzarás a sufrir…”

-Esa voz, otra vez…- dijo la joven preocupada.

-¿Qué voz? ¿Qué pasa, Jaelle?- preguntó Christopher.

La chica lo miró.

-Una voz me ha estado amenazando… la oigo cuando menos me lo espero y me dice que va a ir a por los míos. Por favor, Chris, no te vayas, quédate conmigo, si tú estás conmigo y en mi mente puede que no lo oiga de nuevo.

Jaelle se abrazó a su novio intentando encontrar calor en el cuerpo de él. Christopher correspondió a su abrazo sin decir nada, no creía que fuera el momento adecuado para comentarle que no le había contado nada hasta ese momento, algo que lo frustró sobremanera.

-Vale, vale, tranquila, yo estoy aquí contigo.

-Quédate, por favor, al menos hasta que me duerma.

-No te preocupes, yo me quedo pero tranquilízate.

Ella asintió y ambos se recostaron en la cama.

Christopher le hablaba para tranquilizarla haciéndole recordar anécdotas de cuando ambos estaban en el instituto. Muchas de ellas hicieron reír a Jaelle ya que fueron situaciones bastante divertidas y otras que no lo fueron tanto pero que recordaban incluso con cariño por un tiempo pasado.

A medida que el chico contaba cosas, la joven poco a poco se fue sumiendo en un cálido y reposado sueño.

Christopher la observó mientras dormía. Parecía tan pequeña y vulnerable que daba ternura y deseos de protegerla pero sabía que eso solo era su imaginación ya que ella era bastante más fuerte de lo que parecía. No todo el mundo sería capaz de sobrellevar ser un licántropo. Aunque no solo eso, sino también cargar con el peso de cuidar una manada como lo estaba haciendo ella.

También se encargaba de ejercer de Jefa de Jefes de Clanes y era un cargo bastante importante y duro.

Las dos medias lunas que formaban sus espesas pestañas descansaban sobre sus mejillas ocultando parcialmente las ojeras que tenía.

Lo que más necesitaba Jaelle era un buen descanso y él no sería el responsable de interrumpirlo por lo que no se atrevió a moverse sintiendo cómo la respiración de ella le hacía leves cosquillas en el cuello.

Christopher no pudo evitar sonreír ante esto y con ese leve cosquilleo, sus ojos se fueron cerrando muy lentamente hasta caer en un profundo sueño.

Se sentía muy mareada, le dolía la cabeza, intentó abrir los ojos pero no podía ver nada.

Sus ojos habían sido vendados lo que le impedía saber lo que pasaba a su alrededor.

Intentó moverse pero sus manos estaban atadas por encima de su cabeza. Desesperada, se debatió en un intento por soltarse pero sus intentos fueron en vano.

-¡Por favor! ¿Hay alguien ahí? ¡Soltadme, os lo suplico!

Sintió el chirriante ruido de una puerta vieja y oxidada por lo que movió la cabeza buscando el lugar de donde provenía el sonido.

-¿Qué quieres?- le preguntó alguien con voz grave, una voz que daba bastante miedo.

-Por favor, señor, suélteme, estoy embarazada… Si me suelta, le juro que no me moveré de aquí, se lo juro por lo que más quiero en este mundo.

Hubo unos minutos de silencio en los que ella pensó que aquel hombre sopesaba la propuesta pero sus esperanzas se vieron rotas cuando le dijo:

-Aquí no soy yo el que manda así que ahí te quedarás hasta nuevo aviso.

Dicho esto, el hombre salió y ella oyó cómo se cerraba la puerta dejándola otra vez sola aquel frío lugar. Libby comenzó a llorar, asustada por su futuro incierto. La habían secuestrado y no iba a salir indemne de todo aquello.

Intentó soltarse una vez más pero las muñecas le ardían y podía notar cómo se le formaban pequeñas heridas en estas.

Sólo le quedaba esperar y sabía que el tiempo se le haría eterno.

 

Ada
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