CAPÍTULO 16
- Buenos días señor Bruno- Expresó la mujer que parecía nunca salir de su mente. Estaba tan obsesionado que la escuchó tras suyo, justo allí, en el umbral de la cocina. Tal era la gravedad de su cansancio mental que la vio de pie, con las manos inmersas en los bolsillos traseros del pantalón, con una coleta alta que recogía toda su cabellera ondulada, con los lentes de intelectual y con los labios acorazonados esbozando una bella y tímida sonrisa. Parpadeó mientras se sacudía la cabeza queriendo despertar por completo. La taza de barro con café humeante quemó de repente sus labios cuando exaltado bebió un grueso trago. Despertó inmediatamente. No estaba dormido y no era un sueño. Se repuso. ¡Era Lorena! De pie, en su cocina a las cinco de la mañana. Como si no fuera suficiente haberla pensado durante toda la madrugada.
- Buenos días Lorena. ¿te caíste de la cama? ¿Por qué no
creerás que a esta hora alguien te va a cargar a rápel o peor aún en canotaje para hacerte cruzar el río Santo domingo, cierto ?
- No soy estúpida señor Bruno. Sé que hoy solo se
dedicaran a explorar y evaluar el área, tomar muestras, evaluar cargas, contabilizar piezas para el ensamblaje, revisaran equipos, entre otras cosas técnicas basados en los planos del proyecto. Si trabajan como usted espera, es posible que realicen el ensamblaje en semana y media, esto sin trabajar en base y cimientos. Supongo que para eso es la grúa y las barras de deslizamiento horizontal.
- Vaya, ¿y donde viste eso? ¿ en el programa :
Mega Construcciones de Discovery Channel?- Indagó sarcástico mientras servía ahora dos tazas de café. Le ofreció una a su huésped.
- Le eche una mirada al fondo del río cuando pase a
recogerlo ayer. Aún la luz de la tarde me permitió ver algo.
- ¿quieres más azúcar? – ofreció el recipiente también de
barro con el dispensador de azúcar. A Lorena le apareció amable, pero lo rechazó halagando el buen sabor del café-
- ¿Qué decisión tomaste entonces Lorena?
- Mi decisión depende.
- ¿depende? – Se sonrió tomando un par de arepas de
maíz pelado de la cesta cerrada que estaba en el medio de la mesa. Tomó un cuchillo y untó crema de leche en ella. Sirvió una para cada uno- ¿De qué depende Lorena Blasco?
- Depende de si aún está vacante o no el cargo de
ingeniero residente.
- No lo sé. Debo consultar. Es restrictivo ser egresado y
preferiblemente con experiencia y por lo que ya sé, eres muy inexperta- Su mirada intimidante la hizo desistir de morder su arepa-
- Bueno, pensé que no querría perder tiempo, ni dinero.
Los equipos, al menos que sean suyos, se contabilizan por horas y ninguna contratista desea enviar maquinaria y equipos para estacionarlos al pie de un río que amenaza con crecidas. Considerando su interés, el de los demás pobladores y el mío, pensé que podría colaborarle al menos con el inicio de la obra mientras usted contacta un ingeniero que cumpla con sus expectativas.
Pensativo arqueó una de sus cejas cobijando un brillo de picardía en sus ojos. Pareció como si considerará la idea.
- Déjame consultarlo. Te diré más tarde. Se puso de pie
recogiendo el sombrero que había dejado sobre el mesón de cerámica y mármol junto a la nevera. Su taza de café estaba por la mitad.
- ¿podría ir con usted?
- Son las cinco de la mañana Lorena. si no te has dado
cuenta ni siquiera ha salido el sol, además los obreros de la constructora inician jornada a las siete a.m.
- Pensé que podría acompañarlo.
Sonrió confundido. Anoche estaba huyendo de él y esa mañana buscaba caer en sus redes- realmente no creo que te agrade mi faena. Iré a supervisar labores de ordeño, de alimentación, de cultivos…
- Solía visitar las tierras de mi padrino en Apure. Mi
padrino es el padre de Marcos. Es como mi hermano- él asentó su cabeza, se despojó del sombrero estrujándolo en sus manos mientras retomaba el mismo asiento dispuesto a escucharla- a mis padres y a mí nos encantaba pasar vacaciones allá. Aprendí a cabalgar y hasta a ordeñar- sonrió con tristeza. Bruno deseó poder abrazarla para consolarla. Le dolió saberla triste- es un mundo diferente, pero es hermoso.
- Lamento mucho la perdida de tus padres.
- Gracias.
- ¿Quieres hablar de ellos? No sé, dime ¿cómo eran ellos?
En mi caso es muy poco lo que recuerdo de mis padres.
- Lamento también que usted haya pasado por lo
mismo…Mi padre era el mejor ejemplo de trabajo, organización y responsabilidad. Aprendí mucho de él. Mi madre era más hogareña, pero siempre soñó con dirigir y administrar su propia mueblería, por esa razón adquirí una.
- ¿Tienes una mueblería?- Sorprendido.
- Sí. Es grande, con variedad e importo muebles de
Portugal, tal como deseaba hacerlo mi madre. No sé cómo nunca se decidió a tenerlo. Es buen negocio.
- Estudias y trabajas, ¿cierto?- Ella afirmó con su cabeza
luego puso un codo sobre la mesa y apoyo el mentón en su mano-¿Y cuándo perdiste a tus padres?- pregunto con curiosidad.
- Hace cinco años. En mi cumpleaños número diecisiete.
Estábamos disfrutando de las playas de Falcón, cerca del cabo San Román. Son Bellas, pero luego de esa tragedia las veo horrorosas.
- …¿Y cómo paso?
- Ni yo sé explicar cómo. Todo fue tan rápido. La playa
tenía un toque mágico. Nos atrajo tanto que mi madre y yo nos zambullimos. El agua fría bajo el sol abrasador matutino nos encantaba. Cuando me di cuenta mi madre y yo éramos arrastradas por un fuerte oleaje. Mi padre nos vio luchando con no irnos al fondo. Yo no sé nadar, por eso ni siquiera me adentraba pero esa mañana el agua nos arrastró. Vi a mi padre zambullirse y bracear hasta donde estábamos. Mi madre y yo estábamos tomadas de las manos cuando mi padre llegó. Él Nos logró sacar, pero de repente otra fuerte ola nos separó, mi mamá desapareció y a nosotros nos arrojó a la orilla, como pudo me puso a salvo. Me vi rodeada por mucha gente. Todos desconocidos. Mi padre debería regresar, rescatarla y venir a la orilla de nuevo, pero eso no ocurrió. No los volví a ver con vida… Cinco días después aparecieron en otra playa.
- Lo siento. Debió ser muy doloroso- extendió una de sus
manos presionando la mano derecha de esa mujer. Le había alterado el ritmo de vida y por primera vez en muchos años, hizo que su pecho se encogiera de pesar.
Lorena masculló. Un esbozo de sonrisa impregnada de resignación cubrió su rostro y sus ojos color ámbar la hicieron ver aún más hermosa. Bruno Linker tuvo una sensación extraña en su abdomen. No era hambre. No sabía cómo definirla. Su pecho se encogió y sintió una presión leve en él, cambio de postura para respirar mejor. Su mejor amigo solía levantarse como una cobra danzando entre sus pantalones al sentir cerca esa mujer, pero en ese momento huyó despavorido. Otras sensaciones más del corazón que del cuerpo lo doblegaban. Chasqueó los dientes y aunque quiso levantarse para irse, no lo hizo. Permaneció allí, junto a ella.
- Tus padres estarían orgullosos de ti. Estudiante, pronto
profesional, empresaria y digna… virgen- sonrió- eres muy bonita y a tu edad es casi imposible conseguir una mujer pura. Pura en toda la expresión, porque déjame decirte que he escuchado de muchas mujeres que mantiene su himen pero disfrutan de todas las demás bondades de su cuerpo. Eso no es pureza.
¿Cómo llegamos de nuevo al mismo tema?- Pensó Lorena, quien de nuevo se estaba ruborizando. Lo sabía por el calor incipiente en sus mejillas y en sus orejas, además la sonrisa irónica de ese hombre la ponía al tanto. Su protagonista de Misery había marchado y estaba dando inicio a encuentros de media luna. ¡Erótico! Y aunque temió, la curiosidad por descubrirse así misma crecía. Si ese hombre se permitiese amarla un poco más que desearla su yo interno y ella misma caerían complacidas en sus brazos, pero acostarse solo por deseo era como cubrir una necesidad fisiológica o comportarse de la forma irracional e instintiva de un animal. No podía concebirlo. Triste pensó: ¿Podrá amarme algún día ese hombre? ¿O estaré condenada a solo ser su momentáneo objeto de deseo?
- ¿qué planes tienes con tu vida Lorena?
- …quiero graduarme, tener una constructora, ampliar los
negocios. La tintorería y la mueblería en honor a mis padres. Estudiar gerencia de empresas. Una maestría o algo así para mejorar lo que tengo. Regresar a Portugal y reactivar los bienes de mis padres para que generen ingresos. ¡Dios que me alcance la vida!- sonrió extasiada.
Él la contempló nostálgico, quizá desanimado, realmente no dijo nada de lo que le interesaba saber. Lorena podría ser una mujer materialista y superficial como todas las demás, pero en otra escala de autosuficiencia. Permaneció callado atento a sus palabras. Ella pareció hacer una pausa eterna mientras él le daba vueltas a la taza de barro vacía entre sus manos.
- …también quisiera casarme de blanco, tener un buen
hombre a mi lado, que me ame y me comprenda, que me de dos o tres niños hermosos. Vivir mi propio cuento de hadas. Sé que es una bobería, pero suena tan bonito.
- No es ninguna bobería. Un poco irrisorio para mi
gusto. Pero no una bobería.
- Por esa razón entiéndame. Anoche pensé mucho en
estos desordenes hormonales que me perturban el raciocinio haciendo que yo fallezca entre sus brazos y le permita besarme como lo ha hecho antes. Sé muy bien que como hombre me desea, a pesar de que no soy su tipo- sonrió triste y resignada- La naturaleza es así. La vida es así, extraña, pero por esa rareza de la vida es que no quiero equivocarme. No quiero llevar a cuestas culpas de mi pasado y estar con un desconocido que al despertar siempre será eso. Un desconocido… alguien a quien no volveré a ver jamás una vez que cruce el río. ¿Me entiende señor Bruno?
- ¡Vaya! ¿por qué eres tan analítica, tan controladora del
futuro? Temes perder el control de tus planes y eso te aterra. Lo veo en tus ojos. Respecto a ser o no un desconocido es algo que podría someterse a cambios ¿no lo crees?
- Sí, claro. Creo conocer sus cambios. De desconocido a
amante.
- No pongas palabras que nunca he pronunciado en mi
boca. De todas formas, no sé si halagar tu madurez o reprochar tus prejuicios. La vida se puede vivir disfrutando de los momentos. No es necesario someterse a los designios del futuro. Basta con sentirse bien en el hoy y en el ahora. La vida está llena de millares de esos pedazos momentáneos de felicidad…De todas formas te comprendo, o intento hacerlo… pero si lo que me estas pidiendo es una tregua de pasiones. Está bien, pero solo hasta cuando nuestros cuerpos resistan. No puedo prometer más.
- Gracias, pero creo que no solo hasta que lo digan
nuestros cuerpos, debe ser algo más serio. La verdad no confió en lo que mi cuerpo está sintiendo, es un traidor- sonrió irónica- por eso pensé en enfrentarle. Es mejor exponer nuestras ideas y ser sinceros con nosotros mismos, en lugar de jugar con nuestras sensaciones.
- ¿Sabes?, eres mucha ideología para mí. Acepto la tregua.
Bruno abrumado, aceptó, como por desistir de la profundidad que según él estaba adquiriendo la conversación. El sombrero temió ser despedazado de tanta presión y giros en las manos de su dueño. ¡Maldición! ¿Por qué está mujer es tan enrollada?- Pensó al abrirse paso tras el pasillo que lo llevaría afuera- ¿Es qué no es más fácil aceptar lo que está sintiendo y ya? ¿No es más fácil entregarse y si funciona, bien y sino también?... Quizás toda esta disyuntiva entre irse a mi cama o irse a la ciudad es porque teme al primer encuentro. Todas las mujeres se hacen ideas equivocas, traumáticas y dolorosas de sus primeros encuentros. No siempre debe ser así. Puede ser que si la conduzco a ese punto y la hago sentirse bien toda su filosofía de vida cambie. Claro, el punto es ¿cómo?- sonrió malicioso- debería doparla- Se sacudió la cabellera bajo su sombrero como desechando la despreciable propuesta. Sonrió pícaro- ¡mierda nunca creí que se podía desear tanto a una mujer! Es como si lo inalcanzable fuera más tentador y excitante.
Lo apropiado era permanecer lucido para asumir cada uno de los roles que su amigo y ex propietario, Sebastián, le habría transferido para que así las tierras continuaran igual de prosperas durante su permanencia, pero con esa mujer en la cabeza ¿cómo? Por un momento se molestó tanto consigo mismo que se propuso enseñarle lo más pronto posible las maravillas del sexo o rendirse, y hacerla cruzar el río como fuera posible.
Doña Verónica tuvo una madrugada muy extenuante. No es fácil para una mujer de su edad pernoctar en una banca de hospital, por muy robusta que parezca, la edad tiene sus quebrantos. Lorena tuvo que esperar inmersa en el más profundo de los hastíos, de pie frente al ventanal de la terraza en el primer piso. El sitio en donde días atrás habría pactado con su anfitrión, pero que irónicamente le parecía el mejor sitio para meditar. A las seis y media a.m. ajusto su cabellera tras una cola de caballo que terminó en una gruesa trenza sobre sus hombros, ajusto los lentes sobre el tabique nasal y emprendió camino tras el umbral del porche de piedra. La neblina era suave. No había llovido y la luz matinal brindaba ese tono mágico a la vegetación, era capaz de convertir en musa a los helechos y pinos. Caminando era un poco distante, pero no más de un kilometro. De todas formas la vegetación de ese lugar incitaba a mantenerse en ellas. Cuando llegó a las cercanías del río, se encontró con algunos hombres aguardando por las órdenes del día. Algunos saludaron con sonrisas, otros, moviendo el ala de sus sombreros y otro más atrevido como José Artiaga con un abrazo, beso de mejilla y efusivas sonrisas.
Bruno Linker llegaba en ese momento. Detuvo su caballo junto a los otros, amarró las riendas y se unió al grupo ignorando la presencia de Lorena, quien estuvo de acuerdo en que esa actitud era lo mejor para que entre ambos se disiparan las pasiones. ¿Pero hasta cuándo podría resistir su indiferencia? Su yo interno transformado en astral parecía molesto.
Aproximadamente, a las nueve de la mañana Bruno Linker se retiró dejándola en compañía de todos aquellos trabajadores. Especialmente de José Artiaga, quien no desistía de su interés por ella a pesar de estar claro de las intenciones del señor Linker con la joven.
Atendió una llamada en su Iphone. Era de Sebastián. El saludo fue breve y la conversación se concentró en detalles de ingeniería de estructura, ¡como si él fuera la persona indicada! A veces, se enojaba y pedía que fueran más explícitos, pero cansado de sentirse ignorante, asumió lo que mejor sabía hacer: ser gerente. Decidió proponer a su huésped como ingeniero residente y como siempre lo ha hecho, usar el talento de otros para obtener un fin.
- Sebastián, tengo una joven estudiante de ingeniería civil
que desea colaborar con la construcción, pero no estoy seguro de que sea adecuado asignarle tal responsabilidad.
Fue el inicio de un largo interrogatorio sobre quién era y qué hacia una mujer en su aislamiento terapéutico, hallándose sin respuestas a muchas de sus preguntas las evadía con picardía y retomaba el tema de la construcción. Su fama de mujeriego batía record pero ignorando sus tendencias amorosas se concentró en solicitar datos de identificación de la estudiante para iniciar un proceso de investigación y evaluación de perfil académico así, determinar si estaba en condiciones o no de realizar una especie de pasantías con ellos, después de todo Bruno recordó que estudiaba en la U.C.V. y los vínculos entre el departamento de pasantías y la contratista TracMark Company habían sido muy buenos, así que si era tesista o aspirante a grado con el nombre y apellido bastaba.
La conversación fue larga. El maestro de obra conservaba los planos, proyectos y demás fundamentos técnico y debía hacerle entrega a Bruno para mediar con su ingeniero residente. Una hora más tarde Bruno recibió otra llamada y tuvo que sentarse en la primera roca de río que encontró a las orillas del terreno. Sonrió complacido. Algo en su corazón se alborotó acelerándole el ritmo cardiaco. La miraba en la lejanía conversando con los demás y deseaba tomarla para sí mismo. ¡Qué mujer! ¿Cómo dejarla marchar?- pensaba- Sebastián y el ingeniero René quien era el dueño de la contratista habían investigado a la “pequeña huésped de Bruno Linker”. Primer promedio académico, oradora de orden, trilingüe, preparadora académica de Mecánica Racional, cálculo 40 e infraestructura durante toda su carrera. Académicamente cumplía con un buen perfil y lo del título era cuestión de tiempo para trámites administrativos.
- ¡Qué suerte tienes Bruno! – Expresó con gran alarde
Sebastián- ¡Consigues lo qué quieres, donde quieres y cómo quieres! Solo espero que esa joven sea lo suficientemente inteligente como para mantenerse alejada de ti.
- Así que debo confiar en su profesionalismo. Bien, pero
podrías someterla a una última evaluación.
- No sé cuál es tu desconfianza. La joven es una
estudiante ejemplar, pero si eso te hace sentir mejor te haré llegar seis datos técnicos errados ,que estoy seguro la bachiller Blasco podrá detectar con facilidad y un séptimo dato, que será detectado con mayor esfuerzo, estaré atento para que no vayan a incurrir en ellos y en caso de ser así, el error no llegue a ser considerable, ¿te parece?
- Me parece justo, así será. Los planos fueron enviados
por email, ¿cierto?
Confirmado y acordado lo que restaba era trabajar. Y muy fuerte. Cuando le dio la noticia de aprobación a Lorena, ella no pudo evitar alegrarse. Ese iba a ser su primer trabajo como profesional y estaba dispuesta a poner su mayor esfuerzo. Ese día se dedicó a evaluar el proyecto por completo y a estudiar los planos. Las ideas del proyectista debían ser comprendidas antes de entendidas, pero para ella no parecía difícil. Desde ese momento permaneció en el despacho junto a Bruno Linker. Estaba emocionada y agradecida por la oportunidad, de repente se olvido de Caracas, de su padrino, de Marcos y Sabrina, de sus negocios e insólito hasta creyó que podría olvidar lo que sentía por ese hombre.
Bruno Linker se comportó
como un caballero y excelente anfitrión. Trajo un par de
tazas de café en varias ocasiones y se sentó lejos de ella para no
alterar sus susceptibles terminaciones nerviosas. Sentada en su
escritorio con los lentes de intelectual y su rostro serio y
analítico, lo enloquecía. Lucía como toda una profesional y tal
como suponían detectó las fallas con facilidad, la de mayor y las
de menor complejidad. Bruno Linker estaba complacido. Sabía que su
puente iba a estar en buenas manos. Pero algo en su corazón se
acaloraba y le alteraba el ritmo cardiaco, aún no podría determinar
cuan maligna o benigna podría ser esa mujer para su
salud.